“¿Que Cristo habría salvado el mundo?
Pues sí que debió salirle mal.”
“He acabado harto del placer de las
ilusiones […] Finalmente comprendí
que también nuestra complacencia
en la verdad se basa en el placer
de la ilusión.”
Fragmentos póstumos, Primavera-Verano de 1878.
El próximo 25 de agosto, Nietzsche cumplirá 125 años de haber fallecido; aunque cabe señalar, en este texto, que 11 años antes se había derrumbado mentalmente, pues en los primeros días de 1889 se había colapsado.
Sin embargo, Nietzsche sigue siendo, a pesar de los años transcurridos de su derrumbe y de su muerte, un filósofo para pasado mañana; es decir, es un pensador intempestivo.
Es, quizás, debido a esa radical intempestividad, todavía, que Nietzsche sigue siendo un filósofo sobre el que no deja de publicarse; y, prácticamente, año con año, aparece un nuevo libro sobre él.
Este 2025, el pasado abril, se publicó en español el texto, Nietzsche hoy: una propuesta filosófica al futuro, de Giuliano Campioni (director del Centro Colli-Montinari y curador y jefe del Archivo Epistolar de las obras de Nietzsche de Colli-Montinari) y Gerardo Martínez Cristerna (presidente de la Fundación Ética Mundial de México).
El libro fue editado por Advanced Matketing, S. de R. L. de C. V. y consta de 272 pp.

Está compuesto de múltiples apartados (el primero, La cosmovisión de Nietzsche en el siglo XXI y el último, Nietzsche y los “psicólogos franceses”: Stendhal, Taine y Bourget), todos ellos de sumo interés; por lo que aquí, a manera de motivación para su lectura, me ocuparé solamente de uno de los puntos desarrollados por sus autores, que tienen una enorme pertinencia desde la perspectiva del tiempo nietzscheano, todavía por-venir.
Dicho con otras palabras, Nietzsche sigue siendo actual, en pleno siglo XXI, no obstante, el tiempo transcurrido de su caída y deceso.
Suelo decir en mis cursos que todas las obras de Nietzsche, aparte de los títulos, más que conocidos, tienen subtítulos, siempre muy apropiados, pero menos conocidos y hasta desconocidos; y que son muy importantes para la comprensión del sentido de la obra nietzscheana.
Nada más y nada menos que el título de este escrito, que no pretende otra cosa más que motivarlos a leer la obra aquí comentada, juega con el subtítulo de una de las obras más significativas para la comprensión del viraje del pensamiento de Nietzsche: Humano, demasiado humano (1878), cuyo subtítulo es Un libro para espíritus libres.
Dedicado además a Voltaire.

Es en el tema de Dios y su muerte, donde podemos apreciar mejor la dimensión subversiva del pensamiento nietzscheano.
¿Acaso no sigue siendo tremendamente intempestivo el famoso parágrafo 125 (El hombre loco) en el que Nietzsche plantea cómo todas y todos somos los asesinos de Dios; además de las tremendas consecuencias de dicho acontecimiento?
De hecho, es un aforismo que todavía nos hace temblar, a 143 años de haber sido publicado.
Va, disfrutemos, no sin temores y temblores, para citar otro pensador no menos intempestivo que Nietzsche, la tonalidad de ese todavía inquietante escrito:
“El hombre loco.- No habéis oído de ese hombre loco que en la claridad de la mañana encendió una linterna, corrió al mercado y comenzó a gritar sin cesar: <<¡Busco a Dios! ¡Busco a Dios!>> – Como estaban allí reunidos muchos de los que no creían en Dios, provocó una carcajada. ¿Qué, se ha perdido?, decía uno. ¿Se ha extraviado como un niño?, decía otro. ¿O está escondido? ¿Tiene miedo de nosotros? ¿Se ha embarcado? ¿Ha emigrado? – así exclamaban y reían todos a la vez. El hombre saltó en medio de ellos y los penetró con su mirada. <<¿Adónde ha ido Dios?>>, exclamó, <<¡yo os lo diré! ¡Nosotros lo hemos matado, vosotros y yo! ¡Todos nosotros somos sus asesinos! ¿Pero cómo hemos hecho esto? ¿Cómo hemos sido capaces de beber todo el mar? ¿Quién nos dio la esponja para borrar todo el horizonte? ¿Qué hemos hecho al desprender la tierra de su sol? ¿Hacia dónde se mueve ahora? ¿Hacia dónde nos movemos nosotros? ¿Lejos de todos los soles? ¿No nos precipitamos permanentemente? ¿Y también hacia atrás, hacia adelante, hacia todos lados? ¿Hay aún un arriba y un abajo? ¿No erramos como a través de una nada infinita? ¿No sentimos el hálito del espacio vacío? ¿No hace más frío? ¿No viene continuamente la noche y más noche? ¿No es necesario encender linternas por la mañana? ¿No oímos aún nada del ruido de los enterradores que entierran a Dios? ¿No sentimos aún el olor de la descomposición divina? – ¡también los dioses se descomponen! ¡Dios ha muerto! ¡Y nosotros lo hemos matado! ¿Cómo nos consolaremos, asesinos entre los asesinos? Lo más sagrado y poderoso que poseía el mundo hasta ahora se ha desangrado bajo nuestros cuchillos. – ¿quién quitará de nosotros esta sangre? ¿Con qué agua podríamos purificarnos? ¿Qué ceremonias expiatorias, qué juegos sagrados tendremos que inventar? ¿No es la grandeza de este acto demasiado grande para nosotros? ¿No tenemos que volvernos nosotros mismos dioses para ser siquiera dignos de él? ¡No ha habido nunca un acto más grande, – y todo el que nazca después de nosotros formará parte, por ese acto, de una historia superior a toda historia habida hasta ahora!>> – Aquí calló el hombre loco y volvió a mirar a sus oyentes: también ellos callaban y lo observaban sorprendidos. Finalmente, lanzó al suelo su linterna, que saltó en pedazos y se apagó. <<Llego demasiado pronto, dijo entonces, no es aún mi tiempo. Este acontecimiento monstruoso está todavía en camino y se desplaza, – no ha llegado aún a los oídos de los hombres. El relámpago y el trueno necesitan tiempo, la luz de las estrellas necesita tiempo, los actos, para ser vistos y oídos, necesitan tiempo aún después de haber sido realizados. Este acto les sigue siendo más lejano que las estrellas más lejanas –¡y sin embargo lo han hechos ellos mismos!>> – Se cuenta además que el hombre loco irrumpió el mismo día en diferentes iglesias y entonó su Requiem aeternum deo. Expulsado e interrogado, habría respondido siempre esto: <<¿Qué son acaso estas iglesias sino las fosas y los sepulcros de Dios?>> -“ (Nietzsche, La gaya ciencia, versión de Juan Luis Vermal; Obras completas, V. III, Tecnos Editores, Madrid, 2014), pp. 802-803.

En el libro que estoy promoviendo para que lo lean, hay un apartado que se llama Nietzsche y la sombra de Dios, en el que se analiza la radicalidad del filósofo de Röcken con respecto al tema de Dios, pero sobre todo de su ausencia.
Tan es así, que Nietzsche nos advierte, que habría que ir más allá de los sustitutos de Dios (la ciencia, el arte y otros paliativos actuales); incluso más allá de la sombra de Dios, si lo que se quiere es posibilitar el advenimiento no del súper hombre (Übermensch), sino, apenas, del hombre superior.
Para decirlo en el lenguaje de Así habló Zaratustra. Un libro para todos y para nadie.
Y conste que este punto todavía es muy caro a la modernidad tardía, momento histórico en el que nos encontramos; asfixiados, hasta casi desfallecer, por el nihilismo, omnipresente en todos los recovecos culturales de nuestro tiempo.
¿Acaso necesitamos algo más para demostrar la pertinencia de la filosofía nietzscheana y su carácter intempestivo?
¿No es la guerra, hoy, el sustituto ominoso de la sombra de Dios?
¿Por qué no somos capaces de comportarnos a la altura de su ausencia?
¿Por qué sigue dominándonos su sombra?
¿Por qué tanta dificultad para liberarnos de los aspectos sombríos de su sombra?
Van algunas de las ideas que encontré al respecto en la obra de Campioni y Martínez Cristerna.

El apartado mencionado tiene 34 páginas y los autores comienzan remitiendo a los parágrafos 108 y 109 de La gaya ciencia; recordemos que el parágrafo de El hombre loco, aquí citado, es el 125.
Es en el aforismo 108 (Nuevas luchas) que Nietzsche nos habla de la “sombra” de Dios y ahí nos advierte:
“Dios ha muerto: pero tal como es el modo de ser de los hombres, quizá seguirá habiendo durante siglos cavernas en las que se muestre su sombra. – ¡Y nosotros – nosotros tendremos que derrotar aún a su sombra!” (p. 794).
El aforismo 109 es mucho más complejo, de modo que antes de rescatar algunas de sus ideas centrales, primero agotemos el tema de la sombra de Dios.
Esto si queremos aspirar, seriamente, a ser llamados “espíritus libres”.
Campioni y Martínez Cristerna dicen, en su libro, que:
“Nietzsche ha recurrido muchas veces a la imagen de la sombra (de las sombras) del héroe histórico que actúa con fuerza sobre el presente: esto a partir de Sócrates (más allá de los contornos reales de su figura) cuya acción domina la modernidad” (p. 167).
Como se ve, no es una batalla fácil la lucha contra las sombras.
¿Qué sombras, aparte de la de Dios, nos siguen hoy subyugando?
¿A qué Dios seguimos sacrificando nuestras vidas, con nuestros empecinamientos guerreros?
¿Qué Dios es el que adoran Netanyahu y Trump?
¿No es el dinero una sombra de la sombra?
¡Ay, Marx y su fetichismo de la mercancía y del dinero!
Siempre tan pertinente.

Campioni y Cristerna, en su texto, que tanto recomiendo, no solamente nos remiten al borrador del parágrafo 125, aquí citado de forma completa, como ya dije, sino, también, a los escritos preparatorios de El nacimiento de la tragedia, el primer libro de Nietzsche; en el que se ocupa, entre otras cosas, además de la tragedia, de la figura de Sócrates.
¿Acaso es ocioso advertir que el Nietzsche previo a la locura se ocupó, precisamente, de la figura de Sócrates en El crepúsculo de los ídolos?
Ahí Nietzsche tituló El problema de Sócrates a un apartado que es crucial en la comprensión del último Nietzsche.
¿Es necesario aclarar que el de del apartado, hay que entenderlo tanto en el sentido objetivo como subjetivo?
Bien, ahora veamos algunos de los puntos abordados por Nietzsche en el parágrafo 109 que lleva como título ¡Guardémonos!
Ya había dicho que es muy complejo, por lo que solamente rescataré dos o tres ideas.
Una idea es el caos y el azar.
Para Nietzsche el universo no tiene finalidades y, por tanto, no tiene sentido hablar de belleza, de orden o cualquier otra categoría moral o estética.
También nos dice ―segunda idea― que debemos de abstenernos de oponer muerte y vida, pues para el Maestro de los aforismos: “Lo viviente es sólo una especie de lo muerto, y una especie muy rara” (p. 795).
¡Ay, Freud y su Más allá del principio de placer!

La tercera idea, que tiene que ver con la sombra, es aquella donde el filósofo creador del súper hombre (Übermensch, el profesor Jorge Manzano prefería traducir ultra hombre), afirma que “la materia es un error”; pero citemos completa la parte final del parágrafo, para que se entienda su pleno sentido:
“Guardémonos de pensar que el mundo crea eternamente algo nuevo. No hay substancias eternamente duraderas; la materia es un error del mismo tipo que el dios de los eléatas. ¡Pero cuándo acabaremos con nuestra precaución y nuestro cuidado! ¿Cuándo dejarán de oscurecernos todas estas sombras de dios? ¡Cuándo habremos desdivinizado por completo la naturaleza! ¡Cuándo podremos comenzar nosotros, hombres, a naturalizarnos con la naturaleza pura, recién encontrada, recién redimida!” (p. 795).
Es claro que un análisis de todo lo implicado en este parágrafo, nos llevaría mucho más tiempo y espacio; por lo que habrá que hacerlo en otra ocasión.
Pues aquí solamente queremos promover la lectura del libro de Giuliano Campioni y Gerardo Martínez Cristerna y su tino en traer, de nuevo, algunas de las ideas más intempestivas de la obra y la filosofía de Nietzsche.
Para deleite nuestro.
Solamente he reflexionado sobre algunas de sus ideas.
Usted juzgue, amable lector o lectora, si el presente texto cumple con esa finalidad.

Ficha bibliográfica y referencias:
Campioni, Giuliano y Martínez Cristerna, Gerardo; Nietzsche hoy: una propuesta filosófica al futuro, Advanced Marketing, S. de R. L. de C. V., México, 2025, 272 pp.
Nietzsche, Friedrich, La gaya ciencia; versión de Juan Luis Vermal en Obras completas, Volumen III, Editorial Tecnos, Madrid, 2014.
————————-, El crepúsculo de los ídolos; versión de Joan B. Llinares en Obras completas, Editorial Tecnos, Madrid, 2016.
————————–, Fragmentos póstumos, Volumen I (1869-1874), Editorial Tecnos, Madrid, 2010.
————————–, Fragmentos póstumos, Volumen II (1875-1882), Editorial Tecnos, Madrid, 2008.
————————–, Fragmentos póstumos, Volumen III (1882-1885), Editorial Tecnos, Madrid, 2010.
J. Ignacio Mancilla
Guadalajara Jalisco, colonia Morelos, a 21 de junio de 2025.
Imagen de portada: Friedrich Nietzsche (Gustav Schultze, 1882) / WikiCommons.





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