Dos películas de animación recientes me conmovieron hasta las lágrimas, las dos nominadas en la pasada premiación de los Oscars. De una ya hablé en estas Cuerdas, la maravillosa Flow.

Hoy es el turno de Memoir of a Snail (Memorias de un caracol, Adam Elliot, Australia, 2024/Madman Entertainment).

Catarsis sería la palabra indicada para plasmar en este momento mi sentir dentro de la sala de cine.

memorias de un caracol poster cartel película
Póster promocional ‘Memoir of a Snail’ / Filmaffinity.

Los martes es nuestro día para ir al cine, Vic y yo tenemos ese pequeño ritual, un acontecimiento que rige nuestra semana. Todo lo «acomodable» es coordinado para que el martes a partir de las seis de la tarde quede disponible para adentrarnos en los misterios de la sala oscura (chiste/referencia local que Vic entenderá muy bien). Cuando cuestiones de fuerza mayor nos impiden acudir el martes entonces el miércoles es el día que lo sustituye. Hay semanas tristes que no vamos, como esta, por haber estado enferma de la garganta desde el lunes. Sin embargo, el ritual ha permanecido sin muchos cambios desde nuestra llegada a Cdmx en 2017, incluso durante la crisis pandémica, momento en que disfrutamos en cuanto fue posible de las salas reabiertas semivacías.

El martes 11 de marzo tocó decidir a cuál película iríamos. Usualmente nos dividimos, Vic escoge una y yo la siguiente, intentando ver un poco de todo y compartir los gustos de la otra persona, llevándonos sorpresas en ese sentido, porque he acudido a ver cintas elegidas por él que pensé que no me iban a gustar, resultando todo lo contrario.

Ya habíamos visto hace no muchas semanas atrás Flow y dudé entre escoger nuevamente una de animación u otra alternativa. Era mi turno esa semana. Elegí al caracol 🐌, un poco por el horario, un poco por la duración y también porque el póster promocional me encantó (desde hace años no leo sinopsis de filmes y es un mandamiento que me tomo muy en serio desde que en el marco del Festival Internacional de Cine de Guadalajara leyera una sinopsis sobre El baño del Papa que de haberla leído antes de ver el filme me lo hubiera arruinado por completo).

Fue así que terminé sentada en la fila «P» de la sala 7, asiento 18. Me acomodé, pensando en que disfrutaría la película; definitivamente no estaba preparada para lo que iba a ver.

Decía que catarsis es el término indicado para hablar de mi experiencia. Y es que, de los 94 minutos que dura la cinta, calculo que estuve llorando unos 30; aproximadamente un tercio del metraje.

sala de cine oscura butacas
Imagen: Vinícius Vieira ft / Pexels.

Memoir of a Snail es un drama, o más bien una tragicomedia hecha con tanta agudeza y sensibilidad que te permite replantearte aspectos fundamentales de la vida en muy corto tiempo.

Sí, en la vida pasan cosas horribles e inexplicables (diría Agatha Trunchbull en Matilda), pero lo que importa no es tanto lo que te pasa en la vida, por más trágico y difícil que pueda ser, sino lo que haces con lo que te pasa, las decisiones que tomas, el camino que, a pesar de (o con todo y) los problemas decides transitar.

En ese andar que es la vida, uno que a veces parece cuesta abajo y muchas veces cuesta arriba, habrá experiencias amargas, amistades o relaciones rotas, dolorosas pérdidas y distintas afrentas que sobrellevar. También, si tenemos la disposición para ello, habrá enseñanzas muy valiosas, personas que nos amarán incondicionalmente y lugares maravillosos por explorar.

Enamorarse de la vida no es nada fácil. Yo misma he renegado múltiples ocasiones de lo que implica estar viva. Por mucho tiempo estuve enojada, conmigo, con mi entorno, con los problemas, con el mundo que se desmorona, pero sobre todo conmigo misma.

Pienso en la última prueba que tiene que pasar Tris Prior para abrir la caja que contiene un mensaje de los fundadores en la trilogía Divergent.

Tris tenía que pasar la simulación de Amity (Cordialidad), una facción que se caracteriza por la amabilidad y el perdón. En ese momento, Tris estaba muy enojada, había perdido a su madre, a su padre, su hogar había sido destruido y una tirana estaba tomando el control de Chicago en el futuro postapocalíptico que dibuja la escritora Veronica Roth (1988) en su serie distópica de novelas.

Tris llega a la simulación de Amity, la última de las cinco que debe concluir y se da cuenta de que quien la confronta en el tramo final de la simulación no es Jeanine Matthews (la tirana) ni ningún otro de sus enemigos. Es ella misma, en un reflejo siniestro que comienza a actuar por cuenta propia para intentar obligarla a pelear. Ella cierra el puño y está lista para atacar, pero finalmente se da cuenta de que el único camino para continuar es perdonarse a sí misma. Aunque su Doppelgänger la provoca, diciéndole que nadie la va a perdonar porque es letal y que todos los que la quieren terminan muriendo por su culpa, ella cierra los ojos y, después de una lucha interna que casi le cuesta la vida, suelta ese rencor, se perdona a sí misma y se permite avanzar dejando atrás el dolor y la ira. La simulación de Amity concluye en ese momento con éxito.

Detrás del enojo, de la rabia, de la ira, lo que hay es dolor, dolor y heridas no sanadas del todo o incluso abiertas. Eso lo aprendí con mi queridísima Amaitsisi (Ana Isaura González Flores), amiga y compañera de muchos proyectos profesionales.

Para poder dejar ir el enojo, tiene que sanar tu niña interior, tienes que soltar culpas y dolores que se arrastran incluso desde la infancia. Estoy en ese proceso, quizá más en paz conmigo misma de lo que nunca he estado. Y podría decir que, a casi cuatro décadas de mi nacimiento, me volví a enamorar de la vida, tal vez con la misma intensidad que siendo niña (la infancia es la maestra en cuanto a lo que podemos llegar a disfrutar de la vida, sin los miedos y prejuicios en que nos montamos en etapas posteriores).

La catarsis viendo Memoir of a Snail tiene mucho que ver con este estadio por el que transito. Las vivencias del personaje principal son muy dolorosas, Grace Prudel (con voz de Sarah Snook) va atravesando ese dolor, casi como en piloto automático. Y un día hace una amistad que le cambia la vida para siempre. Pinky (con voz de Jacki Weaver), su nueva amiga, le enseña a enamorarse de la vida, la acompaña cuando sentía que se había quedado completamente sola y juntas viven experiencias inolvidables.

En la historia se plantea la idea de los viajes prometidos, esos que queremos hacer y por alguna razón son postergados, porque la vida y las «obligaciones» nos van tragando. El horizonte del viaje nos permite soñar, desear e ir caminando, pero no debemos dejar que se quede siempre siendo horizonte.

En mi historia también hay viajes prometidos, un regreso a Italia y otras tantas latitudes por conocer. Comencé a llorar en la sala oscura y no paré. Desde Black Swan o quizá Whiplash no me pasaba de esa manera. La fila estaba completamente vacía, así que lloré, reí, saqué mis pañuelos, tapé los fuertes sollozos con la manga de mi abrigo beige que quedó llena de mocos, Vic apretó mi mano. Se prendió la luz y solo pude pensar que ya es momento de avanzar a la siguiente aventura; que la vida es un suspiro, uno que se acaba más pronto de lo que creemos; que nos pasan muchas tragedias, sí, pero también hay tantas alegrías sencillas, fundamentales; tomar el sol junto a Brina en la calle de Guanajuato, recorrer el parque de noche, siguiendo el caminito alumbrado por las farolas, decir el verso que escribimos Vic y yo para antes de la comida; decir nuestro verso antes de dormir; compartir una tabla de no-quesos y no-carnes frías veganas con el círculo de Búhos lectores; escribir esta Cuerda…

Hace como un mes, les hablé de Grinberg, de las meditaciones, de la realidad… hoy cierro esta reflexión con lo más bonito que me ha pasado en Cdmx desde mi llegada (la tercera de ellas, pues mi infancia y un chachito de mi época preparatoriana transcurrieron felizmente en esta capital): hoy no estoy enojada, no lo he estado en semanas, mis músculos se sienten diferentes, mis emociones fluyen distinto, podría decir que me siento como atravesada por un rayo de luz, «alineada». ¿Alineada con qué? Tal vez con el universo, con mi propia existencia, con el sentido que le doy al mundo y a mi vida, con el amor.

Cuando te alineas con el universo y la mátrix lo sabe. (De izq. a der.: Omar, Víctor Hugo, Inés y Amaitsitsi en Mexa, Roma Norte, marzo de 2025. Foto: Omar Nájera S.)

Entendí que desde el bienestar, desde el amor, desde el autocuidado y desde la tranquilidad también se puede cambiar el mundo, mi mundo.


Flow (Gints Zilbalodis, Letonia-Francia-Bélgica, 2024/Dream Well Studio-Sacrebleu Productions-Take Five).

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