La imagen de las brujas y cómo la mercadotecnia ha influido en el imaginario colectivo hasta convertirlas en un símbolo feminista
Columna invitada
La bruja es un personaje histórico fascinante y misterioso inspirado en hechos reales y estrechamente entrelazado con la historia del arte y de la humanidad, pero sobre todo con la historia del feminismo.
La mercadotecnia como siempre es responsable en gran parte de este drástico cambio de imagen y ha influido bastante en la imagen colectiva de este personaje a través de los años que ha sufrido cambios que tienen todo que ver con el contexto histórico que estamos viviendo.
Este mes de octubre que recibe a la Noche de Brujas o Halloween, acompáñame estimado lector a descubrir cómo ha cambiado la imagen de las brujas desde sus inicios hasta el día de hoy.
Breve historia de las brujas y de dónde surge este famoso personaje
Antes de la imagen de las brujas que conocemos hoy en día y su conflictiva relación con la Iglesia católica, ya existían figuras relacionadas con la magia de la naturaleza. Las brujas eran mujeres que conocían hierbas medicinales, rituales agrícolas y tradiciones espirituales.
En la mitología griega y romana por ejemplo aparecen personajes femeninos asociados a la magia que influenciaron la imagen de las brujas en la Edad Media, como Hécate, diosa de la brujería y la noche, o Circe, una hechicera capaz de transformar a sus enemigos en cerdos y otros animales, al igual que su sobrina Medea.
Con la expansión del cristianismo, la idea de la magia y las prácticas paganas eran consideradas herejías. Debido a esta falsa creencia, las mujeres curanderas, parteras o simplemente las personas que se oponían a las normas sociales de ese tiempo podían ser acusadas de brujería.
Cuando niños o madres morían durante el parto, algo muy común en esa época debido a la falta de recursos, las parteras o nodrizas eran culpadas y acusadas de brujería.
En la Edad Media, la Iglesia católica comenzó la famosa cacería de brujas al considerar a estas mujeres que no encajaban en las normas sociales de la época, discípulas voluntarias del diablo y, con el fin de generar terror entre la población, la Iglesia asoció a las brujas con el diablo, consolidando así la imagen negativa de la bruja como enemiga de la fe cristiana, que fue reforzada por la publicación del Malleus Maleficarum, un manual detallado de tortura que usaron muchos miembros de la temida Santa Inquisición para identificar y castigar a las brujas.
La invención de la imprenta en 1517 permitió la proliferación del Malleus Maleficarum o Martillo de las Brujas, un libro instigador y amplificador de las cazas de brujas, esta cacería y acusaciones de brujería comenzaron a principios del siglo XV y duraría aproximadamente 300 años.
Este libro de tortura fue superado solo por la Biblia en popularidad, ya que durante más de un siglo se vendió y se crearon múltiples ediciones y traducciones.
La persecución y caza de mujeres acusadas de hechicería fue mucho más numerosas en Francia que en otros países europeos, pues se llevaron a cabo aproximadamente 2 000 juicios por brujería entre los años 1550 y 1700.
Mientras algunas mujeres admitían sus supuestos poderes para detener las torturas a las que eran expuestas por parte de la Iglesia, la mayoría negaba enérgicamente las acusaciones.
Cabe destacar que las mujeres señaladas eran generalmente marginadas: solteras, viudas o aquellas sin un protector masculino.
En España, algo que en México nos interesa debido a nuestro contexto histórico, la Iglesia mostró una ligera tendencia a la moderación y al escepticismo en cuanto a los juicios por brujería. Sin embargo, uno de los casos más emblemáticos de persecución de brujas fue el de las Brujas de Zugarramurdi.
En 1610, en un pequeño pueblo en Navarra numerosos habitantes fueron acusados de participar en rituales satánicos al igual que en Salem, el caso más emblemático de juicios por brujería en América. Este caso es significativo en la historia de las brujas en España por la magnitud y la brutalidad de las acusaciones y los castigos.
La falta de conocimientos sobre enfermedades mentales, los efectos de alimentos en mal estado o ciertos hongos y condiciones médicas no diagnosticadas también pudieron influir en el imaginario colectivo para juzgar a estas mujeres acusadas de brujería.
Alucinaciones o convulsiones y otras condiciones médicas fuera de lo común también pudieron llevar a la gente a creer sinceramente que estaban poseídos o habían presenciado un evento sobrenatural.
Esto comenzó a cambiar hasta el Renacimiento con los nuevos descubrimientos y la pérdida del poder de la Iglesia.
El Renacimiento es en su mayoría responsable de la imagen de las brujas de Halloween gracias a los pintores de la época. Algunas pinturas como Invidia de Mantegna iniciaron la idea de que la bruja era una vieja arpía.
Otro ejemplo de este tipo de bruja puede verse en un grabado italiano conocido como Lo Stregozzo. Este retrata a una bruja con la boca abierta y el cabello desordenado mientras agarra un caldero humeante y monta un esqueleto, en su mano derecha sostiene la cabeza de un bebé sobre una pila de niños.
La historia del arte por ejemplo tiene mucho que ver con la imagen actual de las brujas satánicas, un ejemplo de estas imágenes incluye pinturas de la época como Los Caprichos, una colección de 80 grabados de Goya desde 1799, que retrata brujas, duendes, demonios y monstruos como instrumentos de sátira.
El grabado número 68 de Los Caprichos es especialmente interesante porque retrata a una bruja que le enseña a otra más joven y atractiva cómo volar sobre una escoba.
En 1800 también estaba de moda entre artistas que trabajaban en Inglaterra representar escenas teatrales de brujería. Aquí se fijó la iconografía clásica: mujeres de edad avanzada, sombrero puntiagudo, caldero y escoba.
Hasta inicios del 1900 en la literatura romántica y gótica las brujas empezaron a aparecer como un personaje misterioso, atractivo y poderoso. La cultura popular transformó a las brujas en un personaje dual, a veces aterrador y a veces simpático o incluso heroico.
En la actualidad las brujas son símbolos de resistencia femenina, sabiduría ancestral y espiritualidad alternativa, en su mayoría han pasado de ser vistas como un personaje maligno a un ícono cultural que representa el miedo ancestral y la reivindicación del poder femenino.

Las Brujas de Salem y cómo este personaje que surgió en Europa fue exportado a América
Europa no fue el único lugar en presenciar cazas de brujas, con la colonización europea, las creencias sobre la brujería viajaron a América.
Los juicios de Salem son el caso de juicios de brujería más famosos en el continente americano, en estos juicios se presentaba la misma iconografía de la bruja y el mismo miedo religioso al diablo. Aunque a diferencia de Europa, donde la brujería fue una persecución extendida durante siglos, el caso de Salem fue un caso especial con intereses monetarios y políticos de por medio que más tarde se convirtió en símbolo de intolerancia y fanatismo religioso en la historia de Estados Unidos.
La historia se desarrolla en la aldea de Salem entre 1692 y 1693, en una colonia de pescadores en Massachusetts, donde se desató una histeria colectiva que resultó en alrededor de 200 personas de la comunidad acusadas de brujería y 20 ejecutadas.
La histeria colectiva de los juicios de Salem comienza el 8 de febrero de 1692, cuando el médico de la comunidad, el doctor William Griggs, dio un diagnóstico acusatorio presionado por descubrir la raíz del problema de los extraños comportamientos de la hija y la sobrina del líder espiritual de la ciudad, el reverendo Samuel Parris.
Elizabeth, de 9 años, Abigail, de 11, y Ann Putnam, de 12, fueron sorprendidas en el bosque bailando desnudas mientras Tituba, la entonces esclava negra de la familia Parris removía un líquido extraño dentro de un caldero que había puesto sobre el fuego.
Para el extremismo puritano de aquella región y contexto histórico, el descubrimiento fue un escándalo, la desnudez por sí misma ya era considerada un pecado y las danzas en el bosque agravaron la imagen, aunado a esto la presencia de Tituba y un misterioso caldero en aquel lugar pintaban un cuadro demoníaco para los vecinos de la región.
Además, después de ese episodio, las niñas empezaron a tener otros comportamientos extraños como convulsiones y conversaciones sin sentido en las cuales pronunciaban palabras extrañas seguido de frecuentes episodios de llanto.
La posición privilegiada de las niñas de dos familias importantes en la región es relevante porque a los ojos de la comunidad no podían ser culpables; presionadas y quizás aconsejadas por un adulto para evitar un castigo y aislamiento social confesaron que Tituba las había embrujado y las había iniciado en ritos satánicos.
Al mismo tiempo Tituba para suavizar el castigo que le esperaba confesó que había otras brujas involucradas, entre ellas una anciana rechazada en el pueblo, Sarah Osborne, y una indigente, Sarah Good, que estaba embarazada y nadie sabía de quién.
La comunidad alebrestada e ignorante hizo que los jueces John Hathorne y Jonathan Corwin ordenaran la detención de Sarah Good, Sarah Osborne y Tituba por embrujar a Elizabeth Parris, Abigail Williams y Ann Putnam.
Pero esto no terminó ahí y las acusaciones y traiciones entre vecinos continuaron hasta 1693, un año después de la confesión de Tituba, para entonces los acusados y enjuiciados sumaban casi 200 personas. Entre ellos los enemigos de los Putnam. Giles Corey, quien no soportó la tortura a la que fue sometido, y George Burroughs, colega del reverendo Parris que terminó en la horca junto con 14 mujeres y 4 hombres que también fueron ejecutados en la horca.
En total alrededor de 150 vecinos de Salem terminaron en prisión más otros veinte vecinos acusados que lograron escapar antes de ser capturados.
En las acusaciones de los juicios de Salem podemos ver también la rivalidad entre los dos referentes religiosos de la comunidad, el reverendo Parris, acusador, y su colega George Burroughs, uno de los acusados que terminó en la horca. Además de Martha y Gilles Core,enemigos de la familia Putman desde que el reverendo propuso crear una nueva iglesia en Salem y los Corey encabezaron a la oposición que no deseaba pagar más impuestos que terminarían en el bolsillo de los Putnam.

Las brujas en México
Antes de la llegada de los españoles, las culturas nativas de Mesoamérica ya tenían figuras femeninas relacionadas con lo mágico y lo sobrenatural; en ese entonces existían curanderas, parteras, adivinas y hechiceras que cumplían un rol en la comunidad indígena.
En náhuatl existían términos como tlacatecolotl, que significa hombre-búho, para referirse a brujos o nahuales; y al mismo tiempo se creía en mujeres con poderes de transformación.
Como es de esperarse, con la llegada del cristianismo y los clérigos españoles, muchos de estos saberes indígenas fueron demonizados, por lo tanto, las curanderas, parteras o mujeres indígenas, mestizas y mulatas que practicaban rituales con hierbas y conjuros fueron asociadas con el diablo y catalogadas como brujas.
A diferencia de Europa, en México la bruja se integró en las leyendas locales, se creía que las personas con estas habilidades podían convertirse en bolas de fuego que volaban por la noche y había relatos de brujas que robaban el alma de los niños o bebían su sangre, generalmente se les vinculaba con animales como el tecolote, el zopilote o el guajolote.
Por ejemplo, las brujas de Catemaco en Veracruz son célebres por sus rituales y la mezcla de tradiciones indígenas, africanas y católicas.
Por otra parte, las brujas de San Luis Potosí y Guanajuato eran más parecidas a la imagen de la bruja satánica que se conocía en Europa, ya que se creía que pactaban con el diablo para obtener sus poderes.
En México la magia era más aceptada que en Europa, ya que desde la época prehispánica la magia y la religión estaban estrechamente unidas; desde antes de la llegada de los españoles se creía que tanto deidades como mortales tenían la obligación de mantener el orden cósmico a través de ritos y ceremonias. En el México antiguo, la magia se representaba como una virtud y fuerza poderosa.
En la Nueva España con la llegada de los españoles a México, aquellos acusados de practicar la brujería no solían terminar en la hoguera, pero sí recibían amenazas y eran perseguidos por la Santa Inquisición de la Iglesia católica.
Mujeres reales acusadas de brujería a través de la historia
Juana de Arco
Fue acusada de hechicería y herejía por escuchar voces. Su caso muestra cómo el poder espiritual y político de una mujer en esa época podía interpretarse como peligroso y castigarse con la hoguera; este caso es un ejemplo de cómo muchas mujeres poderosas fueron descalificadas y llamadas brujas.
Juana de Arco ilustra la vulnerable posición de las mujeres que desafiaban las expectativas de su lugar en la sociedad en su época. Así es como una de las mujeres más valientes de la historia de Francia, fue utilizada y abandonada cuando ya había cumplido su propósito.
Capturada por los británicos y sus aliados borgoñones, fue condenada y quemada en la hoguera como hereje acusada también de brujería y de violar la ley divina al vestirse como hombre.
Al pasar el tiempo Francia reconoció su error y finalmente la canonizó como Santa Juana de Arco en 1920, desde entonces cada año se la celebra en distintas ciudades del país.
Una de las primeras mujeres formalmente acusadas de brujería en Europa en 1324. Su caso refleja cómo las acusaciones de brujería servían también para controlar a las mujeres con independencia económica.
Contra Alice Kyteler se presentaron siete absurdos cargos, entre ellos se le acusó de negar a Cristo y a la Iglesia.
El cargo más grave fue el uso de hechicería para asesinar a sus esposos y embrujar a otros hombres, logrando que le entregaran todas sus posesiones a ella y a su hijo William Outlaw.
Además, se afirmó que su cuarto marido, Sir John Ie Poer, fue envenenado porque los síntomas que presentó en su enfermedad eran compatibles con los síntomas de envenenamiento por arsénico, esto dio cierto crédito a esta acusación y facilitó el juicio contra Alice.
En Luisiana en el siglo XIX, Marie Laveau,mejor conocida como la Reina del Vudú de Nueva Orleans, era una mujer con conocimiento de hierbas medicinales.
Las creencias de que Marie Laveau era una bruja comenzaron después de la misteriosa muerte de su primer esposo, Jacques Paris, un inmigrante haitiano; desde entonces Marie se convirtió en peluquera y se hizo de una clientela blanca adinerada que la buscaba para resolver sus problemas.
Aunque Marie Laveau corrió con mejor suerte que las otras famosas mujeres que mencioné por su contexto social, es también un ejemplo de la incredulidad de las personas al toparse con una mujer inteligente que desafiaba el statu quo de su época, en el caso de Marie una mujer negra con un amplio conocimiento de hierbas medicinales.
Se dice que su red cercana se encargó de crear la ilusión de poseer poderes mágicos entre sus clientes, consolidando la percepción de ella como una bruja mágica.
María, la judía
Fue una mujer inteligente considerada hoy en día la madre de la alquimia, sin embargo, por el simple hecho de ser una mujer inteligente en la Edad Media su legado científico fue reinterpretado como saber oculto, mostrando cómo la ciencia femenina era transformada en magia peligrosa por tratarse de una mujer.
Por este mismo motivo, muchas fuentes medievales la confundieron con Miriam, la hermana de Moisés, así como con María Magdalena, a medida que su vida se envolvía en el mito para desacreditar sus descubrimientos.
Hoy en día los historiadores la consideran la primera alquimista real, no una figura mítica.
¿Cómo ha influido la mercadotecnia y publicidad en cambiar nuestra imagen de las brujas hasta el día de hoy?
A lo largo de la historia, las brujas han pasado de ser un personaje temido y perseguido a convertirse en un símbolo cultural, aspiracional y comercial. Este cambio ocurrió en gran parte gracias a la literatura, el cine, la televisión y la mercadotecnia, el motor que transformó a las brujas en un ícono aspiracional capaz de vender ilusión, misterio y poder.
La mercadotecnia y la cultura popular han rescatado a través de los años símbolos de lo mágico y místico para transformarlos en íconos de la cultura pop aspiracional. Un ejemplo de un ícono comercial en la cultura popular de hoy en día es Mélusine, criatura acuática de la tradición europea que hoy aparece en el icónico logotipo de Starbucks.
La magia y las brujas aparecen en la cultura popular desde el siglo XIX, con la literatura gótica y los cuentos populares de los hermanos Grimm, de esta manera la imagen de la bruja empezó a cambiar. Cuentos como Hansel y Gretel o Blancanieves mostraban a las brujas como personajes complejos parte de un universo fantástico y no como criaturas aterradoras.
Pero el mayor cambio en la imagen de las brujas llegó en 1939 con El Mago de Oz en donde aparecieron dos arquetipos opuestos: la bruja Glinda, un personaje entrañable y carismático que representaba el bien, y la Bruja del Oeste, que representa el mal, probablemente inspirada en la imagen de los grabados del renacimiento de Invidia de Mantegna. El contraste resultó bastante atractivo para el público porque simbolizaba el equilibrio entre el bien y el mal, mientras abría la puerta a interpretaciones más diversas de las brujas.

Décadas después, series como Hechizada y Mi Bella Genio en las décadas de 1960 y 1970 consolidaron la figura de la bruja moderna: elegante, doméstica y adaptada a la vida cotidiana. Además, con la expansión del Halloween en esa época, la bruja se volvió un símbolo de fiesta y consumo. El sombrero puntiagudo, la escoba y el caldero pasaron de ser símbolos satánicos a ser íconos comerciales, presentes en disfraces, dulces y decoraciones.

Entre las décadas de 1980 y 1990, la publicidad y la mercadotecnia suavizaron aún más la imagen oscura de las brujas. Marcas de ropa, juguetes y dulces la transformaron en una figura simpática, atractiva e incluso sexi.
Durante la década de 1990 y 2000, la cultura pop reforzó la idea de la bruja como un símbolo femenino poderoso, personajes como Sabrina, la bruja adolescente, los magos de Harry Potter o las hermanas Sanderson de la película de Disney Hocus Pocus mostraron un arquetipo renovado y juvenil.
Para la década de 2010, la música, la estética oscura, gótica, mística y rebelde de las brujas se convirtió en algo aspiracional y la mercadotecnia no tardó en adoptarla. En la década, marcas de cosméticos (como Sephora), ropa y bienestar incorporaron la figura de la bruja en campañas de empoderamiento femenino, asociando a las brujas con independencia y fuerza femenina.
Observamos que, gracias a la mercadotecnia, la bruja se convirtió en un ícono comercial, especialmente ligado a Halloween y más tarde en un arquetipo aspiracional femenino, asociado con independencia, misterio y poder femenino, reinterpretado por muchas mujeres como un símbolo de resistencia debido a la historia de resiliencia detrás de este personaje.
En la mercadotecnia, Starbucks no es la única famosa marca en retomar personajes históricos relacionados con la magia para fines comerciales, otro famoso ejemplo es la marca deportiva Nike que tomó su nombre de la diosa griega de la victoria. Podemos ver que las marcas recurren constantemente a arquetipos culturales para conectar con las audiencias y la bruja es uno de los más efectivos.
La reinterpretación moderna de la bruja está marcada por el feminismo, hoy en día la bruja se presenta como sacerdotisa de religiones precristianas y rebelde contra el patriarcado.
Miles de mujeres en redes sociales han comenzado a identificarse como brujas, encontrando en este personaje un ícono de resistencia y autenticidad; por ejemplo, el hashtag #WitchesOfInstagram acumula más de 10 millones de publicaciones mientras que #WitchTok acumula más de 9 mil millones de publicaciones.
Las redes sociales han ayudado a que las personas que se identifican como brujas modernas o creadoras de contenido se consoliden como influencers y moneticen su contenido en plataformas como Patreon o vendiendo productos para realizar rituales mágicos.
La estética witchy expandida en redes sociales a través de imágenes que contienen elementos como lunas, calderos, cristales y símbolos místicos forman parte del branding de diversas marcas que tienen como público objetivo mujeres de todas las edades. Artistas, escritoras y activistas también han incorporado a la bruja en performances, murales, camisetas y literatura contemporánea.
Marcas cómo Airbnb han aprovechado esta nueva imagen de las brujas ofreciendo rituales del equinoccio como experiencias turísticas.
Se estima que la industria de servicios psíquicos también se ha beneficiado de esta nueva imagen de las brujas y la magia, solo en Estados Unidos los servicios de astrólogos, médiums y lectores de manos asciende a un valor de más de 2 200 millones de dólares y la demanda por la magia sigue creciendo.
La historia de la bruja es una historia de reivindicación y éxito comercial, la evolución que ha tenido este personaje desde sus inicios hasta el día de hoy nos muestra cómo los arquetipos culturales, cuando se reinterpretan a través de la mercadotecnia, pueden convertirse en poderosas herramientas comerciales.
Hoy la bruja es un ícono pop, comercial y feminista, capaz de vender desde dulces y disfraces de Halloween hasta productos de bienestar, cosméticos o experiencias espirituales.
En 2025 las brujas ya no se esconden, ahora facturan, como diría Shakira, y lo más importante es que conquistan mercados.

Las brujas como símbolo feminista y de hermandad en México
En la actualidad, la figura de la bruja forma parte de la identidad cultural de México, pero la bruja ya no es solo un personaje de leyendas, a lo largo de los años se ha convertido en una metáfora poderosa de resistencia femenina, hermandad y poder colectivo.
En nuestro país la bruja es un personaje que mezcla lo indígena, lo colonial y lo popular que representa a las curanderas y las parteras demonizadas por la Iglesia católica, a las mujeres misteriosas de las leyendas y a las figuras femeninas temidas en los pueblos.
«Bruja» también fue la etiqueta impuesta a las mujeres que no encajaban en lo que la sociedad patriarcal esperaba: obediencia, sumisión y silencio. En la actualidad, los colectivos feministas han resignificado ese término para reivindicar a las mujeres perseguidas y silenciadas por siglos. Ser bruja en México ya no es un insulto, se ha convertido en una palabra de orgullo.
Durante las marchas del 8 de marzo y protestas feministas en México, se han visualizado en más de una ocasión carteles que incluyen la leyenda “Somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar”.
Pero, el vínculo entre feminismo y brujería no nació en México, sino en los movimientos feministas internacionales. En la década de 1960 en Estados Unidos surgieron activistas como W.I.T.C.H. (Women’s International Terrorist Conspiracy From Hell) que usaron la imagen de la bruja como arma política.
Sin embargo, más allá de los debates históricos, la bruja demostró ser un símbolo extraordinariamente potente para el feminismo. Como emblema, ha condensado luchas contra la violencia machista, el feminicidio, la violencia médica, la sexualidad reprimida y la defensa del derecho al aborto.
En México y Latinoamérica, la bruja conecta con tradiciones ancestrales como la herbolaria, la partería y la sanación, mientras hoy en día colectivos feministas recuperan esos saberes como formas de autonomía y espiritualidad alternativa, mezclándolos con prácticas de la Wicca moderna.
Conceptos como coven o aquelarre se han resignificado como metáforas de hermandad y resistencia colectiva. El aquelarre ya no es un pacto diabólico, sino el nombre que reciben grupos de mujeres que se apoyan mutuamente frente a la violencia de género
En la última década, movimientos como #NiUnaMenos, #MeToo y la marea verde han coincidido con el resurgir de la bruja como emblema feminista. Las escritoras hoy en día han articulado, desde la investigación histórica y la teoría política, un puente entre la memoria de las mujeres perseguidas y las luchas actuales.
Hoy en día ser bruja en México significa ser libre y poderosa. En marchas, murales y redes sociales, la bruja simboliza a las mujeres que desafían normas patriarcales que, pese a siglos de persecución y rechazo social, sobreviven en la memoria colectiva.
La bruja contemporánea es una metáfora viva de sororidad, resistencia y poder femenino, es el aquelarre moderno que se organiza, se apoya y levanta la voz frente a las violencias de género.

Conclusión
La palabra bruja lleva una fuerte carga histórica que durante siglos fue utilizada como un arma para controlar a las mujeres libres y poderosas que no cumplían con el modelo de esposa sumisa y devota que dictaba el orden patriarcal cuando surgió el concepto.
Muchas de las mujeres acusadas eran curanderas, parteras o herbolarias, mujeres solteras, viudas o mujeres económicamente autónomas, como el caso de Alice Kytler, cuya existencia desafiaba el control masculino.
Más tarde la bruja también representaba el miedo a la mujer libre sexualmente que era asociada con el pecado y la tentación, por lo tanto, cualquier mujer que mostrara independencia, rebeldía o que simplemente no encajara en los estándares de belleza o conducta de su época podría ser etiquetada como bruja.
En la Edad Media, la brujería también funcionó como una explicación para lo inexplicable como nacimientos con deformidades, tormentas en el mar o la infertilidad. Este miedo a lo inexplicable justificaba acusaciones y condenas.
Con el paso del tiempo, el auge de la ciencia y el debilitamiento de la influencia eclesiástica, estas creencias ignorantes fueron perdiendo terreno, aunque el daño ya estaba hecho, años antes miles de mujeres habían sido perseguidas, torturadas y ejecutadas por el simple hecho de no ajustarse a los estereotipos del contexto histórico en el que vivieron.
Actualmente, la bruja en México y el mundo ha sido resignificada como símbolo de resistencia y empoderamiento femenino. Este personaje ha sido reivindicado y en la actualidad ya no se concibe como un pacto demoníaco, sino como una fortaleza femenina.
La representación contemporánea de las brujas tiene dos vertientes, por un lado, se les muestra como víctimas históricas de persecución y violencia o como heroínas que encarnan el triunfo, la autorrealización y el poder femenino. Este doble rol es parte de su fuerza simbólica actual.
Todas estas representaciones reflejan miedos antiguos y aspiraciones modernas porque la historia de las brujas es la historia de cómo se ha intentado silenciar a las mujeres fuertes e inteligentes y de cómo ellas han resistido.
Lo que en el pasado fue un insulto, hoy es una etiqueta de orgullo porque la bruja contemporánea ya no es un personaje fantástico, en la actualidad es un arquetipo aspiracional que simboliza autonomía, sororidad y empoderamiento. En el personaje de la bruja actual podemos ver las cicatrices de la persecución y al mismo tiempo una historia de resiliencia, sororidad y éxito monetario.

Florencia Michel Jiménez
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Fuentes:
Imagen de portada generada con IA por Florencia Michel.
https://guides.loc.gov/feminism-french-women-history/witch-trials-witchcraft
https://www.bbc.com/mundo/noticias/2014/12/141218_origen_brujas_finde_dv
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/caza-brujas-salem_15407
https://www.uaeh.edu.mx/gaceta/4/numero45/noviembre/misterio-brujas.html
https://nevermorelane.com/famous-witches-throughout-history-and-their-lasting-legacies/
https://theconversation.com/how-witchcraft-became-a-multi-billion-dollar-industry-148101
https://www.veme.digital/post/historia-de-las-brujas-entre-la-realidad-y-la-ficci%C3%B3n
Las opiniones vertidas en las columnas invitadas y en las publicaciones especiales reflejan el punto de vista de su autor o autora y no necesariamente el de Cuerdas Ígneas como proyecto de escritura. Para comentarios, observaciones y sugerencias escríbenos a: cuerdasigneas@gmail.com





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