El viernes 4 de julio se llevó a cabo la primera marcha contra la gentrificación en Cdmx, un movimiento que ha escalado a nivel global para exigir acceso igualitario a la vivienda digna y posicionarse contra el despojo y la marginación de habitantes originarios de barrios que por causa de la especulación inmobiliaria, el turismo, el auge de los departamentos para estancias cortas y otros factores relacionados con el encarecimiento de la vivienda han tenido que desplazarse a otras zonas o incluso terminan yéndose a la periferia en condiciones sumamente precarias.
Vivo en la Roma desde 2018. Conozco bien la zona llamada Roma-Condesa y tengo una postura crítica frente al privilegio que se otorga a turistas extranjeros, gente blanca y a los altos poderes adquisitivos que no solo han encarecido la vivienda, sino también servicios, oferta cultural y recreativa y espacios como restaurantes, cafeterías, entre otros.

A varios días de lo ocurrido uso esta Cuerda como una hoja más de mi Cuaderno de Apuntes, en el que plasmo reflexiones y, sobre todo, los sentimientos que llegan mezclados y que hay que comenzar a desenredar, ayudada por la escritura que es a la vez refugio, herramienta, bálsamo y luz.
En un inicio pensé en unirme a la marcha. Ocupaciones y olvidos de por medio hicieron que no recordara hasta altas horas del viernes la convocatoria. Comencé a ver las noticias e imágenes en redes sociales y lo primero que sentí fue tristeza. Grupos de personas habían agredido a otras durante su paso por algunas calles y sitios de encuentro, fueron dañados inmuebles y negocios. Me sentí especialmente triste por el Café Toscano, cerca de la Plaza Río de Janeiro, un lugar al que le tengo cariño y en el que aventaron petardos, confrontándose con trabajadoras/es del lugar y tirando piedras, situación durante la que por lo menos una trabajadora resultó lesionada de una mano, según se consigna en el testimonio de Karen, subido en video por El Universal Online.
En el pasado he participado en diversas marchas y movilizaciones, sé que la mayoría de los medios se enfocan en reportar este tipo de episodios violentos, quitando el foco del resto de formas de protesta que de inmediato pasan a segundo plano en aras de hablar de la violencia.


También sé que la violencia estructural que padecemos y padecen muchas personas en su día a día, ya sea por tener que trasladarse desde la periferia para poder acudir a su trabajo, así como por otras condiciones de precariedad que afectan a la mayoría de habitantes de la capital, es muy poco atendida y ahí debería estar el foco de los medios y reportes.
Sin embargo, no he dejado de pensar y de preguntarme, ¿a quién beneficia que haya estos enfrentamientos focalizados entre ciudadanas/os?
Porque la realidad es que las personas agredidas en cafeterías y negocios «de blancos» o de marcas señaladas por ser cómplices de las violencias del capital como Starbucks o Banamex son atendidas por personas mexicanas no privilegiadas. ¿Es el camino tirar piedras a negocios donde están otras personas, sean o no trabajadoras del lugar?

He leído todo tipo de opiniones en redes sociales sobre estos hechos. Muchas de ellas están marcadas por el clasismo tan presente en la cultura mexicana. En mi caso, lo que quisiera es entender ¿por qué en 2025 no tenemos una manera realmente contundente de organizarnos y llevar a cabo acciones contra las injusticias sin tener que recurrir a desfogues de ira que son reactivos, momentáneos y de corto alcance?
Reconozco que la gentrificación se colocó en el tema de conversación nacional a raíz de la marcha, comenzándose a hablar en muchos espacios de este fenómeno. Pero ¿para ello eran necesarias las piedras, los petardos, los insultos a extranjeros caminando por la calle? Si la respuesta es sí, nuevamente lo que siento es tristeza y algo de frustración.


Tal vez mis privilegios hagan que pueda optar por la escritura en lugar de las piedras. Puede ser. Tal vez también sea necesario revisar nuestras estrategias.
Témoris Grecko escribió a partir de la columna de Viri Ríos en Milenio titulada La marcha contra la gentrificación fue por todos:
«»No se van a ir, los vamos a sacar», coreaban algunas personas de la marcha contra la gentrificación. Así le hacen el juego al gran capital, el de enfrentar a la gente con la gente, como siempre lo ha hecho.
(…) [Esta columna es] para quienes quieren entender el fenómeno de la gentrificación y articular acciones mejor dirigidas a enfrentarlo, no a pelearnos entre nosotres mientras las grandes empresas siguen expandiendo sus negocios».


Con esto fue con lo que me dormí el viernes. ¿A quién beneficia que haya este odio campando por nuestras calles? ¿A quién beneficia que las acciones vayan dirigidas contra establecimientos concretos en un arranque de furia, sin que realmente nos coordinemos para frenar las maquinarias explotadoras del capital? Y, ¿a quién se perjudica realmente tirando piedras en un Starbucks o Banamex cualquiera? A las corporaciones y a sus prácticas no creo, estas seguirán intactas después de acciones que son más bien explosivas y de corto alcance, que sirven para llenar titulares unos cuantos días, ¿y después?


¿Y a quién se perjudica atacando negocios como el Café Toscano? ¿Al capital y a los procesos que han desencadenado la gentrificación? Una respuesta afirmativa a la última pregunta me costaría trabajo creerla y de lo que sí estoy segura es de que ni Karen ni ninguna otra trabajadora o trabajador de este lugar merecían el trago amargo que pasaron el viernes o ser lesionadas/os durante sus labores.
¿Estamos haciendo esfuerzos coordinados y efectivos contra las violencias capitalistas? ¿O estamos siendo reactivxs, descargando ira y enfrentándonos entre nosotrxs sin estrategias a largo plazo? Las consignas y las pintas muestran algo que tenemos que atender, no desde un discurso de odio, no desde el coraje dirigido a personas o lugares específicos, sino desde el acompañamiento colectivo y la búsqueda de estrategias de resistencia sólidas y creativas.

Del enfrentamiento vivido el viernes y de los mensajes que señalan a los extranjeros como enemigos identificados responsables de un fenómeno estructural, solo resalta un ganador, el capital, como siempre, como Témoris lo señala bien. Hasta que podamos imaginar y articular algo realmente distinto. ¿Podremos? Mi apuesta camina hacia allá.
Inés M. Michel
Imagen de portada: Orizaba, Roma Norte, 8 de julio de 2025 (foto: @inesmmichel).





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