Para la familia de Robert Brooks,
ciudadano afroestadunidense, asesinado a golpes, por policías blancos, agresores seriales; atado, con las manos a la espalda, en Estados Unidos, país cuyo gobierno se ostenta mundialmente como paladín de la democracia y defensa de los derechos humanos. En su memoria. (Nota en el periódico La Jornada, 31-12-24)
A la memoria de don Reynaldo Mercado,
ciudadano ejemplar, quien, con casi 80 años de vida, cuidó, junto conmigo y varios jóvenes, como representantes de MORENA, una de las casillas electorales de 2018, en la que se emitieron muchos de los 30 millones de votos que llevaron a la presidencia a Andrés Manuel López Obrador.
A la memoria de Francisco Javier Martínez Mejía, Raúl Manzo y de Pedro Orozco Guzmán, Camilo,
estudiantes de las llamadas entonces Facultades de Ciencias Químicas y Agronomía de la Universidad de Guadalajara, respectivamente, quienes llegaron a ser dos de los cuadros militares de excelencia en las asociaciones guerrilleras de los años 70 en nuestro país.
A la memoria de José Alfredo Campaña López, Chito,
licenciado en Derecho y Filosofía, de la Universidad de Guadalajara, miembro del Partido Comunista Mexicano (PCM) y fundador, junto con otros, del Frente Estudiantil Revolucionario (FER) de esa Casa de Estudios.
A la memoria de Ramón y José Carlos Campaña López y Armando Campaña Meza, Pereyra.
Para mi hija Inés y sus propias batallas vitales y políticas.
Para Francisco Juventino Campaña López, Ho- Chi- Mihn,
con el afecto fraternal de ahora y siempre.
Para Rubén Ramírez González, Chihuahua,
por aquel tiempo y el de hoy.
No amo mi patria.
Su fulgor abstracto
es inasible.
Pero ( aunque suene mal),
daría la vida
por diez lugares suyos
cierta gente,
puertos, bosques de pinos,
fortalezas,
una ciudad deshecha,
gris,
monstruosa
varias figuras de su historia
montañas
-y tres o cuatro ríos.
José Emilio Pacheco
Alta traición
Hace tiempo se publicó en Cuerdas Ígneas la última entrega del Decálogo sobre la situación política actual de México, un texto realizado por el profesor de la Universidad de Guadalajara (Udeg) J. Ignacio Mancilla Torres, uno de los creadores de esta revista digital*.
De la conocida y muy respetada trayectoria por muchos y muchas de sus colegas en la Udeg, entre las cuales me cuento, sólo mencionaré en este addendum a su texto, dos de sus datos curriculares: Nacho, como le decimos sus compañeros y compañeras de trabajo e incluso algunos y algunas integrantes de las autoridades universitarias, es un exmilitante del Partido Comunista mexicano (PCM), y un excelente maestro, quien a estas alturas de su trabajo académico suma más de 4 décadas en nuestra Alma Mater; de su excelencia dan cuenta los alumnos y alumnas que, ya sea como estudiantes regulares, o como oyentes, tanto de nuestra Casa de Estudios como de otras instituciones, públicas y privadas, han acudido a sus clases.
Por último, pero no lo menos importante; no quiero dejar de mencionar aquí su congruencia, que pocos seres humanos tienen (desafortunadamente); una congruencia entre su posición política y su vida cotidiana.
En esta Cuerda, que he denominado con el término latino de addendum, o podemos bautizar también cono posdata, quiero manifestar públicamente que avalo, en todas sus partes, lo expresado por el maestro Mancilla en relación con la Cuarta Transformación (4 T) de nuestro país y que ha sido expuesto como una carta abierta a la doctora Claudia Sheinbaum Pardo, presidenta constitucional del mismo, primera mujer en ocupar ese cargo en toda nuestra historia como república y después de ser precedida por 74 varones. Omisión o invisibilización, como dicen las feministas, sobre el papel de las mujeres no sólo en la política, sino también en la ciencia, la filosofía y el arte, por citar sólo algunos aspectos de la vida pública y académica y ello sin olvidar desde luego su lugar de madre, abuela, científica y mujer de fe, como ella misma se definió al tomar posesión del máximo puesto público nacional.

Por otra parte, quiero presentar algunos datos de mi historia política y personal, para intentar, por lo menos, contribuir a la aclaración, necesaria, aun en tiempos de la apertura, de una dimensión sin precedentes; o, más bien dicho, con escasos y, desde luego, muy valiosos antecedentes, en la vida política de nuestra nación, sobre la historia de los movimientos socialistas armados de la década de los 70.
Los mencionados movimientos fueron inspirados, fundamentalmente, por la teoría y práctica política del médico argentino Ernesto Guevara Lynch, más conocido por su nombre de lucha, Che Guevara y el ejemplo de Fidel Castro Ruz, Camilo Cienfuegos, Haydeé Santamaría y todos sus compañeros y compañeras en la Sierra Maestra, durante la revolución cubana en Latinoamérica.
Lo que abordaré serán algunas dudas sobre los y las participantes en estas organizaciones de lucha por el cambio social, memoria viva en la época actual, cuando van a cumplirse ya cinco décadas, en mi caso, y el de tantos otros y otras, de haber estado en alguna de esas agrupaciones, una más de las que han sido a veces demasiado idealizadas y en otras ocasiones vilipendiadas y hasta calumniadas, aunque haya pasado tanto tiempo de dicha historia.
Y ya que se dicen tantas cosas, tanto positivas como negativas de los sujetos que fuimos los y las militantes de esos grupos, no está de más que digamos qué pensamos nosotras y nosotros de nosotres, y de les demás, aunque obviamente solo sea una perspectiva, de las que hoy abundan, sobre este asunto.

Como no quiero hacer este agregado demasiado largo y más bien quiero optar por la brevedad, mencionaré solo un tema, puesto que ya la Historia se está encargando, por fortuna, de colocar a cada quien en su sitio, de los y las que actuamos como pensamos que debíamos de actuar en ese periodo.
Para muestra basta un botón, como diría coloquialmente mi madre; tenemos recientemente el caso del prestigiado premio Carlos Montemayor, de la Presidencia de la República, otorgado el año antepasado a la tapatía Bertha Lilia Gutiérrez Campos, Tita , del barrio de San Andrés, exintegrante de la Liga comunista 23 de septiembre (LC23S). Dicho reconocimiento le fue entregado a ella, conjuntamente con otras respetables personalidades: Hugo López Gatell, exfuncionario del gabinete del gobierno de la 4 T; Julio Hernández López, periodista de La Jornada y Nancy Paola Flores Nández, periodista y activista política independiente.
Con respecto a Tita, de quien me honro en ser una de sus mejores amigas desde los tiempos en que ambas estudiábamos en la entonces Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Guadalajara, y maestra de escuela Primaria, tanto de vocación y de primera formación académica, como quien estas letras suscribe, no ha sido lo menos importante el trabajo del Colectivo Rodolfo Reyes Crespo (Erick, o Emiliano, del barrio de San Andrés, desaparecido político, quien fuera militante del Frente Estudiantil Revolucionario, FER, de la U de G. y miembro posteriormente de la LC23S), asociación a la que Bertha Lilia desde hace muchos años pertenece (y de la que en algún tiempo formé también parte); este trabajo ha contribuido en el rescate de la memoria histórica del país y apoya organizaciones de derechos humanos, como es el caso de los colectivos de las valientes madres buscadoras de los y las desaparecidas en el país.
Del origen de los y las que participamos en esas organizaciones sólo diré que fuimos, en su mayoría, estudiantes de la llamada clase media, los y las cuales, después de la desmesurada y brutal, por decirlo de la manera más suave posible (para un hecho como ese), represión de Tlatelolco y ante la ausencia, no de nuestra parte, sino del gobierno, de dar salidas políticas y negociadoras al conflicto del año 68, nos decidimos por una situación que hoy sería quizá extrema y que más de alguno o alguna considerará equivocada.

Pero los hechos históricos no se juzgan con el criterio de, como se dice coloquialmente “a toro pasado”, sino en el contexto en el que ocurrieron; porque es mucho más fácil para todos y todas y ahí también me incluyo, criticar y juzgar lo que ocurrió en otros lapsos históricos con el criterio del presente que conocemos, en vez de tomarnos la molestia y la dificultad, tanto teórica como política que ello implica, de pensar con más complejidad el pasado.
En cuanto a lo singular. De mi familia de origen, por el lado materno, soy una de las nietas de José María Díaz Villagómez y su Adelita, María Guadalupe Aldama de Díaz. Mi ascendiente fue un mayor del ejército del general de la llamada División del Norte de la Revolución de 1910 en México, Francisco Villa.
Mi abuela materna fue una de esas mujeres sin quienes la primera revolución del Siglo XX en el mundo, la mexicana, no hubiera sido posible. Y una de aquellas a quienes, como lo han señalado las feministas nacionales y de otros países, no se les proporcionó en muchos casos la pensión que en justicia plena les correspondía, como a sus pares varones, por haber participado en ese gran movimiento social.
Por el lado paterno, desciendo de Leopoldo Guadalupe Michel Martínez, rico hacendado jalisciense que fue uno de los pioneros, junto con otros miembros de su clase social, en pedir la renuncia de Porfirio Díaz, en una revista publicada por un grupo de terratenientes de su pueblo**.

Mi padre, Javier Michel Vega, fue un abogado agrarista (como mi hermano del mismo nombre, Javier Michel Díaz, ya fallecido) y un muy reconocido y respetado maestro de la U de G. Mi madre, Josefina Díaz de Michel, una también muy reconocida y respetada maestra de Escuela Primaria, quien trabajó 60 años de su fructífera existencia y defendió, hasta el último día de su vida activa, la educación pública, como un derecho de todos.
Si algunos y algunas e incluso muchos y muchas, por prejuicio, ignorancia política o simplemente mala fe, siguen, hasta la fecha, comprando la versión, que en aquel tiempo aparecía en las notas rojas encargadas por parte de los gobiernos de entonces, para descalificar nuestras batallas en favor de los más vulnerables y quizá pensando que así favorecían las suyas y su empeño en proteger a los poderosos, me parece que ya no es lo que ahora importa más.
Sólo les recordaría a mis eventuales lectores o lectoras –¡tan desmemoriados como muchas veces hemos sido en México!–, a don Julio Scherer García y la valerosa decisión, que le costó en su momento, aparte de otros motivos que no vienen al caso, la expulsión de la dirección del periódico Excélsior, con la salida solidaria de todo el equipo que le fue leal; cuando él, uno de los más grandes periodistas que ha dado nuestro país, tuvo que irse de ese diario, para fundar el semanario Proceso, en el cual, después del fallecimiento de don Julio Scherer, las cosas cambiaron, desde una posición política de izquierda que había caracterizado a la revista, hacia una perspectiva que a veces “coquetea” con la derecha.
Pero ese es otro tópico que no son las circunstancias ni espaciales ni temporales para abordar con el detenimiento que requeriría.
El atrevimiento de don Julio Scherer García, imperdonable para quien gobernaba en el país en ese sexenio, fue pasar, en el cotidiano que dirigía, a las noticias políticas, las acciones del movimiento guerrillero nacional y, desde luego, también internacional. Dicho episodio fue narrado por Vicente Leñero, en su magnífica crónica novelada Los periodistas, publicada en 1978.

Pero como antes mencioné, este es un tema del pretérito y sólo interesa para entender un presente que a veces es muy complicado, en un mundo cada vez más complejo también.
Para nosotros, los mexicanos, que vivimos en dicho panorama global, lo más importante ahorita, desde mi perspectiva, es defender la soberanía e independencia de nuestro país y créanme, tan utópicos e ingenuos e ingenuas y hasta locos y locas, o tontos e imprudentes, si ustedes quieren, como fuimos de jóvenes (y más de alguno o alguna seguimos siendo; los ideales no se abandonan a menos de abandonarnos a nosotros y nosotras mismas; para comprenderlo, sólo piensen en sus propias vidas y cómo fueron ustedes en sus años de juventud, hayan creído en lo que hayan creído; o sigan creyendo; en este país, por fortuna, una herencia de la Reforma dirigida por don Benito Juárez es la libertad de creencias) y tengamos la edad que tengamos, de una existencia legal y pacífica, puesto que lo que en algún instante fueron delitos políticos los pagamos, y nos ganamos el derecho a vivir en paz y ser integrados a nuestra comunidad; muchas y muchos de los y las de aquel tiempo estamos dispuestos a jugarnos todo por el país que tanto amamos.
Y a lo mejor hasta nuestra ingenuidad juvenil, que si de esto se trata, espero no perder nunca, nos lleva a pensar que aun aquellos que ahora acuden a gobiernos extranjeros, con la pretensión de no perder sus intereses político-económicos, inmediatos y mediatos, y a quienes el profesor Mancilla Torres llama en su texto, con justa razón, desnacionalizados, y apátridas; quién sabe qué posición tomarían en el caso de que, en los hechos, un extraño enemigo osase pisar nuestra tierra patria; la de nosotros, pero también la de ellos, al fin mexicanos y guadalupanos, como decía el Papa Francisco I, somos todos y todas las mexicanas.
Presidenta: a lo mejor, en ese caso, seríamos más de los y las que pensamos quienes acudiríamos a su llamado.
Eunice Michel Díaz
Profesora del Departamento de Filosofía del Centro de Ciencias sociales y Humanidades (CUCSH) de la Universidad de Guadalajara y coordinadora del Consultorio de psicoanálisis del mismo centro universitario
Guadalajara , Jalisco a 5 de junio de 2025. Colonia Morelos.
*Este artículo fue escrito el 9 de enero de 2025. Se publica con ligeros cambios.
**Información proporcionada por mi hermano Leopoldo Guadalupe Michel Díaz, con base en el Archivo familiar de nuestro abuelo.
Notas finales
Pedro Orozco Guzmán, de la LC23S, murió en 1973 en un hospital público de Guadalajara, después de haberse enfrentado con la policía, en uno de los barrios de esa ciudad. Tenía 25 años.
Francisco Javier Martínez Mejía, siendo ya exmilitante de las Fuerzas Revolucionarias Armadas del Pueblo (FRAP), falleció en 2024 en su pueblo natal, luego de casi 50 años de vida política pacífica. Tenía 72.
José Alfredo Campaña López se fue para siempre el 17 de marzo de este año, en Acapulco, Guerrero, por complicaciones de salud. Posteriormente a su vida como exiliado en Cuba, y habiendo sido el máximo dirigente de las FRAP, vivió durante 45 años una exitosa vida académica, política y legal. Tenía 80 años de edad.
Imagen de portada: Mario Marlo / ZonaDocs. En la nota: Instalan antimonumento Liga Comunista 23 de Septiembre.





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