Cuerdas Ígneas

“¿Qué partido de oposición no ha sido acusado

de comunista por sus adversarios en el poder?”.

“El capital no es, pues, un poder

personal, es un poder social”.

“Los proletarios no tienen nada que perder, salvo

sus cadenas, y tienen todo un mundo por ganar”.

Karl Marx, Manifiesto del partido comunista

El lunes 22 de septiembre, los estudiantes libres y críticos de la Universidad de Guadalajara, se manifestaron, a través de una marcha que partió de la Rectoría General hacia el Palacio de Gobierno; previamente entregaron en la Universidad varios pliegos petitorios.

De dichos documentos, cabe destacar —muy sintéticamente— los siguientes puntos centrales:

• Reforma de la Ley Orgánica de la Universidad de Guadalajara.

• No a las elecciones del Consejo General Universitario (CGU).

• Rechazo de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) por no representarlos y ser, más bien, una instancia oficial en la que las autoridades se figuran a sí mismas, pero con la mascarada estudiantil; que siempre le hace el paro. Y también repudian a los sindicatos, tanto al STUdeG como al STAUdeG, porque tampoco los personifican como estudiantes.

Quiero, por el momento, concretarme a estos tres puntos, por su importancia y por ser el motivo de la manifestación del 10 de septiembre; fecha en que fueron golpeados, vilmente, por profesores y demás porros.

Como docente que llevo en las aulas ya 47 años de servicio, me indignó, sobremanera, que alguien, por iniciativa propia o porque le fue ordenado, se haya prestado a tal bajeza.

Todo por un salario, coreaban las y los estudiantes en la marcha, y no irónicamente.

¿Por qué la rectora, la primera mujer en ocupar dicho cargo, solamente dijo —en términos generales— que se investigará?

Las imágenes de los videos son muy claras; y ya hace más de una semana –15 días para ser exactos—, que la agresión se dio y no hay, hasta la fecha, resultados de la “investigación prometida”.

¿Todo quedará en el olvido?

En la marcha me sentí muy contento y hasta cuidado por las y los estudiantes. Una de ellas estuvo conmigo, muy buen rato, con un paraguas, para protegerme del sol; además de que me ofrecieron agua, electrolitos y hasta bloqueador.

Muchas gracias por todo esto y sobre todo por su valor.

Fueron alrededor de mil estudiantes, mujeres y hombres. Y estaban muy bien organizados.

La parte triste tiene que ver con mis colegas, lamentablemente; las y los profesores. Fuimos muy pocos.

¿Por miedo?

Seguramente, además de otras cuestiones, personales y no.

Y es que la institución —con su lógica corporativa y FEG-osa—, tiene muchos recursos administrativos, legales y no, para inhibir la participación crítica de las y los maestros. Y también de las y los estudiantes.

Sin embargo, con las y los colegas que marché, pude reconocerme, en la dignidad, de una lucha que apenas comienza y que puede llevarnos a tener, por fin, una Universidad de Guadalajara democrática y popular; inmiscuida en los problemas locales, nacionales y mundiales. Inclusive hubo un posicionamiento de parte de las y los profesores.  

Esto es lo que anhelamos quienes hemos sido críticos de por vida en nuestra Universidad.

¡Sí, nuestra Universidad!; pues no es patrimonio del autodenominado Grupo Universidad.

¡Cuánto nos ha costado el ser críticos!

Pero aquí seguimos, en la lucha, por la democratización de la Universidad de Guadalajara, que está, ya, a muy poco tiempo de cumplir un siglo de su reapertura.

¡Y sigue con un modelo totalmente anacrónico en su estructura de gobierno y hasta en el currículo de sus carreras!

Que reflejan, no pocas veces, lo ajenos que se encuentran frente a los vaivenes de México y del mundo todo.

¡Es una pena que así sea!

Pienso, sinceramente, que todo nuestro sistema educativo está en crisis; en un aprieto muy agudo.

Y las universidades no son la excepción.

Antes bien, al contrario, en las universidades hay peligro muy particular. Y en cada una de ellas, el riesgo se manifiesta de modos muy diferentes.

En la Universidad de Guadalajara, en especial, ha asumido el hartazgo hacia unas autoridades que no escuchan el malestar de las y los estudiantes y por ello solapan —con su indolencia— a maestros y estudiantes golpeadores; es decir, protegen a los porros y no a las y los verdaderos estudiantes.

Todo para favorecer a una burocracia dorada, con dobles y hasta triples sueldos; esto mientras las y los profesores de asignatura ganamos una miseria.

Y mientras no hay jabón, papel ni comedores dignos para las y los estudiantes.

Y tampoco para las y los profesores.

¿Por qué las autoridades siguen defendiendo este modelo tan obsoleto de Universidad?

¿Por qué seguir empleando el lenguaje que usó Gustavo Díaz Ordaz, hace 57 años, de “agentes externos”, para deslegitimar la lucha, hoy, de las y los estudiantes críticos?

Estas son algunas de las cuestiones que deberían responder, hoy, las autoridades de la Universidad de Guadalajara.

Y dejar, ya, de manipular y mentir. 

¡Por un Congreso General Universitario democrático!

¡Por una nueva Ley Orgánica de la Universidad de Guadalajara!

J. Ignacio Mancilla

Guadalajara Jalisco, colonia Morelos, a 25 de septiembre de 2025.

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Imagen de portada: El Occidental.