Somos voces diversas tendiendo puentes y cuerdas, para conectarnos con el mundo que habitamos. Abrazamos las diferencias, rescatando lo que nos une, incluso en las opiniones encontradas; y buscamos, en cada uno de nuestros escritos, dibujar caminos para transitar en colectividad.
Desde la bellísima escena inicial donde Adrienne Willis (Diane Lane), en medio de una crisis matrimonial y con el encono de su hija adolescente en contra de ella por esto, sueña con su padre, recientemente fallecido, y quien en la realidad onírica, siendo ella una niña, le da vueltas en el aire alrededor suyo, tomada de las manos de él.
Un libro del año pasado, publicado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM, 2020), escrito por Fernando M. González, aborda uno de los temas más álgidos de la segunda mitad del siglo XX y que hizo boom en los inicios del XXI: el de la Pederastia clerical.
Lo complicado es que, como sabemos todos y todas los que hemos tenido una experiencia como ésta, hay una dimensión ante la muerte, en la que se está solo, completamente solo. No hay nadie que pueda acompañarnos, ni siquiera los seres con los que tenemos los vínculos más íntimos.
“¿Cómo podría el psicoanálisis tomar en cuenta los <> contemporáneos si estos mismos acontecimientos, así como las estructuras psíquicas del trauma, ya lo han desbordado?”.
Cuerdas Ígneas 