¿En realidad le damos el valor que merece a la ropa que usamos?
Columna invitada
Introducción
La moda es una forma de expresión acerca de quiénes somos y lo que queremos proyectar ante los demás. Al elegir nuestras prendas y accesorios todos los días estamos haciendo marketing de nuestra persona.
Estimado lector, este mes quisiera hacer una reflexión contigo acerca del fenómeno actual conocido como fast fashion o moda rápida que ha democratizado el mundo de la moda y ha permitido a una gran cantidad de personas alrededor del mundo a expresar su esencia a través de la moda, sin embargo para que este modelo de negocio se siga sosteniendo hemos pagado por años y seguimos pagando un alto costo ecológico y ético.
Hace unos días me topé con un documental en YouTube del año 2015, The True Cost, que habla principalmente del daño ecológico y las terribles condiciones en las que trabajan las personas que producen la mayoría de nuestra ropa en países asiáticos como Bangladés o Camboya.
Este documental me hizo reflexionar seriamente acerca de lo que compro, aunque lo más preocupante es que el filme salió hace 10 años y estos problemas siguen vigentes a pesar de los recientes esfuerzos de los consumidores conscientes y las leyes propuestas en algunos países para mitigar el daño que causa la moda rápida.
La verdad es que la moda rápida sigue siendo una industria en crecimiento y las cosas no han cambiado mucho, incluso con la llegada de tiendas de ropa en línea como Shein. Después de la pandemia de 2020 me atrevo a decir que las cosas han empeorado en ciertos aspectos.
Acompáñame a descubrir porque a pesar de toda la información disponible en línea, libros y plataformas de streaming seguimos comprando moda rápida y qué es lo que la mercadotecnia nos promete y las técnicas de convencimiento que se utilizan para vender estos artículos más allá del bajo costo de prendas en tendencia.

¿A qué se refiere el término fast fashion o moda rápida?
El término fast fashion o moda rápida como dice su nombre se refiere a la producción de ropa de forma acelerada y a bajo costo, siempre siguiendo las últimas tendencias vistas en las pasarelas y copiando a las grandes casas de moda de lujo.
Esta estrategia ha sido replicada y adoptada durante años por grupos textiles como H&M Group, Zara y Stradivarius de Inditex, Old Navy de Gap Inc. entre otras. Últimamente también han surgido marcas independientes de grupos textiles tradicionales que venden ropa en línea, el ejemplo más famoso de este nuevo modelo de negocio de ultra fast fashion en línea es la famosa empresa china Shein, que saca miles de nuevos modelos de ropa diariamente y al no contar con tiendas físicas reduce aún más sus costos de producción.
El panorama para el futuro no es muy alentador, porque a pesar de que algunas marcas de fast fashion tradicionales han tomado algunas medidas para mejorar sus canales de distribución y sustentabilidad, estas no han proporcionado datos concretos al ser cuestionados sobre su producción y las predicciones para este modelo de negocio siguen siendo de crecimiento debido al aumento natural de la población.
La moda rápida se basa en un modelo de consumo masivo que promueve colecciones nuevas constantemente, con prendas accesibles, modernas y producidas en grandes cantidades. Este sistema está estrechamente vinculado al concepto de “desechable”: ya que muchas prendas están diseñadas para ser usadas durante una temporada y luego reemplazadas, sin dar prioridad a su durabilidad o respeto alguno por la prenda en sí, sin importar los recursos naturales que se utilizaron y el trabajo de las personas que la produjeron.
Aunque la calidad de la ropa varía considerablemente entre marcas, y muchas prendas pueden durar años si se cuidan adecuadamente, el modelo de negocio de la mayoría de estas marcas de ropa es muy similar.

¿Cuál es el impacto ambiental de la fast fashion en nuestro planeta?
El impacto ambiental de la fast fashion es innegable, especialmente por sus consecuencias sobre los recursos naturales, los ecosistemas y su impacto en el cambio climático. La industria de la moda, centrada en la producción masiva, rápida y barata de prendas, es la segunda más contaminante del mundo superada solo por la industria productora de energéticos como carbón, petróleo y gas.
La industria textil consume cantidades colosales de agua, tierra y energía. Pongámoslo en perspectiva, para producir una sola camiseta de algodón se necesitan aproximadamente 2 700 litros de agua dulce, esto equivale a lo que una persona bebe en promedio en dos años y medio. Se estima que el 20 % de la contaminación mundial de agua potable proviene del uso de tintes y productos químicos en la producción textil.
Cada año se acumulan aproximadamente 500 000 toneladas de microplásticos en el fondo del mar debido al lavado de textiles. La moda rápida favorece una alta rotación de prendas, que genera numerosos lavados que liberan microplásticos; una sola carga de ropa de poliéster puede liberar hasta 700 000 fibras micro plásticas, las cuales terminan en los océanos y eventualmente en nuestra comida.
La industria de la moda genera entre 8 % y 10 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, esto significa que contamina más que la aviación y el transporte marítimo combinados. Evidentemente la producción de ropa contribuye al cambio climático por las emisiones directas, la deforestación, el uso de fertilizantes y el transporte global de mercancías.
Pero lo más triste es que esta contaminación no termina con la producción, este modelo de consumo rápido ha cambiado en los últimos años la forma en que las personas se deshacen de la ropa que ya no quieren o no necesitan, la mayoría de las prendas desechadas terminan en vertederos o incineradores. Menos del 50 % de la ropa usada es recogida para ser reutilizada o reciclada y solo el 1 % se recicla en prendas nuevas, ya que las tecnologías para convertir ropa usada en fibras reutilizables apenas está emergiendo.
Lo más preocupante de toda esta contaminación es que la producción mundial de ropa sigue creciendo. De acuerdo con predicciones del Banco Mundial, las ventas de ropa podrían aumentar hasta un 65 % para 2030. Mientras tanto, la sostenibilidad avanza más lentamente que el ritmo de consumo, y seguimos priorizando modelos de negocio basados en la rapidez y lo desechable.

¿Cuál es el impacto ético y social en los países que producen nuestra ropa?
Además de su fuerte impacto ambiental, la fast fashion genera graves consecuencias sociales y éticas. La presión por mantener precios bajos y ciclos de producción acelerados perpetúa la explotación laboral, la inseguridad y la desigualdad de género en los países productores. Tragedias como la de Rana Plaza recuerdan que detrás de cada prenda barata hay una cadena de decisiones que afecta la vida y la dignidad de millones de personas.
El impacto ético y social de la fast fashion en los países productores de ropa es profundo y devastador, afecta tanto a las personas involucradas en su producción como a las comunidades locales de estos países productores. Para sostener el modelo de producción en masa y precios bajos, se recurre a prácticas que vulneran derechos humanos, promueven condiciones laborales inhumanas y exponen a las poblaciones más vulnerables a múltiples riesgos de salud.
Al observar el reverso de las etiquetas de la ropa que usamos, notamos que la mayoría de nuestras prendas se fabrican en países como China, Vietnam, Camboya o Bangladés. En estas naciones, las leyes laborales son más permisivas que en otros lugares, lo que ha llevado a muchas marcas a trasladar allí su producción en busca de menores costos y mayor flexibilidad a costa del bienestar humano.
Para producir millones de prendas baratas tan rápidamente, estos artículos no se fabrican de forma ética. Muchas de estas fábricas son verdaderos sweatshops, donde los trabajadores laboran por salarios bajos, en jornadas excesivas y en entornos inseguros.
La mayoría son mujeres que a menudo están expuestas a productos químicos tóxicos y tintes peligrosos, sin equipos de protección adecuados. En estos lugares generalmente las condiciones de seguridad son mínimas o inexistentes, y los derechos humanos básicos son ignorados sistemáticamente.
Uno de los episodios más emblemáticos del impacto social de la fast fashion fue el colapso del edificio Rana Plaza en Dacca, Bangladés, en abril de 2013. En esta tragedia murieron 1 132 personas y más de 2 500 resultaron heridas. Aunque se habían reportado grietas en la estructura del edificio, los trabajadores fueron obligados a regresar por la presión de marcas internacionales que exigían cumplir con los plazos de entrega.
Este evento conmocionó al mundo y obligó a muchos consumidores a cuestionarse por primera vez quiénes fabrican su ropa y en qué condiciones.
Sin embargo, este tipo de prácticas poco éticas sigue ocurriendo debido a que muchas comunidades dependen de estas fábricas para sobrevivir, lo que crea una relación de dependencia económica desigual. Al momento de subir los costos de producción, es posible que las grandes empresas cancelen pedidos y se muden a otros países aún más baratos, dejando a miles de personas desempleadas.

¿Cuánto ha crecido la industria de la fast fashion en México en los últimos años?
A continuación, unos datos preocupantes pero verdaderos.
En los últimos años, la industria de la fast fashion en México ha registrado un crecimiento sostenido del 8 % anual, impulsado por diversos factores económicos, demográficos y comerciales.
Este crecimiento ha sido especialmente notable en ciudades como Guadalajara, Monterrey, Querétaro y la zona conurbada del Valle de México, que han mostrado un aumento significativo en su poder adquisitivo, urbanización y demanda de productos de moda accesibles y de tendencia.
Las marcas con mayor crecimiento y presencia en nuestro país incluyen tres marcas principales: C&A, de moda familiar,H&M y Shein, este último un líder en el e-commerce de moda rápida, especialmente entre consumidores jóvenes.
Este dinamismo de marcas está directamente vinculado al aumento en el número y tamaño de centros comerciales, que actúan como plataformas clave para la expansión física de la moda rápida. Al mismo tiempo que el mundo digital en México crece, ya que se encuentra entre los principales mercados en expansión de América Latina, reforzando aún más la presencia de estas marcas.
En cifras, el mercado de moda online en nuestro país alcanzó los 8 880 millones de dólares en 2024, y se proyecta que supere los 10 894 millones este año, con un crecimiento anual compuesto del 16.6 % proyectado entre 2025 y 2029. Tristemente la fast fashion aún tiene un papel destacado dentro de este crecimiento en nuestro país.
Este modelo de negocios responde a una demanda creciente en México que busca moda accesible, cambiante y omnicanal a pesar de los desafíos en términos de sostenibilidad y ética en su cadena de suministro.

¿Cuál es el rol de la mercadotecnia en el crecimiento de esta industria?
Lastimosamente la mercadotecnia ha desempeñado un papel crucial en el crecimiento de la industria de la moda rápida porque es el motor que impulsa el consumo acelerado y masivo de ropa a nivel global. A través de diversas estrategias de mercadotecnia, las marcas de ropa moldean percepciones, construyen aspiraciones e influyen profundamente en el comportamiento de sus consumidores desde edades tempranas como la adolescencia y preadolescencia.
Estas estrategias de marketing fomentan un sentido de urgencia, novedad y necesidad en las personas de cualquier edad, enfocándose en los más jóvenes que son fácilmente manipulables. La introducción continua de nuevas colecciones y diseños convierte las tendencias en objetos de consumo inmediato y desechable. Esto lleva a que las personas compren más de lo necesario solo para estar en tendencia.
En el caso de las nuevas marcas de fast fashion en línea, las plataformas de redes sociales como Instagram, Youtube y TikTok se han convertido en los últimos años en los principales vehículos de promoción. Las colaboraciones con influencers, publicaciones patrocinadas y algoritmos que personalizan la publicidad según intereses individuales aumentan la presión para consumir más entre los más jóvenes. Este tipo de marketing sutil y aspiracional disfraza su fin publicitario y dificulta que los consumidores reconozcan sus efectos manipuladores.
Las campañas de marketing hechas para las diversas marcas de moda rápida crean una ilusión de accesibilidad y autoestima. El bajo costo y acceso a las prendas genera una sensación de satisfacción inmediata mientras fomenta la desvalorización de la ropa como algo desechable.
Además de las terribles consecuencias ecológicas y sociales, este tipo de publicidad que fortalece la cultura de lo efímero y descartable tiene consecuencias psicológicas graves en sus consumidores, como el sentimiento de insuficiencia. En otras palabras, este tipo de marketing saca provecho de las inseguridades de las personas, en su mayoría jóvenes, que ceden ante la presión social por «estar a la moda» explotando el sentido de pertenencia a un cierto grupo social.
El uso de ventas flash, códigos promocionales y programas de lealtad convierten la compra en una experiencia emocional, basada en la idea de obtener un mejor precio que el original, aunque el resultado real es un aumento del consumo innecesario.
La recopilación masiva de datos permite crear campañas de marketing que apelan a intereses y deseos individuales. Esto incrementa las ventas y dificulta la toma de decisiones informadas y sostenibles por parte de los consumidores, promoviendo un ciclo de compra constante del cuál es difícil salir.
Te platico dos estrategias principales que usan las marcas precursoras de la fast fashion. Zara apuesta por campañas visualmente impactantes en entornos urbanos promoviendo un estilo de vida y lujo accesibles, mientras que H&M recurre al storytelling bajo la bandera de la inclusión y la diversidad de cuerpos para conectar emocionalmente con las personas que lo compran.
Ambas utilizan estrategias que proyectan estilos de vida aspiracionales, aunque el fin de estas dos grandes marcas de la moda rápida sigue siendo impulsar el consumo masivo.
La mercadotecnia en la industria de la moda rápida no solo vende ropa, vende una ilusión bajo una estrategia similar a la que utiliza la famosa marca de café Starbucks, que nos distrae de nuestros problemas reales y nos hace sentir que contamos con un alto poder adquisitivo cuando no es verdad.
Esta ilusión que nos venden las marcas de fast fashion tristemente se separa mucho de la realidad de la mayoría de las personas que consumen estas marcas y perpetúa un modelo de negocio insostenible para la humanidad.

¿Qué medidas legales se han tomado en los últimos 10 años para combatir la fast fashion?
En marzo del año pasado la Asamblea Nacional francesa aprobó en primera lectura una medida conocida popularmente como la «ley anti-fast fashion», diseñada para regular este modelo de negocio.
Sus principales objetivos son definir legalmente la moda rápida, mediante un decreto que establezca el número de prendas lanzadas por año para identificar a las empresas que impactan negativamente el medio ambiente.
Este sistema introduciría también un sistema de bonos y recargos según la puntuación ambiental del producto. Las peores categorías afrontarán una multa de €5 por pieza, aumentando hasta €10 por pieza para 2030, con el fin de generar fondos para empresas sostenibles.
Esta ley prohibirá publicitar productos o marcas clasificadas como fast fashion, incluyendo a influencers; las multas rondarán entre €20 000 para personas y €100 000 para empresas en caso de incumplimiento. Las marcas también deben informar sobre el impacto ambiental de sus prendas y opciones de reutilización o reparación para impulsar la economía circular.
Esta medida es un avance en la lucha para dejar de perjudicar al planeta y a las personas que han sufrido durante años bajo este modelo de negocio. Sin embargo, el Senado francés en esta nueva iniciativa distingue entre fast fashion “ultra”, el ejemplo más famoso es Shein, y la fast fashion convencional que no afectará del todo a compañías de moda rápida europeas como Zara y H&M.
En Estados Unidos se aprobó en California la Fashion Environmental Accountability Act, introducida en febrero de este año, que exigiría a marcas con ventas superiores a 100 millones de dólares en California (o más de mil millones de dólares globales) a revelar emisiones de gases de efecto invernadero, uso de agua y químicos. Esta nueva ley requiere informes públicos anuales a partir de 2026 y regulaciones más estrictas para el periodo 2027‑2028. Las infracciones podrían acarrear multas de hasta el 2 % de los ingresos anuales.
La Unión Europea principalmente en Francia y Noruega son los lugares del mundo que más avanzan con regulaciones sobre productos textiles sostenibles y economía circular, incluyendo la prohibición de destrucción de producto excedente, etiquetado de sostenibilidad y responsabilidad del productor.
Aunque principalmente aplicadas en Europa y algunos estados de Estados Unidos de América las nuevas medidas legales muestran una tendencia hacia definir y cuantificar la fast fashion para un marco regulatorio efectivo que impulse la transparencia y responsabilidad, tanto ambiental como social. También pretenden regular la publicidad para frenar la cultura de consumo impulsiva y fomentar la economía circular presionando a las grandes empresas mediante sanciones económicas proporcionales a su tamaño.

¿Qué podemos hacer como consumidores para disminuir el impacto de la fast fashion en nuestro planeta?
Como consumidores ayudamos inmediatamente a generar un pequeño cambio evitando compras impulsivas y priorizando la calidad sobre la cantidad. Eligiendo marcas que usan materiales sostenibles como algodón orgánico, lino o tejidos reciclados y favoreciendo la producción local y artesanal.
En lugar de desechar debemos extender la vida útil de nuestra ropa reparando, transformando o reutilizando. Sé que para muchas personas es difícil, pero en la medida de lo posible es importante apoyar la economía circular vendiendo, intercambiando o regalando nuestra ropa usada, así como comprando en tiendas de segunda mano o mercados vintage.
También podemos educar y compartir información, hablando sobre el impacto de la moda rápida y difundiendo recursos como documentales y libros que hablan acerca del tema o usando nuestras redes sociales.
Si te es posible, participa en campañas que exijan leyes de responsabilidad extendida al productor e impacto ambiental, además de apoyar propuestas que regulen la producción textil intensiva.
Comprender las tácticas de mercadotecnia que sustentan la moda rápida es el primer paso para transformar el modelo de negocio de la moda en uno más ético, consciente y viable ecológicamente. Al final del día, las mismas herramientas que impulsaron el crecimiento desenfrenado de la fast fashion como la digitalización y el marketing viral pueden emplearse para promover moda sostenible.
Para enfrentar estos problemas de raíz, se requiere una reflexión crítica interna por parte de la industria de la moda y una acción externa coordinada entre gobiernos y consumidores que a decir verdad no veo que esté cerca.
La buena noticia es que cada vez hay más iniciativas que exigen transparencia en las cadenas de suministro que impulsan la moda circular y el reciclaje de textiles.
Mientras tanto, querido lector, te agradezco por leer mi artículo hasta el final, por favor comparte esta información si te gustó y crees que aporta valor para la humanidad.
A continuación, te dejo los links gratuitos para ver los documentales que cambiaron mi percepción acerca de la ropa que uso y un directorio de moda sostenible que se dedica a investigar las acciones que llevan a cabo miles de marcas de ropa para mejorar su modelo de negocios.
Documental The True Cost:
https://www.youtube.com/watch?v=rwp0Bx0awoE
Documental Sweat Shop:
https://www.youtube.com/watch?v=cq7jMvB89ZE
Directorio de moda sostenible:
https://directory.goodonyou.eco/categories/fashion

Florencia Michel Jiménez
Imagen de portada: Collage floral femenino con cinta washi. Foto: Banco de imágenes Rawpixel.
Fuentes:
https://www.vestilanatura.it/es/fast-fashion/
https://www.treehugger.com/fast-fashion-environmental-ethical-issues-4869800
https://news.un.org/es/story/2025/03/1537631
https://www.bbc.com/news/science-environment-60382624
https://ecommercedb.com/markets/mx/fashion
https://fashion.sustainability-directory.com/question/what-role-does-marketing-play-in-fast-fashion/
https://www.fairlymade.com/legal-resources/what-is-the-anti-fast-fashion-law
https://www.bbc.com/worklife/article/20240320-france-bill-crackdown-ultra-fast-fashion-shein-temu
https://trellis.net/article/bills-to-reduce-fashions-impacts-advance-in-multiple-states/
https://www.projectcece.com/blog/634/eu-legislation-sustainable-fashion-summary/
Las opiniones vertidas en las columnas invitadas y en las publicaciones especiales reflejan el punto de vista de su autor o autora y no necesariamente el de Cuerdas Ígneas como proyecto de escritura. Para comentarios, observaciones y sugerencias escríbenos a: cuerdasigneas@gmail.com





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