Cuerdas Ígneas

“Yo pensé más de una vez que mi madre

estaba obligada a ser Rambo y la mamá

de Bambi al mismo tiempo.”

Alma Delia Murillo, La cabeza de mi padre.

Sofia Karppi (Pihla Viitala) es una mujer madura (de 30 años) y viuda, madre de Henna Honkasuo (Mimosa Willamo) y de Emil Karppi (Noa Tola); policía e investigadora de homicidios, muy sagaz y osada. Con una vida difícil, como la de todas y todos en la modernidad tardía. Y con una familia descompuesta y recompuesta y que pone su trabajo no pocas veces, incluso, por encima del confort familiar.

Es la protagonista central de una serie televisiva finlandesa titulada Deadwind que me gustó en demasía. Acompañada todo el tiempo, en sus aventuras y desventuras, por Sakari Nurmi (Lauri Tilkanin); detective recientemente incorporado, novato pues, con quien todo el tiempo se encuentra y se desencuentra, a pesar de que es con él con quien tiene una mayor cercanía.

Es por lo que escribo sobre esta serie. ¡Cuánta diferencia con la televisión mexicana!

Mientras allá, por lo menos en esta serie, el paradigma parece ser Sofia Karppi, acá es el cuasi ideólogo de (derecha) peluche (Eugenio Derbez). ¡Vaya fiasco de televisa! Pero lo mismo hace con el fútbol, ja; y nadie dice nada y hasta le celebran que compre árbitros. 

Pero ¿en qué es diferente de las series que usualmente vemos por estos lares?

En el ritmo narrativo, en primer lugar, mucho más lento que los programas estadunidenses, más interesante y con menos violencia gratuita; además de una mayor complejidad y profundidad en cuanto a lo que acontece y su sentido no solamente dentro de la ficción narrativa, sino para la vida misma, fuera de la pantalla.

Y es que a Karppi se le va la vida en la búsqueda de la verdad y en encontrar a las y los responsables de los crímenes que persigue. ¿Simple amor a su trabajo?

¡No! Hay algo del orden existencial y vital en sus indagatorias: saber qué pasó con la muerte (¿por accidente?) de su pareja. Cuestión que no queda clara del todo.

Solamente ella, como nadie en la policía finlandesa, es capaz de fijarse en las cosas más importantes o en los detalles más finos para dilucidar la trama de los acontecimientos delictivos. Y de ese modo dar cuenta de los asesinos, que a veces casi se la llevan por delante.   

Y suele tener razón, aunque su proceder de ninguna manera es ortodoxo y por ende no es aceptado por sus compañeros y jefes. Al grado de que una ocasión es perseguida por sus propios camaradas de oficio, como si fuera una delincuente.

Hasta el momento son tres las temporadas que he visto y no sé si son todas o habrá más. Parece que no.

La primera está compuesta de 12 capítulos y la segunda y tercera temporadas tienen 8 capítulos cada una; en total, hasta ahora, son 28 capítulos.

En cada una resuelve la trama de una serie de asesinatos, relacionados todos; ya sea motivados por cuestiones de corrupción de las empresas o de las y los políticos.

Cosas que pasan en todos lados, inclusive en la Finlandia que goza de gran prestigio por su exitoso sistema educativo.

Por lo que se ve en la serie, la corrupción también campea en Finlandia; más fina si quieren, pero igualmente de nefasta en cuanto pervierte el sentido de la vida social toda. Y, además, cuesta no pocas vidas humanas.

¿Y la justicia?

Es aquí donde entra Karppi.

Recordemos que, actualmente, en México y en el mundo, vivimos en un tiempo de mujeres.

Y Sofia Karppi lleva la voz cantante de la serie toda. Es, como ya lo dije, el personaje central.

Pihla Viitala, la actriz que representa a Sofia Karppi, logra encarnar, de la mejor manera, las cuitas existenciales de un personaje capaz de actuar por sí misma, más allá de los mandos (ya sean hombres o mujeres), poniéndose incluso en riesgo.

Sobre todo, nos muestra la dificultad de ser madre de una adolescente (que delinque) y de un niño (que es secuestrado), teniendo el trabajo que tiene; pero la dificultad, creo, es inherente a la función misma de ser madre. A lo que se suma el hecho de que es una mujer policía.

Pero también aparece la dificultad de ser padre; es lo que le acontece a su compañero, Sakari Nurmi, ya al final, al enterarse, éste, de que el hijo del que va a hacerse cargo no es suyo, biológicamente; a lo que Karppi le dice que es lo que menos importa.

Y sí, la función de la paternidad pasa por otras vías que las naturales y biológicas. Pasa por inscribir al hijo en la dinámica social y simbólica; es decir, en el mundo propiamente humano. Y no necesariamente es el padre biológico el que mejor desempeña esta función.

Son muchas peripecias por las que atraviesan juntos, Karppi y Nurmi; y no siempre de manera armoniosa, como suele suceder con todas las relaciones humanas, conflictivas de por sí. Se aman y se odian por momentos. Pero son los grandes compañeros de trabajo y son también amigos y hasta amantes.

Este es uno de los tinos de la serie, desde mi perspectiva; pues la aleja de la visión un tanto inverosímil que tienen, como sello, las y los personajes de corte hollywoodesco. Que tienden al superheroísmo y son poco verosímiles, en tanto poco o nada tienen que ver con personajes cotidianos, de carne y hueso, como cualquiera de nosotros. Pero son los que usualmente vemos, en la televisión y en las series de por acá; pero ahora con las plataformas, podemos ver otras cosas, y qué bueno.

Me gustaría, en otro momento, ser más específico y detenerme en alguno de los capítulos para explayarme sobre por qué me gusto esta serie. Analizar la profundidad de su contenido en situaciones muy puntuales, en el contexto de lo que se narra en algunos capítulos clave.

Por ahora baste con trasmitirles que me agradó y mucho y decirles que, sí, no será fácil su seguimiento, exige mucho mayor concentración que las series de puro entretenimiento, pero al final vale la pena, pues nos muestra la complejidad de la vida moderna sin edulcoraciones de por medio.

Tal y como es.

Y es que las series no necesariamente tienen que ser un escape ante la vida, pueden ser incluso una enseñanza; creo que es lo que nos muestra Sofia Karppi a través de sus aventuras policiales, que son, finalmente, sus aventuras ante la vida en tanto policía y encargada de atrapar a las y los que infringen la ley.

No me resta, pues, más que decir que la actuación de todas y todos los actores que aparecen en la serie es sumamente sobria y bastante atinada; en particular las de Pihla Viitala y Lauri Tilkanin.

Pero yo me quedo con los ojos y la mirada tan expresiva que tiene la actriz finlandesa. Y con la caracterización que hizo de su personaje, Sofia Karppi, que ya es parte de nosotros, como sujetos de la modernidad tardía. Aunque nos seamos finlandeses.    

¿Qué pensarán las y los connacionales de Sofia Karppí?

Me gustaría saberlo.

Mientras tanto, no se pueden perder esta excelente serie calificada como Nordic noir.

P. D.

Quise, ahora, escribir sobre esta serie, a pesar del enorme retraso en cuanto a la escritura, sobre los libros que he leído últimamente; ya iré dando cuenta de ellos, poco a poco, en este espacio. Es obvio que la relación entre la serie y el libro del que tomo el epígrafe apunta a la función materna; ya me detendré en ello, con cierto detalle, más adelante, en otro texto. Dejo aquí.

J. Ignacio Mancilla

Guadalajara Jalisco, colonia Morelos, a 11 de julio de 2024.

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Imagen de portada: fotograma de Deadwind (R. Jokela/J. Olavi Rantala/K. Porkka, Dionysos Films/H&V Production) / Netflix.