Elena Larrea tenía 31 años, seis menos que yo… su muerte cimbró a la comunidad animalista de Puebla y de todo México, compuesta por activistas, personas afines a la defensa de los animales, veganxs y asociaciones de diversa índole.
Nos levantamos un miércoles con la noticia corriendo por las redes sociales. A temprana hora del 20 de marzo muchas personas comentaban sobre el tema, en Instagram, X (antes Twitter) y Facebook. No había todavía comunicado oficial por parte de Cuacolandia*, el hermoso santuario que se ha encargado del rescate de cientos de caballos, los grandes amores de Elena, originaria de la Ciudad de México y con residencia en Atlixco, Puebla al momento de su fallecimiento.
Esta Cuerda llega más de 20 días después de su partida, por diversas razones, una quizá fundamental fue la dificultad que tuve para escribir algo para ella, sobre ella, a quien conocí personalmente de manera fugaz, cuando visité el santuario que fundó, en mi viaje de cumpleaños realizado en 2022, a mis 35 años (posterior a mi visita el santuario se trasladó al espacio en que se encuentra ahora, también en Puebla).


Ella llegó montando un caballo y pude apreciar su silueta a lo lejos mientras se acercaba. Cabe aclarar, como Elena siempre lo hacía, que ningún caballo rescatado es montado en Cuacolandia, puesto que en todos los casos han sufrido diversos grados de maltrato y abuso, proviniendo algunos de ellos de las carretas de basura del Estado de México, que utilizan caballos para hacer trabajos forzados, obligándolos a jalar carretas y continuar sin descanso bajo condiciones inclementes; muchos han caído al piso agonizando, tras la tortura a la que son sometidos. (¿Es pertinente aquí lanzar una maldición a la nefasta raza humana?).
Así que los caballos que lograron llegar hasta el santuario son retirados de cualquier labor de por vida, Cuacolandia se convierte en su propio paraíso terrenal, en el que llegan primero a recuperarse de sus heridas y del maltrato, a ser atendidos por veterinarios, y después a volver a ser caballos libres, como siempre debieron ser.
Así que el día que vi a Elena montando aquel caballo, este era uno de los equinos que tuvieron la fortuna de nunca padecer abusos.
Mientras recorríamos el santuario, después de habernos hospedado en el cuacodepartamento, llegó ella y su presencia iluminó aún más el espacio, un campo abierto en el que retozaban caballos, mulas, burros, algunos cerdos, una cabra negra y un perrito. Brina no paraba de ladrarle a los caballos, pero estos no parecían alterarse por ello, de todas maneras decidimos cargarla porque había algunos equinos fuera de los corrales y temimos que alguno viera colmada su paciencia y sacara a Brina volando por los aires 🐎.

Fue hermoso visitar Cuacolandia y ser deslumbrada por Elena, una de esas mujeres que vienen al mundo a dejar tanta luz a su paso que, incluso después de su partida, sigue iluminando su destello. Podría equipararse con una estrella fugaz y quizá por eso lo breve de su paso por el firmamento, o por la Tierra; ese pensamiento me sirve momentáneamente de consuelo al escribir, porque las lágrimas han aparecido desde el comienzo. Y era tal vez eso lo que tenía que enfrentar al hablarles de Elena, así que lo postergué por dos semanas, entre periodo vacacional y publicaciones anteriores que no correspondían a mi turno.


Durante la pandemia el santuario estuvo a punto de cerrar, no había ingresos suficientes para sostener la manutención de todos sus habitantes. Elena probó diferentes caminos hasta que finalmente llegó una solución inesperada que la colocó en el centro de muchas críticas y comentarios malintencionados. La rescatista abrió una cuenta de Only Fans, plataforma de contenido que por medio de suscripciones brinda la posibilidad de seguir las publicaciones exclusivas de una persona. A pesar de que OF es popular por el contenido generado por trabajadoras/es sexuales y por el material erótico, hay una multiplicidad de creadores subiendo publicaciones relacionadas con ejercicio, cocina, música, psicología, entre otros temas.
Por medio de las suscripciones de su cuenta, Elena logró obtener los recursos que hacían falta y entonces comenzó a promocionar sus fotos y videos sensuales. Llovieron los elogios a su cuerpo y figura, como también los ataques. En algún momento, la activista comentó a través de sus redes sociales que su familia la había «desheredado», tras lo cual afirmó que tampoco es que la ayudaran mucho antes de eso.

Después de su muerte sucedieron diferentes cosas que apuntaré a continuación, porque creo que vale la pena reflexionar sobre cada una de ellas.
• En un primer momento el gobernador de Puebla, Sergio Salomón, declaró que los caballos de Cuacolandia serían resguardados, pasando a cuidado de instancias estatales, con lo que se entendió que podrían ser trasladados a otros espacios; la cuacomunidad (como la llamaba Elena) y en general la comunidad de activistas respondió con celeridad que no lo permitirían y que el legado de Elena debía mantenerse, cuidando y fortaleciendo el santuario para que cada uno de sus habitantes pudiera permanecer ahí.
• Diversas especulaciones en redes apuntaron a que Larrea había sido «silenciada», pues en sus cuentas ella misma informó en el pasado sobre amenazas recibidas por su labor de rescate y por las denuncias a maltratadores de animales; esta teoría fue desmentida tanto por Cuacolandia como por la propia familia, debido a que Elena murió tras sufrir una trombosis pulmonar.
• Amistades cercanas confirmaron lo anterior, incluso narrando los últimos días de Elena y haciendo hincapié en que los síntomas empezaron a principios de marzo, sin embargo, por diferentes razones ella postergó su tratamiento creyendo que se trataba de una molestia muscular en la rodilla. En realidad, era un coágulo que se formó en sus piernas y que terminó moviéndose y obstruyendo sus pulmones causándole incapacidad para respirar.
• Aunque Elena fue hospitalizada de urgencia tras ser encontrada en su habitación semiinconsciente el 19 de marzo, las maniobras para estabilizarla no fueron exitosas, lo que llevó a su deceso a poco más de media hora de su ingreso a urgencias. Previamente había sido diagnosticada por un médico que le informó de la obstrucción arterial que tenía y le recetó un medicamento; Elena no alcanzó a tomarlo, pues estaba en su casa esperando que su chofer comprara la medicina.
Quise contarles todo esto porque me parece irresponsable que las conjeturas en torno a su muerte siguieran tras los informes brindados por su entorno cercano.
• Una de las mejores amigas y expareja de Elena recurrió a su cuenta de TikTok justamente para intentar que se detuvieran las especulaciones, brindando gran parte de los detalles que les describí. Debido al alto perfil de la activista, incluso cuentas muy populares de contenido médico como Mr. Doctor en Youtube analizaron el caso y brindaron información sobre lo que ocurre cuando una persona sufre una trombosis pulmonar, afirmando que todo lo descrito por su amiga Nallely Esparza coincide con un cuadro así.
• En ese sentido, también se dio a conocer que Elena se sometió a una lipoescultura en el mes de enero, procedimiento quirúrgico estético que tiene como objetivo remodelar el contorno corporal y eliminar la grasa. Mientras que la liposucción se realiza para extraer grasa y disminuir el volumen corporal, la lipoescultura es un tanto más compleja, ya que se trata de extraer la grasa y luego reubicarla en otra parte del cuerpo para modelar la figura. La operación es recurrente entre personas que están dentro de un peso considerado normal y que buscan neutralizar ciertos cúmulos de grasa y aprovecharlos para moldear partes del cuerpo que desean modificar.
• Por varios días mi feed de FB e Instagram se llenó con mensajes sobre ella; su legado cobró vida ante mis ojos. Personas agradeciéndole, asociaciones recordando su papel en la defensa de los caballos, videos de TikTok resubidos en otras redes que mostraban parte de sus rescates y sus encontronazos con quienes maltraban a yeguas, caballos y burros.
• Pude conocer más sobre el rescate de Mila, una potranca abusada sexualmente; Elena peleó con garras y dientes por ella, no solo logrando el traslado de Mila al santuario sino a través de vías legales; denunció a su antiguo dueño, quien recibió el beneficio de enfrentar su proceso en libertad tras pagar una multa de 3 mil pesos. Entonces Elena salió al quite otra vez y exigió un cambio de jueza porque Miriam Huerta, la encargada del caso, otorgó privilegios al acusado. Gracias a la presión y a la denuncia pública que emprendió, logró el cambio de jueza, el sujeto fue vinculado a proceso y Elena festejó en sus redes. Ni el cansancio físico la detenía como se puede apreciar en uno de los videos que grabó al respecto, y que muestran a una Elena con profundas ojeras, mientras presenta los avances del caso (al final de este clip se puede ver su rostro desencajado exigiendo, con una nota de furia en la voz, ¡justicia para Mila!).


• Otros datos más fueron saliendo a la luz durante y posterior a sus homenajes, supe que Elena era sobrina de Germán Larrea, uno de los empresarios más ricos de México; desconozco cómo era su relación con él, pero intuyo que el camino que eligió fue muy distinto al estilo de vida que quizá impera en su entorno familiar.
• En el homenaje al que asistí a Bellas Artes una de sus amigas comentó que Elena hizo viajes por África y otras partes del mundo, y que llegó a involucrarse en persecuciones a cazadores furtivos; ese detalle me dejó maravillada, otra vez la admiración y asombro profundos se hicieron presentes.
• Cerrando este listado de cuestiones que sucedieron tras su partida, una de las últimas declaraciones que vi fue la su hermana, Beatriz, quien informó que se haría cargo de la dirección de Cuacolandia, habló del futuro del santuario y comentó que la familia junto a personas cercanas habían formado un consejo para tomar decisiones respecto al legado de Elena. También aquí surgieron diferentes señalamientos en redes, que recordaron cómo la propia Elena había contado que su mamá la bloqueó de sus redes después de abrir Only Fans y que no se llevaba bien con su hermana. Las familias siempre son complicadas, yo lo que reconocería es que tal vez ante la ausencia definitiva de una de los suyos pudieron verla de otra manera y entender también de modo distinto lo que hacía y cómo lo hacía. Además, trascendió algo muy triste con lo que su familia deberá vivir a partir de este suceso: el último mensaje que Elena mandó estaba dirigido a su madre; el texto decía: mamá, no puedo respirar.
Ojalá que realmente su familia defienda su legado.

Voy a otras reflexiones paralelas.
Se suele afirmar en diversos contextos que nadie es indispensable. Eso puede debatirse. De lo que sí estoy segura es de que hay luchadoras, luchadores, que ante su ausencia nos dejan un vacío tremendo y que nos hacen falta ante tantas noticias devastadoras que nos inundan. Y es que muchas personas somos capaces de indignarnos o entristecernos ante las injusticias, pero muy pocas dedican su vida a repararlas y enfrentarlas, poniendo su cuerpo, su salud y su comodidad de por medio. Acudiendo de nuevo a las palabras de Nallely, su amiga, una de las razones por las que Elena no se atendió antes es que minimizó sus síntomas, probablemente por todo el trabajo dedicado al santuario (esto último es una interpretación personal que no necesariamente se infiere de las palabras citadas), y acudió con un fisioterapeuta hasta que su rodilla estaba muy hinchada; a partir de ahí supo que no se trataba de una molestia muscular.
Pienso en su vida, una vida dedicada al rescate de caballos, y lo que llega a mi mente es que indignarse es fácil, pero actuar en consecuencia es un reto ante el que estamos quienes no somos Elena.

Tal vez podemos empezar por pequeñas acciones sostenidas en una cadena de continuidades que hilen nuestras preocupaciones (cada una tenemos las propias, así que enlistaré algunas mías): en lugar de pensar: qué feo que el mundo produzca tanto plástico, podemos aquí y ahora evitar a toda costa seguir contaminando con este material (rechazando bolsas de un solo uso en el supermercado o desterrando los contenedores plásticos individuales de productos que se pueden conseguir a granel o en una mayor presentación que prescinda de pequeñas envolturas); en lugar de pensar: qué horrible es el maltrato hacia los animales, podemos empezar aquí y ahora por cambiar nuestra alimentación, una de las principales causantes del abuso sistemático hacia los seres que nos acompañan en este mundo, podemos transicionar hacia una alimentación a base de plantas que deje la explotación animal de lado; en lugar de decir: ojalá que las compañías no usaran animales para experimentar y probar sus productos, podemos decidir aquí y ahora por de nuestro consumo personal los productos de marcas como Colgate, L’Oreal, Maybelline y tantas otras de los supermercados que fomentan la crueldad (para ver marcas veganas y productos libres de crueldad disponibles en México, consultar la base de datos de PETA; no todas aparecen, por lo que recomiendo también googlear cualquier marca o producto del que quieran información seguido de la leyenda cruelty free); en lugar de entristecerse por los animales en situación de calle y no hacer nada al respecto, podemos pasar a la acción aquí y ahora, dejando de comprar animales, promoviendo la adopción responsable, esterilizando a perros y gatos que nos acompañan en casa, para evitar así que siga el círculo de reproducción y negligencia que nos ha dejado en México casi 28 millones de perros y gatos abandonados a su suerte en las calles, es decir, 1 de cada 3 perros y gatos que no tienen hogar de acuerdo con el Índice de Mascotas Sin Hogar presentado por Mars Pet.
Las alternativas a todo lo mencionado a manera de ejemplo son bastantes, pero la comodidad y los hábitos suelen pesar más para muchas personas, tristemente.
Escribiendo me doy cuenta que este también es un texto de desahogo, por cuestiones que me han pesado mucho últimamente, y también dolido. Quizá no tanto como dolió la muerte de Elena.

Y es que estoy convencida de que muchos casos de éxito en el rescate de equinos y otros animales no hubieran sido posibles sin esta maravillosa mujer. Por eso este tipo de pérdidas pesan tanto, porque se va una brújula para nosotras, una referencia de tantas causas y una figura que admiramos, contemplando su atrevimiento, su belleza y hasta su desparpajo; nunca temió mostrarse ruda (soy así, porque así tengo que ser, comentó en un video); en otro de los temas polémicos que la rodearon, llegó a defender sus operaciones estéticas comentando: la que se quiera operar que se opere y la que no, no, pero muchas de las que critican es porque quisieran operarse y no pueden (sobre esto dejo pendiente una reflexión necesaria, pero que creo merece tener un espacio aparte).
Y ya que estamos ahondando en algunas polémicas he de confesar que llegué a considerar el suscribirme a su cuenta de Only Fans, siendo la única vez que me he planteado algo así. No lo hice, quizá pesó más mi moralina no declarada y mi autocensura… pero no pesará ninguno de estos factores al momento de decirles que además de admirarla quizá también muchas de nosotras estábamos enamoradas de Elena y de su personalidad extrovertida que derrochaba sensualidad incluso cuando no se lo proponía. (Hace tiempo ya que el mandato de heterosexualidad lo he empezado a hacer a un lado, así que en estas líneas me permito esa libertad de confesar mi atracción —entiéndase en términos amplios— por ella).
Muchas de nosotras crecimos con la idea generalizada en nuestro entorno de que no hay gran cosa qué hacer por las enormes injusticias del mundo, pues el sistema nos rebasa. Ella vivió para demostrarnos que una sola persona puede hacer mucho. Por supuesto contó con un gran equipo en Cuacolandia, a los que hay que reconocer. Yo vi de primera mano a los voluntarios que se reunían para cepillar los dientes de los caballos. Así que sí, Cuacolandia también se compone de personas que no tienen la visibilidad que Elena tuvo. Sin embargo, su liderazgo fue fundamental y eso es lo que se rescató en la explanada de Bellas Artes durante su homenaje luctuoso del 24 de marzo, al que acudimos vestidas de blanco y con una veladora.


Dice Víctor que una manera de hacer las paces con esta pérdida es pensar que Elena concluyó en la Tierra lo que tenía que hacer… en tan solo 31 años. Así de poderoso fue su mensaje; así de impactantes fueron sus acciones. Sé que es una manera de verlo y que podemos buscar consuelo en distintas posturas. Y, en parte estoy de acuerdo.
Otra parte de mí, todavía cerrando estas líneas, resiente demasiado su pérdida y escribe con profunda aflicción, repasando lo que he podido contar sobre ella, que se queda corto para todo lo que fue y lo que hizo. Esa parte de mí escribe sintiéndose segura de que nos hace falta aquí y ahora, en este presente continuo que habitamos a veces con una gran desesperanza de por medio.
En mi presente, en el que respiro a veces resignada, a veces disfrutando la vida, a veces deseando que todo se acabe y que los seres humanos dejemos a este planeta en paz (y principalmente al resto de seres vivos que lo habitan), me hace falta saber que Elena está luchando una batalla sin tregua, rescatando, visibilizando, denunciando, importándole un carajo el qué dirán. Pero Elena no está ya físicamente.
Queda por decir solamente que quisiera ser tan valiente como ella en los temas que me han movido a lo largo de mi vida. He hecho lo que más he podido, con todo y mis propias circunstancias (yo soy yo y mis circunstancias, decía Ortega y Gasset), aunque tantas veces me parezca insuficiente.
Mientras Elena cabalga en una tarde soleada infinita, yo la miro a lo lejos, cada vez haciéndose más pequeña, agradeciéndole por todo y quedándome con la tarea de hacer cuentas conmigo misma, con la muerte propia, acontecimiento futuro irremediable en la vida de cualquiera, y con el legado que me gustaría dejar para que otras lo recuperen algún día a través de sus propias letras.

Inés M. Michel
Ciudad de México a 11 de marzo de 2024
(a 21 días de la muerte de Elena y todavía en proceso de aceptación)
Para leer más de Elena y su legado:
*Para donar a Cuacolandia:
Entra dando clic aquí a la página de Cuacolandia
Foto de portada:
Cuacolandia / FB





Deja un comentario