El documental de Pippa Ehrlich y James Reed, que nos cuenta la peculiar relación del cineasta Craig Foster con un pulpo hembra, es un sensible homenaje a todas las vidas que, en su existencia, descentran la vida, para ir más allá de la vida humana (por ejemplo), y nos muestra -¡y de qué manera!-, en una serie de más que bellas imágenes, el pulular de las vidas marinas en un bosque de algas de Sudáfrica.