Del Diablo, como de Voldemort, no hay que pronunciar el nombre, dice la tradición. No vaya a ser que se aparezca y nos llene de terror.

Sólo que Lucifer Morningstar  (Tom Ellis), el de la serie de la plataforma Netflix, no es un diablo cualquiera. Ni el de nuestros temores, infantiles , adolescentes o adultos. Es un ser infernal; pero a la vez humano, demasiado humano, como diría Nietzsche.

¿Cómo si no así es posible que sea alguien que desea, se enamore, sea vulnerable, sienta celos, y que se enoje, desde luego?

Pero sobre todo, que en su naturaleza diabólica no nos vamos a enfrentar al mal, sino a nuestro deseo.

Interesante por demás una figura como ésa, que al interrogar a los y las delincuentes, en tanto asesor de la policía de Los Ángeles; más específicamente de la detective Chloe Decker (Lauren German); los confronta con la pregunta “¿qué deseas, qué es lo que realmente deseas?”.

detective lucifer
Chloe Decker (Lauren German) / Netflix.

El deseo, la culpa, las torturas y tormentos del infierno son nuestra culpa, la de los seres mortales.

Un diablo que se ha escapado de su destino como amo del infierno para vivir conforme con su deseo también.

La exitosa serie de 6 temporadas, por otra parte, es una mezcla de varios géneros, novela policíaca o negra; comedia, negra también; comedia musical; drama; historia romántica que se despliega por medio de los diversos personajes que la componen. Menciono sólo algunos: Amenadiel (D. B. Woodside), el ángel hermano de Lucifer; la doctora ¿psicoanalista? Linda Martin (Rachael Harris); la demonia Mazikeen ( Lesley Ann-Brandt); el detective Daniel Espinoza (Kevin Alejandro); la forense Ella López (Aimee García); Trixie ( Scarlett Estevez) la niña hija de Cloe; la primera mujer, Eva (Inbar Lavi); y su hijo Caín (Tom Welling);  Charlotte Richards (Tricia Helfer) mamá del diablo y todos los ángeles, es decir, la esposa de Dios; y, por supuesto, la apacible, inefable, conmovedora presencia de Dios (Dennis Haysbert) en un mundo como el nuestro también.

Por otra parte, es una reflexión bastante lúcida y lúdica (para jugar con el nombre del personaje principal), en la que temas como el desencuentro del amor, el dolor y malestar de la civilización humana; el bien y el mal, la vida y la muerte y, desde luego, la inmortalidad, como corresponde a los seres celestiales, están incluidos en la veta existencial que se despliega en los diferentes capítulos.

Lucifer es una serie en la que se puede reír a carcajadas mientras la ves o se puede mirar con mucha reflexión (depende del talante del espectador también), pero siempre te va a entretener con las ocurrencias que a los guionistas se les ocurran.

serie de netflix diablo
Fotograma de ‘Lucifer’ / Netflix.

Personalmente, a mí me hizo pensar en muchos asuntos sobre la vida y sobre la muerte también.

El fundamental sería: ¿de veras hay quien puede desdeñar la inmortalidad, por ejemplo y apostar por la vida mortal y el dolor, aunque también las alegrías;  la enfermedad, aunque también la salud; y la muerte aunque también la vida, aunque sea corta y se acabe siempre antes, quedando cosas por vivir?

Pues fíjense que sí los y las hay. Después de todo, como en Nosferatu, el excelente homenaje a la película del mismo nombre de Murnau, que le hiciera Werner Herzog, hasta un vampiro se cansa de vivir eternamente.

Y yo, como dice Freud, en La transitoriedad,  pienso que el esplendor de la vida no consiste en la eternidad, sino justamente en la duración acotada del tiempo.

Eso es lo que le da el valor a nuestras vidas humanas.

¿O qué, preferiríamos, como dice José Revueltas, convertirnos en unos pobres diablos empavorecidos ante el espectáculo de su grandeza?

En cuanto a mí toca, así estoy bien.


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