Cómo la mercadotecnia puede impulsar el arte

La respuesta simple es definitivamente , pero acompáñame estimado lector a analizar por qué es tan necesario el marketing para promover las bellas artes o cualquier cosa que queremos que vea una gran cantidad de personas.

El marketing es algo inevitable, simplemente no podemos apartarnos de esta disciplina. En nuestra vida cotidiana elegimos nuestra ropa porque queremos influir en la manera que nos ven los demás; esta acción por simple que parezca es una forma de hacer marketing.

Hacer las cosas por amor al arte es una expresión que hemos escuchado con frecuencia, y que expresa el sueño universal de los artistas de poder hacer arte sin importar las remuneraciones monetarias, sin embargo, en nuestro mundo capitalista los artistas tienen que hacer pequeñas modificaciones en su arte o hacer producciones paralelas que generen los ingresos necesarios para sostenerse y posteriormente poder crear lo que consideran verdaderamente artístico.

Hablando en términos de marketing, el arte en realidad es un producto como cualquier otro, la diferencia es que el proceso productivo del arte no sigue la lógica de ningún otro y cada obra de arte es única, por tal motivo no hay dos productos artísticos iguales.

cómo influye el arte en la mercadotecnia
Publicidad antigua. Foto: Mikechie Esparagoza, banco de imágenes de Pexels.

La mercadotecnia y las bellas artes convergen cuando la creatividad se convierte en la unión entre la expresión estética y el propósito comercial. Ambas disciplinas comparten la creatividad como elemento principal. En las bellas artes se manifiesta como una forma de expresión subjetiva o emocional y en el marketing la creatividad se enfoca en acentuar los beneficios de un producto o servicio a través de conceptos relevantes y memorables, diseñados para un público objetivo en específico.

En marketing un enfoque creativo marca la diferencia entre una campaña que pasa desapercibida y una que deja huella en su audiencia. En este sentido, el marketing se nutre de la creatividad para desarrollar narrativas visuales y emocionales que conectan con las personas al igual que los artistas al crear obras de arte.

Aunque una marca no aspira a ser una obra maestra colgada en un museo, sí debe aspirar a ser fácilmente reconocible, identificable y memorable para causar un impacto en sus espectadores.

Podemos concluir que el puente entre la expresión estética y el propósito comercial se da cuando la creatividad se canaliza estratégicamente para provocar emociones, contar historias y construir identidades visuales que inspiran a sus espectadores.

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Museo. Foto: Una Laurencic, banco de imágenes de Pexels.

A primera vista las bellas artes y la mercadotecnia parecen ser dos disciplinas opuestas. Mientras el arte ocupa una dimensión espiritual, subjetiva y expresiva, el marketing suele asociarse con conceptos como ventas, promoción, branding, merchandising y rentabilidad. Sin embargo, en la realidad actual, ambas están más conectadas de lo que piensas y se complementan de forma profunda.

La mercadotecnia debe generar un impacto en su público objetivo, ser reconocible, coherente y distinguible. Por eso es esencial construir una imagen corporativa que funcione como un sello distintivo en este mercado tan competitivo.

Tanto en el arte como en el marketing, la creatividad representa pensamiento original, imaginación constructiva y capacidad de generar experiencias estéticas. El arte busca provocar sensaciones, reflexiones o emociones. El marketing, por su parte, apuesta a informar, persuadir, cambiar percepciones y atraer. Al final, ambos generan experiencias que conectan con las personas en un nivel emocional o sensorial.

Hoy en día, el marketing tiene una presencia fundamental en casi todos los ámbitos de la vida, incluido el arte. Las estrategias de marketing se aplican a la venta, promoción y difusión de obras, exposiciones, ferias, museos y galerías. El arte compite como cualquier otro producto o servicio en un mercado global, y necesita del marketing para posicionarse, atraer a su público objetivo y generar valor.

La convergencia entre la mercadotecnia y las bellas artes ocurre cuando la creatividad se pone al servicio de la conexión humana, mientras el arte aporta profundidad, emoción y belleza; el marketing ofrece estructura, enfoque y difusión. Estas disciplinas juntas forman una poderosa alianza capaz de emocionar, comunicar y transformar.

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Sillón y bolsa. Foto: Betül Akyürek, banco de imágenes de Pexels.

A lo largo de los años, famosos artistas plásticos han comprendido el valor de la mercadotecnia para amplificar su obra, colaborar con marcas globales y generar una identidad visual poderosa. Los artistas que dominan su narrativa visual y se alinean con marcas estratégicamente, logran ampliar su audiencia y generar diversas fuentes de ingreso.

Para los profesionales del marketing, el arte es una poderosa herramienta de diferenciación y posicionamiento cultural.

Una de las colaboraciones más famosas entre arte y marketing es el de la casa de moda Louis Vuitton que colaboró hace unos años con el artista Jeff Koons para crear una colección de bolsos de mano inspirados en pintores y sus obras más famosas. La colaboración más icónica fue el bolso inspirado en Leonardo Da Vinci y su famosa pintura de la Mona Lisa.

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Mona Lisa. Foto: Chinar Minar, banco de imágenes de Pexels.

Andy Warhol fue uno de los primeros artistas en entender el arte como marca. Su colaboración con Absolut Vodka en 1985 es un hito en la historia del marketing cultural: la botella Absolut Warhol no solo aumentó el prestigio de la marca, sino que también consolidó a Warhol como figura pop global. Su enfoque lo convirtió en un referente del self-marketing visual. En 2024 volvió esta icónica botella de edición limitada a la venta. 

En nuestro país algunos artistas urbanos mexicanos han destacado en el mercado popular  por su trabajo con marcas como Indio y National Geographic para llevar el arte urbano al consumo masivo. La campaña de Indio en 2017 con 100 artistas fue un caso exitoso de co-branding cultural, que democratizó el arte y elevó la percepción de marca.

Salvador Dalí y el surrealismo con estrategia. Dalí es otro artista plástico que entendió muy bien el poder de la imagen pública y las colaboraciones. Su influencia ha sido utilizada por marcas como Volkswagen, Perrier, Lexus, Lipton y Chupa Chups para campañas visualmente impactantes, asociando creatividad, frescura y extravagancia.

Aunque algunos famosos artistas ya fallecieron, estos siguen inspirando campañas de marketing que impactan e informan a los espectadores. Por ejemplo, Leonardo da Vinci y la famosa pintura de la Mona Lisa han servido de inspiración para Pantene y su campaña del spray Time Renewal, un producto que rejuvenece el cabello.

Vincent Van Gogh es otro artista que después de su muerte ha sido homenajeado por Faber-Castell, mostrando cómo los lápices recrean obras maestras.

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Libro ‘Vincent Van Gogh. Obra completa de pintura’. Foto: Wendel Moretti, banco de imágenes de Pexels.

Cuando hablamos de la intersección entre arte y mercadotecnia, Andy Warhol es, sin duda, uno de los casos más destacados. Andy Warhol fue pionero del Pop Art y un maestro del branding personal mucho antes de que ese concepto se popularizara en el mundo de la mercadotecnia.

Warhol comprendía el poder de la imagen y la repetición. Su serie de sopas Campbell’s de 1962 es una obra de arte y además una lección práctica sobre top of mind awareness: a fuerza de repetición y simplicidad visual, convirtió un producto cotidiano en un ícono cultural. Al igual que las campañas publicitarias buscan dejar una huella visual clara y persistente, Warhol aplicó este mismo concepto al arte con resultados revolucionarios.

Pero su movimiento más visionario fue la creación de The Factory. Un estudio que en realidad era un espacio creativo de producción en serie de arte, y al mismo tiempo, un espacio social donde circulaban figuras influyentes del arte, la música, la moda y el cine. Esto era el equivalente en la década de 1960 a una estrategia de influencer marketing bien ejecutada. Warhol delegaba, producía a escala y mantenía su figura como epicentro de la escena creativa neoyorquina.

Para los profesionales del marketing el legado de Andy Warhol es un recordatorio de que el arte, cuando se alinea estratégicamente con una narrativa clara, puede generar impacto, memorias y conexión emocional a largo plazo.

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Lata Campbell’s. Foto: Anastasiya Badun, banco de imágenes de Pexels.

Otros artistas como Takashi Murakami, Jean-Michel Basquiat, Banksy, Keith Haring, Yayoi Kusama y Salvador Dalí también usaron su arte como vehículo de comunicación masiva. Sus estilos visuales han sido adoptados y adaptados por marcas para generar campañas memorables que apelan a la emoción, la estética y el pensamiento crítico. Desde la estética Superflat de Murakami en la moda, hasta el surrealismo disruptivo de Dalí en colaboraciones con marcas como Alka-Seltzer y Chupa Chups, el arte ha aportado creatividad, autenticidad y diferenciación.

Sin lugar a dudas, Frida Kahlo y Diego Rivera son los artistas mexicanos cuya imagen y legado han sido más intensamente comercializados a nivel global. Sin embargo, el fenómeno de Frida trasciende la simple reproducción de obras: ella representa uno de los casos más exitosos de branding personal en la historia del arte mexicano.

Frida Kahlo es un ícono cultural global y, al mismo tiempo, una marca registrada. Su imagen es utilizada en productos que van desde moda, belleza y diseño de interiores, hasta alimentos, juguetes, electrodomésticos, bebidas alcohólicas y papelería.

Converse, Bohemia, Zara, Aeroméxico y Mattel (con su muñeca Barbie Frida) son algunas de las marcas que han aprovechado esta potente narrativa personal.

Este fenómeno, muchas veces referido como «fridomanía«, ha sido estructurado estratégicamente a través de la creación de la marca FK, administrada por sus herederas, quienes han delimitado una línea de productos con licencia oficial. Los lineamientos para su comercialización son: que el producto sea de origen mexicano, con responsabilidad social y tenga alguna relación con la vida de Frida. Estos pretenden proteger el legado y reforzar la autenticidad de la marca, uno de los valores más buscados en el marketing actual.

Frida se posiciona como el símbolo mexicano más vendido en el mundo después de la Virgen de Guadalupe. Su imagen genera tal atracción que el 90 % de los turistas en la Ciudad de México la tienen como motivación de visita.

Aunque Diego Rivera ha sido ampliamente reconocido y admirado por su obra muralista con una fuerte presencia institucional en museos y espacios públicos, no ha sido comercializado con la misma intensidad. Su figura suele aparecer más como parte del universo narrativo que rodea a Frida, y menos como un objeto de consumo directo.

En términos de mercadotecnia, Frida Kahlo es un caso de estudio ejemplar de cómo el storytelling, la autenticidad y la conexión emocional pueden convertir una figura histórica en una marca global. Su vida marcada por el dolor físico, la lucha ideológica, el amor y el arte se ha traducido en una narrativa poderosa que sigue resonando con audiencias de todas las edades y culturas.

Frida es arte: símbolo, lucha, identidad y, sobre todo, una lección de marketing emocional, de posicionamiento y de permanencia en el imaginario colectivo global.

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Libreta de Frida Kahlo. Foto: Youssef Elazazy, banco de imágenes de Pexels.

Algunos artistas perciben la mercadotecnia como algo negativo porque sienten que contradice la esencia misma del arte, asociada a la libertad creativa, su origen íntimo y su función crítica o expresiva.

A diferencia de los productos tradicionales del mercado, que se crean para satisfacer una necesidad identificada, el arte nace del impulso interno del artista y desde una necesidad personal de expresión. Esto entra en conflicto con la lógica del marketing tradicional, que prioriza la demanda, la venta y la adaptación al gusto del público.

Muchos artistas temen que el marketing convierta su trabajo en una mercancía, y que ese proceso diluya su mensaje o lo vacíe de significado. También hay un fuerte estigma cultural: en círculos artísticos, «vender» arte es visto como “venderse”, y el éxito comercial puede percibirse como una traición a los ideales artísticos.

Sin embargo, actualmente hay una urgente necesidad de aplicar un “marketing sensible”, desde los organismos públicos y desde las propias comunidades artísticas. El objetivo no es comercializar por comercializar, sino crear estrategias que permitan que los bienes culturales lleguen a más personas, se compartan y se sostengan en el tiempo. De esta manera el marketing puede ser una herramienta para distribuir, no solo para generar dinero.

El marketing aplicado con una intención definida puede ser un aliado poderoso para promover ideales. Ayudando a los artistas a conectar con públicos más amplios, mantener su presencia en la mente de la gente, generar conversación, crear una comunidad e incluso transformar a la sociedad.

Muchos artistas aún no comprenden que el mercadeo no es simplemente una técnica de ventas, sino una forma de establecer puentes entre la obra y su público, de mantener viva la relación con quienes la observan, la sienten o la interpretan.

La precariedad que viven muchos artistas tiene que ver con la falta de herramientas para difundir sus obras, para traducir su valor simbólico en valor económico, y con la ausencia de metodologías que conecten la creación con la realidad del mercado.

Para que más artistas se animen a incluir estrategias de marketing en su agenda es clave cambiar el enfoque del marketing para el arte. Desde el marketing no debemos intentar convertir la cultura en un producto más, sino reconocer que la cultura tiene fenómenos distintos donde lo económico también participa.

Entendamos que la mercadotecnia puede ser aliada del arte y nos permite desarrollar nuevas metodologías, categorizar los productos artísticos y aplicar principios contables y administrativos sin perder la esencia artística.

La mercadotecnia no tiene por qué ser una amenaza para los artistas. Puede, en cambio, convertirse en una herramienta ética y estratégica para que el arte circule, se valore, se comparta y se sostenga. Lo esencial es que las técnicas de marketing se adapten al arte y no al revés, para que el mensaje, la libertad y la integridad creativa no se pierdan.

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Frente de una tienda. Foto: Takeshi Kobayashi, banco de imágenes de Pexels.

Comercializar tu obra de manera efectiva como artista emergente requiere combinar estrategias tradicionales de marketing con herramientas digitales.

La primera recomendación que yo haría sería definir una identidad de marca clara, basada en aquello que te distingue como artista y la historia que buscas contar a través de tu obra. Esta identidad debe reflejarse en una estética visual consistente en todas tus  plataformas en línea, incluyendo redes sociales, portadas y sitios web.

Un ejemplo de una identidad de marca clara y una historia diferente para cada obra es la del artista emergente Ricardo Riii, que conocí con PlasmArte Ideas en la galería Sala Marte. Ricardo Riii nos cuenta una historia en cada una de sus pinturas a través de palabras clave ocultas que solo el comprador de cada obra puede conocer, esto cambia la percepción de las piezas y la interpretación se convierte en algo exclusivo que genera una gran curiosidad entre los espectadores y coleccionistas.

Otra buena estrategia es publicar contenido original y atractivo en redes sociales, aprovechando herramientas como los Reels de Instagram, TikTok o transmisiones en vivo para mantener el interés del público compartiendo el proceso creativo o anécdotas personales genera una conexión emocional más fuerte con tus seguidores.

Plataformas como LinkedIn y Pinterest, aunque menos exploradas en el sector artístico, permiten ampliar redes de contacto y aumentar la visibilidad a través de motores de búsqueda visuales y profesionales.

Un perfil bien gestionado en redes sociales, un canal de YouTube con contenido visual atractivo, o incluso participar en pódcasts son formas eficaces de construir visibilidad. Las ferias y exposiciones físicas siguen siendo esenciales, pero los modelos híbridos que combinan lo presencial con lo digital maximizan el impacto.

Crear un sitio web profesional donde puedas mostrar tu portafolio como artista, compartir tu biografía y fechas de exposiciones, y al mismo tiempo recopilar correos electrónicos para enviar boletines promocionales.

Participar en eventos del sector, asistir a ferias y establecer relaciones estratégicas con otros artistas o coleccionistas pueden abrirte nuevas oportunidades. Colaborar con marcas, músicos o proyectos comunitarios también amplía tu alcance como artista, especialmente si mantienes una propuesta auténtica y coherente. Las alianzas interdisciplinarias no solo permiten innovación, sino que también fortalecen tu reputación en otros sectores.

Al igual que Dan Santino, otro artista que exhibe su obra en Sala Marte, mantente informado sobre las tendencias como los NFT, o la propiedad fraccionada. Estas nuevas formas de producción, distribución e inversión artística ofrecen vías alternativas para monetizar tu arte.

Dan Santino es otro de los artistas que como mercadóloga captaron mi atención por su estilo tan definido y la gran capacidad para contar historias a través de su arte. Cada pintura de Dan Santino cuenta una historia que se vuelve todavía más interesante cuando la vemos bajo una luz UV, ya que nuevas figuras y significados cobran vida en cada una de las piezas. 

Valores como la sostenibilidad también están cobrando fuerza; los artistas que adoptan prácticas responsables con el medio ambiente captan el interés de un público consciente. A esto se suma la creciente importancia de representar experiencias diversas, lo cual abre espacio para diversas voces.

A medida que cambia la mentalidad de los coleccionistas que valoran la conexión personal y la autenticidad, los artistas emergentes deben mostrar su proceso creativo y mantener una voz coherente con su visión.

Finalmente, la formación continua y el acceso a recursos educativos en línea ofrecen a los artistas herramientas valiosas para desarrollar capacidades creativas y de negocio. Adoptar nuevas tecnologías desde una perspectiva crítica, construir relaciones genuinas, y mantenerse fiel a la propia voz artística son pilares fundamentales para navegar con éxito el mercado del arte contemporáneo.

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Obras de Ricardo Riii (@ricardo.riii) en la visita al Showroom de Sala Marte. Foto: Inés M. Michel para PlasmArte Ideas.

Lejos de ser una amenaza para los valores artísticos, la mercadotecnia puede convertirse en un puente conductor entre el creador y su público. Cuando se aplica de forma consciente, sensible y estratégica, el marketing impulsa la difusión y comercialización de la obra ayudando a preservar su esencia, su mensaje y su valor emocional.

Artistas como Andy Warhol, Frida Kahlo o Salvador Dalí nos enseñan que es posible construir una identidad sólida, trascender generaciones y mantener la autenticidad mientras utilizamos herramientas de marketing para ampliar el alcance del arte.

Hoy, más que nunca, el marketing debe ser visto como un aliado, una vía para democratizar el acceso al arte, para darle sostenibilidad a las carreras artísticas y para conectar de manera genuina con audiencias que buscan consumir historias, emociones y belleza a través de una obra de arte.

El desafío para un artista hoy en día no debe ser evitar el marketing, sino usarlo como una herramienta de extensión creativa de la obra misma respetando siempre la voz interior que da vida a cada una de sus obras.

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Visita al Showroom de Sala Marte. Foto: Inés M. Michel para PlasmArte Ideas.

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