¡El mundo está fuera de quicio!…

¡Oh suerte maldita!… ¡Que haya

nacido yo para ponerlo en orden!”.

La eminencia de Hamlet no ha sido

disputada nunca, lo cual plantea una

vez más la ardua pregunta: <<¿Supo

Shakespeare todo lo que había

volcado en el príncipe?>>”.

¡Hamlet, simplemente Hamlet!

¿Simplemente?

No cualquier director o directora de teatro se atreve a poner en escena al personaje más complejo de la literatura universal y también paradigma, por antonomasia, de la condición humana misma.

Sergio Quiñonez, director de la Compañía de Teatro Jurídico lo hizo y, con ello, ha dado un gran salto de calidad; al igual que sus dirigidas y dirigidos. Colocándose, de este modo, como digno heredero de la otrora Compañía de Teatro de la Universidad de Guadalajara, desaparecida sin ninguna explicación por parte de las autoridades universitarias. Es su costumbre soberana.

¡Enhorabuena!

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Póster de ‘Hamlet’ / Compañía de Teatro Jurídico.

Vaya desde este modesto espacio de letras, nuestro reconocimiento al director y a las y los actores que escenificaron, en cuatro funciones (dos el 19 de marzo y dos el 21), al Príncipe de Dinamarca, de William Shakespeare.

Yo había planeado ver por lo menos dos funciones de Hamlet, pero por cuestiones de salud, no me fue posible.

De modo que vi la última función del jueves 21 de marzo y, la verdad sea dicha, salí muy satisfecho tanto con el atinado trabajo de dirección, como con el buen desempeño de todas y todos los actores (nunca parejo, por cierto, pero esa es harina de otro costal).

Cabe aclarar que en tanto haya un Hamlet disponible, en la televisión, el cine o el teatro, si puedo, lo veo. Es un personaje que me tiene atrapado, cual espectro (¡ay, Derrida y sus Espectros de Marx!, texto en el que el argelino-francés hace una lectura creativa del Hamlet de Shakespeare; para poner a Marx al día).  

La puesta en escena que vi, bajo la adaptación de Gerardo Ulises y la dirección del profesor Quiñonez, hizo patente la perennidad de los dilemas hamletianos, que pueden resumirse en la más que conocida y famosa frase de: “¡Ser o no ser: he aquí el problema!” (Acto tercero, escena primera).

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Foto: Mayela Carbajal.

¿Por qué las cuitas existenciales de Hamlet nos siguen interpelando, a más de 400 años de haber sido creado el personaje?

Porque Hamlet es, además de otras cosas, una reflexión sobre el poder, pero también sobre la vida y la muerte; sobre la mujer y el hombre; sobre las relaciones parentales y familiares y también sociales y políticas, pero, desde luego, Hamlet es, a su vez, una reflexión sobre la singularidad de los sujetos ante los vaivenes de la vida misma.

Uno no puede más que deleitarse con la excelsa forma en que Shakespeare da expresión en el lenguaje a muchos de los problemas humanos, mediante sus personajes; en particular los de Hamlet, Claudio, Ofelia, Laertes, Polonio, Horacio, Gertrudis y por supuesto el espectro del Rey Hamlet.

De hecho, en la obra, es el espectro el que comanda todo el acontecer de la faena y, por tanto, el actuar de Hamlet y de todas y todos los personajes: los principales y los secundarios.

¡Ay, Ofelia!

¡Ay, Hamlet!

¡Ay, Polonio!

¡Ay, Gertrudis!

¡Ay, Claudio!

Todas y todos terminan muertos. ¡Por la voluntad de un espectro!

Hay también en la obra un dilema central, el ético. Poco se ha analizado esta dimensión del reconocido drama de William Shakespeare.

¿Acaso no es una razón ética la que hace que Hamlet procrastine la venganza ordenada por el espectro de su padre?

Para mí esta es una cuestión candente de la obra, y que me gustaría pensarla con más detenimiento.

Ya que hace diferencia entre Claudio, el asesino del Rey Hamlet y el Príncipe de Dinamarca, Hamlet, el hijo del Rey.

Uno es un villano y el otro tiene bastante escrúpulos y… mata a Claudio hasta que, prácticamente ya muerto, no tiene otra alternativa, después de que la realidad y Laertes le han revelado la dimensión canallesca de Claudio.

En fin.

Pero no quiero, ahora, dejar de bien ponderar el buen trabajo de las y los actores. De toda la Compañía de Teatro Jurídico, perteneciente a la División de Estudios Jurídicos del Centro Universitario de Ciencias Sociales y de Humanidades (CUCSH), de la Universidad de Guadalajara.

Las y los nombro, a todas y todos, como mi manera de reconocerlas y reconocerlos.

Van:

  • (Príncipe) Hamlet: Gerardo Ulises.
  • (Reina) Gertrudis: Diana Chacón.
  • (Rey) Claudio: Diego Salvador.
  • (Mejor amigo de Hamlet) Horacio: Gael Rangel.
  • (Cuñado) Laertes: Héctor Rocha.
  • (Novia) Ofelia: Mónica Cambroni.
  • (Consejero del Rey, padre de Ofelia) Polonio: Ángel Castillo.
  • (Madre de Ofelia, esposa de Polonio y dama de la Reina) Olivia: Esmeralda Villalobos.
  • (Fantasma) Rey Hamlet: Luis López.
  • (Amigo) Rosencrantz: Alverick Olmos.
  • (Amigo) Guildenstern: Ehekatzin Ortega.
  • (Criada) Helga: Getsemaní Rangel.
  • Actor 1: Guillermo Calixto.
  • Actriz: Scarlet Valdéz.
  • Actor 2: Tadeo Ríos.
  • (Centinela) Bernardo: Mariana Aniceto.
  • (Centinela) Marcelo: Mirelle De Santos.
  • Sepulturero: Franky Belloc.
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Foto: Mayela Carbajal.

Insisto, todas y todos me dejaron muy buen sabor de boca.

Salí contento, pues.

Y me reservo, para otra ocasión, algunas reflexiones muy puntuales sobre el desempeño de algunas y algunos actores en la interpretación de sus personajes.

Pero no quiero dejar de decir el mérito de Gerardo Ulises, que representó quizás el papel más complicado, el de encarnar al Príncipe Hamlet; además de que él hizo la adaptación de la obra más connotada del bardo.

Mucho habría que decir sobre dicho personaje que fue pensado por Lacan, en su Seminario dedicado a El deseo y su interpretación (el número 6 de la edición de Paidós): nada más y nada menos.

Es demasiado lo que se juega, pues, en la obra y en particular en dicho personaje.

Pero no me resta, en este punto, más que afirmar lo que Hamlet le dice a Horacio, su amigo, el encargado de contar su trágica historia: “¡Hay algo en el cielo y en la tierra, Horacio, de lo que ha soñado tu filosofía!” (Acto primero, escena quinta).

Sí, en Shakespeare hay más, mucho más, que lo que cualquier filosofía (académica, sobre todo) puede conjeturar; todavía… Encore, dijera Lacan.

Regreso al tema de la ética: más allá y más acá de la procrastinación, tema central para el psicoanálisis.

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Foto: Mayela Carbajal.

¿Por qué Hamlet difiere y aplaza el acto de su venganza?

¿Son sus cuitas éticas sólo un pretexto para no consumar la venganza demandada por el espectro de su padre?

¿Qué hubiera cambiado en la lógica de la tragedia, si Hamlet mata a Claudio no por el arrebato y ya tocado por el sable envenenado de Laertes por consejo de Claudio— cuando toda la trama perversa del poder queda develada por la muerte de la Reina y la confesión del propio Laertes?

Esa es la cuestión, sobre todo cuando vivimos en un mundo en el que se mata tan fácilmente, sin ninguno de los pruritos éticos que detienen a Hamlet en la ejecución de su venganza.

Pero, vayamos a lo que dice Hamlet, no sin contradicciones, ante una de las oportunidades que tiene para finiquitar la vida del Rey Claudio, cuando lo encuentra arrodillado y rezando:

“Hamlet.- ¡Ahora podría hacerlo, ahora que reza; y ahora lo haré! (Desenvaina la espada, avanza unos pasos y se detiene). Pero, así va al cielo, y de tal modo quedo vengado… Hay que reflexionar… Un infame asesina a mi padre y yo, su hijo, aseguro al malhechor la gloria. ¡Cómo! Eso fuera premio y remuneración, que no venganza” (Acto tercero, escena tercera).

Sí, Hamlet es la contradicción (humana) andando.

Hamlet es la conciencia superlativa.

Hamlet es humano, demasiado humano (Nietzsche dice).

Con su puesta en escena, Quiñonez y las y los actores nos trajeron, de nuevo, todo el mundo de Shakespeare al tiempo nuestro

Y eso es de agradecer.

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Foto: J. Ignacio Mancilla

¡Enhorabuena, maestro Quiñones!

¡Bravo muchachas y muchachos!

Con su teatro no han tocado, con el bardo de por medio, el corazón de nuestra humanidad.

Y eso, ¡no es poca cosa!

Sobre todo, en estos tiempos tan vanos, mercantiles y nihilistas.

Gracias, muchas gracias por el regalo del teatro.

En especial con Hamlet.

P. D.  de agradecimiento: Gracias a la mediación de Isabel Mancilla Lara, conseguí el elenco de la obra y, además, las fotos; cuya autora es Mayela Carbajal.

Shakespeare, William, Obras completas (en dos volúmenes).La versión de Hamlet que cito es la de Luis Astrana Marín, publicada por Editorial Aguilar, Madrid, 1978.

Bloom, Harold, Shakespeare. La invención de lo humano, Editorial Anagrama, Barcelona, 2002.

Derrida, Jacques, Espectros de Marx. El estado de la deuda, el trabajo del duelo y la nueva internacional, Editorial Trotta, Madrid, 1995.

Lacan, Jacques, El deseo y su interpretación (Seminario 6), Editorial Paidós, Buenos Aires, 2014.


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