Una caída, una confusión lingüística, un encuentro inesperado, un percance en la carretera… ¿pueden ser solo accidentes?
La palabra accidente (del latín accĭdens) está definida por la RAE como «un suceso eventual que altera el orden regular de las cosas». Esta es la primera de las 10 definiciones que nos brinda la Academia. Y es con la que trabajaré el día de hoy para hablarles de یک تصادف ساده (romanizado: Yek tasadof-e sadeh) o Un simple accidente (Jafar Panahi*, 2025, Irán/Francia/Luxemburgo, Producciones Jafar Panani). Y para hablarles de mi vida tal como la pienso en estos últimos días de 2025.

Una familia viaja de noche por una carretera. Tras un intercambio breve entre el conductor del auto (Ebrahim Azizi) y su esposa embarazada (Afssaneh Najmabadi) conocemos también a su hija (Delnaz Najafi), una pequeña que aparece poco a lo largo del filme y que logra robarse las escenas en apenas unos minutos con su ángel y carisma.
La hija quiere escuchar mejor una canción que suena en el estéreo a un volumen muy bajo y convence a su papá de subirle, aunque este se muestra renuente argumentando reglas cívicas que no vienen mucho al caso, como la niña lo hace notar de forma muy perspicaz. Ella baila en el asiento trasero hasta que el coche brinca y se escucha un aullido de dolor. De inmediato entendemos que han atropellado a un perro.
El esposo, se orilla y sale a ver. Sin hacer nada por ayudar al perro ni mostrar tampoco algún gesto de compasión por esa vida, regresa al carro y decide continuar. Prende el auto y la música suena. De inmediato su hija dice: «¡Apaga eso! ¡Lo mataste!«
Tanto la madre como el padre intentan convencerla de que solo fue un accidente, por lo que aquí puede caber la segunda definición de la RAE para el término: «Suceso eventual o acción de que resulta daño involuntario para las personas o las cosas».

¿Por qué las vidas de los animales no humanos pueden ser arrebatadas sin mucha explicación ni consecuencias? Mientras las lágrimas corrían pensaba en ese proyecto personal que consiste en concientizar sobre el derecho que todos los seres tenemos a un entierro digno. Nadie merece ser dejado a la orilla de la carretera, ser tirado dentro de una bolsa de basura o ser ignorado y simplemente cubierto de cal para que el olor de su cuerpo en descomposición no moleste a los vivos. En ese proyecto inconcluso me gustaría ofrecer un servicio para recoger y enterrar con dignidad pequeños cuerpos no protegidos por las leyes humanas. Lo consigno aquí como una idea que puede tomar forma y salir a volar al mundo*.
La vida tomada o dañada, en este caso irreparablemente, es solo el primer accidente, de una serie de sucesos que alterarán la vida de varios personajes, incluyendo al padre de familia que acabamos de conocer.
Es aquí donde el suceso eventual altera el orden de estas vidas, reconectando a un victimario con sus víctimas, reviviendo terribles heridas ocasionadas por el régimen iraní a sus detractores y componiendo una narrativa preciosa, en ratos devastadora, en momentos muy divertida, en la que vamos entendiendo que si bien el Estado iraní tiene una política represora terrible, son sujetos específicos los que la ejecutan. ¿Quiénes son ellos? ¿Tienen familias, hijxs? ¿Son inmunes al dolor ajeno? ¿Por qué al cumplir con su trabajo pareciera que disfrutan de las torturas que inflingen? ¿Su trabajo es solo un trabajo?

En el mundo que habitamos nos conectamos, queriéndolo o no, con muchas personas a lo largo de nuestro paso por la vida. Estas conexiones pueden ser tanto amorosas y brillantes, como oscuras y dañinas. En medio también hay miles de interacciones que permanecen sin inclinarse del todo a uno u otro extremo. Lo cierto es que vivimos con los otros, con las otras. Y no siempre decidimos, por lo menos no conscientemente o voluntariamente, con quién nos vincularemos de por vida.
Eghbal, un torturador del régimen iraní está vinculado a las personas que dañó: Vahid (Vahid Mobasseri), Shiva (Mariam Afshari) y Hamid (Mohammad Ali Elyasmehr). Y esas vidas se reúnen, preguntándose qué hacer ahora, con lo que les ha pasado, con lo que han causado otros en su persona y en su psique. Pero antes de decidir qué hacer hay un detalle crucial que resolver, ¿el torturador es realmente el torturador o es otra persona que se le parece mucho?
Cuando la decisión parece definitiva, hay un asomo de duda. Y es aquí donde comienzan las peripecias de un grupo unido por el azar. Era solo un accidente, pero cambió el curso de su historia.
¿Y en nuestras vidas? ¿Cuántos accidentes, pequeños, regulares o grandes, insignificantes, curiosos, afortunados o terribles han cambiado el curso de nuestra historia? Seguro son muchísimos, más de los que podemos nombrar. Tendremos eso sí, alguno en mente, reciente o quizá lejano que sigue doliendo o que impactó profundamente. Puede ser la fractura de peroné que va sanando y cambió la lógica de movilidad por varios meses, puede ser el encuentro desafortunado con policías vestidos de civil (ojo, no solo el régimen iraní reprime) que culminó en una visita a la Fiscalía de las afueras, puede ser el cambio de carrera que nos llevó a conocer a alguien que se convirtió en compañero de aventuras en Cdmx, puede ser el día en que nos movimos a tiempo de un lugar y evitamos el golpe de un martillo que cayó de una escalera. Hay todo tipo de accidentes, sé que me leen y recuerdan los propios.
Y de lo que no estoy segura es de que los accidentes sean solo accidentes. En este tejido que componemos los seres vivos, los seres inertes, las estrellas y el universo conocido y desconocido, cualquier piedra lanzada al río de la existencia causa ondas que alcanzan lugares insospechados. Lo que hacemos tiene consecuencias, lo que decidimos también. Decidir amar o decidir vengarse, decidir perdonar o no, transitar un camino y dejar atrás otros.

Seis personajes se enfrentan a decisiones que son individuales, pero también son colectivas si tomamos en cuenta que están atravesadas por dudas, principios y reflexiones que el grupo comparte intentando llegar a un acuerdo o a una especie de conciliación. Cuatro personajes más, que no vemos tanto a cuadro, están vinculados también entre sí y con los otros seis en un entramado que corresponde al accidente y a sucesos tanto anteriores como posteriores que tendrán repercusiones en sus vidas por las decisiones que cada uno va tomando o por las acciones de alguien de este grupo.
Es así en este filme, es así en la vida. Corte al último plano, uno magistral. Uno de los personajes principales aparece de espaldas, su decisión lo hizo sentir libre y ha continuado con su vida. Un sonido que solo entendemos gracias a haber seguido esta trama aparece, este sonido paraliza al hombre. El otro personaje fuera de cuadro se acerca, lo sabemos simplemente por el sonido. Y todo se funde a negros. (¿Alguna vez se irán definitivamente nuestros perseguidores imaginarios?)
Él, nosotrxs, tendremos que vivir con lo que hemos decidido.
Un accidente, un encuentro fortuito que cambia el curso de nuestras vidas y las decisiones que se ramifican en este universo de posibilidades que habitamos.

Desde que venimos al mundo nos precede una sucesión de hechos, muchos fortuitos que conectaron a personas que terminaron siendo nuestros ancestros.
Y aquí estamos. Quizá los accidentes abren caminos que tenemos que atravesar, de una forma u otra. Quizá, como ya se ha imaginado, el azar es solo una ley desconocida que pone a cada persona en su lugar. ¿Podemos cambiar nuestro destino? Sí, con cada decisión que abre a su vez nuevas posibilidades para nuestro camino y para el de todos los otros que se entrecruzan con el nuestro incluso sin saberlo.
Preguntémonos si nos guía el amor, el odio, el miedo… Preguntémonos qué alternativas tenemos para enfrentar lo que nos pasa, sin importar que sea.
Incluso si el desenlace no es el esperado, pensé saliendo de la película que apostar por la vida, la empatía y la reconciliación deja una estela que tendrá efectos en otrxs, y cuando sea el turno de elegir de ellxs, en sus manos estará iniciar un camino propio, quizá diferente.
Que nuestros accidentes, todos ellos, nos permitan ir a donde hay más luz y no a donde la penumbra se hace cada vez más densa. Deseo que eso se siembre a mi alrededor.
*El director iraní, Jafar Panahi, estuvo siete meses en prisión por participar en unas protestas en 2022. Saliendo de la cárcel escribió y dirigió esta película ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes.
**Al tomar una pausa mientras concluía la revisión de esta Cuerda, salí a caminar con Brina y encontramos un pájaro sin vida en una jardinera. Su cuerpecito esta rígido y expuesto. Aunque yacer a los pies de un árbol parecía un sitio adecuado para reintegrarse a la tierra, decidí que debía cubrirlo de tierra y así hice con los restos del ave. No tenía ningún instrumento al alcance, así que usé mis propias manos. Fue solo una pequeña acción que me hizo pensar que esta ficción que habito me dio la oportunidad de encarnar las palabras que apenas hacía unas horas había escrito sobre el derecho al entierro digno.
Inés M. Michel
Imagen de portada: preludio de una supernova captado por el telescopio Webb de la NASA.




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