“El espíritu es la forma de lo

necesario como Estado, en general.

El Estado es, entonces, lo ético

como algo pensado y sabido”. [¡Ay!].

“¿Dónde nos encontramos hoy día con

respecto a nuestra libertad social?”.

¿Aparte de la sangre y el oxigeno, qué mueve la magia de los corazones?

Me formulo esta cuestión atendiendo un pequeño pero estupendo libro, recientemente leído, en el contexto de un trabajo y una reflexión sobre la situación actual del Estado tardío, en México y en el mundo todo.

La edición original en francés es desde 2015, pero apenas fue traducido por la editorial Herder el año pasado.

Se trata de Magia. Una metafísica del vínculo social (86 pp.), de Laurente de Sutter.

No voy a reseñarlo y no sé si lo haré más adelante; lo que voy a hacer, más bien, es partir de una hipótesis apocalíptica,  de “una destrucción posible del Estado” como depositario de la “voluntad general” (p. 15) que se formula en —nos dice el autor— el Libro IV de El contrato social, a manera de juego, y que consiste en la ruptura del vínculo social.

Lo que llama la atención de Sutter es que dicha separación no apunte tanto al derecho, sino que, más bien, se refiera a los corazones.

Y lo significativo es, sigue comentando el autor de este magnífico texto, que Rousseau se dirija a los corazones y no a la “compleja jerarquía” de vínculos del derecho, lo que a los ojos de nuestro autor hace una “flagrante contradicción” de Rousseau.

De ahí que Sutter se pregunte:

“¿Tenía conciencia de ello Rousseau? O bien, por el contrario, ¿la idea del <<vínculo social>> solo había sido para él una simple inspiración de escritor?” (Ídem).

No proseguiré, aquí, con el hilo argumentativo de Sutter que lo lleva hasta Émile Durkheim y la afirmación de éste, de que en El contrato social de Rousseau podemos encontrar una de las obras anunciadoras de la <<ciencia social>>; esto en tanto el autor de El contrato manifestaba, ya, un <<sentimiento muy vivo de la especificidad del reino social>>, según Durkheim (p. 16). Hilo que prosigue de Sutter.

Lo que me interesa destacar, ahora, es como nuestra crisis —que bien puede calificarse de civilizatoria— no consiste ya solamente en que ésta involucra al complejo sistema del derecho y sus leyes, sino que, parece tocar directa y mortalmente a nuestros corazones.

¿Es una crisis del Eros tal y como lo pensó, clásicamente, Platón en su bello Banquete?; ¿así lo confirma, también, modernamente, Byung-Chul Han en su formidable La agonía del Eros? Todo parece indicar que así es.

Para mí es aquí donde radica, precisamente, el carácter abismal de nuestra crisis; en que toca de lleno los corazones, nuestros corazones.

crisis en nuestros corazones libro de laurent de sutter

Y me llama la atención —y mucho— que sea en la ficción donde mejor se problematice dicho asunto.

Estoy pensando en una de las secuelas de The Walking Dead, específicamente en The Ones Who Live, y todavía más particularmente en el capítulo 4 y en el cierre de la primera temporada, en el que la cuestión del amor hace centro en un contexto en el que los zombis, pero no solamente ellos, en tanto no tienen corazón (metafóricamente hablando), son los agentes pasivos de tanta violencia y destrucción.

Igual o peor que todos los agentes —ya mujeres u hombres— que se arrogan para sí los parapetos pseudoestatales que se han erigido, por la urgencia misma, como las suplencias del derrumbe de la ley y los viejos Estados y de todo vínculo social, ante la asoladora irrupción de los zombis.

De ahí que lo que impere, en esa ficción, sea la violencia pura y descarnada; ya bajo la pulsión en su estado cero —el impulso de comer y comer de los zombis— o la violencia mortífera de las y los que juegan el rol de semblantes de autoridades pseudoestatales —y que son peor que ellas— en el apocalipsis zombi.

Sí, haría falta una mejor y mas detenida reflexión sobre esto y seguramente, en lugar de reseñar el libro que aquí tomé como pretexto para escribir el presente escrito, dicha tarea sí que me la asignaré, con gusto, como uno de mis pendientes.

¿Es en esto en lo que consiste la actual y vertiginosa degradación de los vínculos sociales?, me pregunto.

¿En el hecho de que estamos olvidando la magia y el amor de los corazones? ¿De nuestros corazones?

Créanme que así lo pienso.

O, ¿cómo lo ven ustedes amables lectoras y lectores?

Para ustedes, ¿dónde estaría el problema?


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