Desde la bellísima escena inicial donde Adrienne Willis (Diane Lane), en medio de una crisis matrimonial y con el encono de su hija adolescente en contra de ella por esto, sueña con su padre, recientemente fallecido, y quien en la realidad onírica, siendo ella una niña, le da vueltas en el aire alrededor suyo, tomada de las manos de él.