Una (mi) reflexión sobre Mi maestro el pulpo (My Octopus Teacher), de Pippa Ehrlich y James Reed (2020)
J. Ignacio Mancilla
“La verdad es siempre
desde y en una situación”.
“Se aprende a vivir viviendo”
Joan-Carles Mèlich, La religión del ateo.
¡Vaya canto y homenaje a las vidas!, así en plural; a todas las vidas y no a la vida, en singular.
Sí, el documental de Pippa Ehrlich y James Reed, que nos cuenta la peculiar relación del cineasta Craig Foster con un pulpo hembra, es un sensible homenaje a todas las vidas que, en su existencia, descentran la vida, para ir más allá de la vida humana (por ejemplo), y nos muestra -¡y de qué manera!-, en una serie de más que bellas imágenes, el pulular de las vidas marinas en un bosque de algas de Sudáfrica.
Es verdaderamente un gran y bello documental, un esplendor que nos narra una experiencia única: la que tuvo por cerca de un año Craig Foster con una pulpo.
Sí, me encantó la narración que, sin ninguna exageración, es una historia de amor.
Lo que nos obliga a replantearnos, de manera radical, lo que entendemos por tal los seres humanos.
Sí, Pippa Ehrlich y James Reed logran expresarnos, en el lenguaje cinematográfico y también en la prosa de Craig Foster, los múltiples sentidos de la aventura emprendida por el cineasta (sin haber tenido tal pretensión); de modo tal que no nos deja ninguna posibilidad de sentirnos excluidos de la historia, es mejor decir historias, que se plasman visualmente en la hora con 25 minutos que dura el documental.
Y es que… si algo nos enseña la pulpo, por supuesto que no sin la mediación de Craig Foster primero; y Pippa Ehrlich y James Reed después, es que la trascendencia y espiritualidad está en la materialidad misma de las vidas; de todas las vidas.

En este caso de la vida singular del pulpo con la que Craig establece una relación más allá de lo meramente casual.
Para convertirse en una relación de amor, ¿solamente del lado de Craig Foster?
En este sentido, el título del documental (My Octopus Teacher, Mi maestro el pulpo) es más que atinado, pues esta singular creatura de un “diseño natural” bastante peculiar (parece más bien un ser extraterrestre), termina siendo la maestra de todas y todos, en cuanto nos enseña el valor de las vidas mismas –empezando con la suya– y no solamente la de Craig.
¡Todas las vidas y cada vida tienen sentido y valen!
Sí, la pulpo nos enseña también que la inteligencia no puede reducirse a su expresión logocéntrica (¡ay, la Razón!); antes bien, el documental es la muestra palpable de que ésta (la inteligencia), es el caso de la del pulpo, radica en toda la sensibilidad de sus tentáculos, que son con los que “conoce” y “siente” el mundo.
De ahí que se refugie durante todo el tiempo que dura su “autoreparación”, pues tiene que darse el tiempo para que le crezca un nuevo tentáculo que le permita “sentir” y “captar” de nuevo, en todo sus expresiones de esplendor, lo que su hábitat le proporciona para poder defenderse y vivir –y convivir con Craig– hasta que cumpla uno de los “programas” fundamentales de su vida, de la vida: autoreproducirse.
La verdad nunca pensé que los pulpos fueran tan inteligentes y tan sensibles y tan… ¿juguetones?

¿Cómo catalogar la relación que la pulpo tiene con Craig, cómo definirla?
¿Existe otra palabra que no sea amor, en el sentido del Eros –en su sentido más amplio, cósmico– platónico y griego?
Yo –disculpen ustedes– no puedo verlo de otra forma, amables lectoras y lectores: ¿será por mi deformación profesional?
Dejo aquí las preguntas y me restrinjo, en este caso, a poner en palabras lo que me conmovió y me tocó, en todo mi ser, sensibilidad e inteligencia –para ponerlas en cuestión, radicalmente– esta esplendorosa creatura que conocemos con el nombre genérico de pulpo; y que adquirió una dimensión muy singular con el ser vivo que se instaura, efectivamente, como maestro de vida en el caso del cineasta Craig Foster.
Y por medio de Craig, termina siendo el maestro de vida de todas y todos nosotros; por lo menos de los que queremos aprender.
¿Alguien dudaría en darle ese rango a la pulpo?
De mi parte no, y conste que he sido maestro durante ya 43 años; de modo que algo he aprendido sobre la singular relación que se establece –en el sentido dialéctico– entre el que está en lugar de maestro y el que está en el lugar del que quiere aprender.
Este último fue el lugar que asumió Craig Foster.
Transferencia se llama en Psicoanálisis, y ésta apunta por supuesto al amor.
¿Podría ser de otra manera?

Bien, una última reflexión sobre la espiritualidad, en tiempos del Dios ausente (muerto), antes de invitarlas e invitarlos –en cuanto seguidores de esta página– a que no dejen de ver este maravilloso documental, que por algo fue galardonado con el Oscar como el mejor documental del 2020.
Y lo hago basándome en Joan-Carles Mèlich (La religión del ateo, Fragmenta Editorial, Barcelona, 2019); particularmente en lo que llama “prosa” “narración novelesca” de la vida; es decir, exposición de la vida en su dimensión más “prosaica”, que de ninguna manera excluye su dimensión sacra (de todas las vidas).
Lo digo porque, finalmente, y ésta es la enseñanza más radical del documental, en la vida estamos tan solos y desamparados como la pulpo; y toda la trascendencia y espiritualidad no se jugará, nunca, en el más allá, sino en el simple y cotidiano desplegar de lo que hagamos aquí, con nuestras vidas singulares, en toda la materialidad y corporalidad de nuestro ser. Que no excluye, por supuesto, la inteligencia y espiritualidad; no importa que nos parezca muy prosaica.
Mi maestro el pulpo es más que patente al respecto.
Sí, Mi maestro el pulpo es una muy bella narración sobre las vidas; sobre nuestra vida también… pero para saber que se trata de nosotros –no solamente, pero también– es indispensable ver el documental: para constatar que efectivamente es de nosotros de quiénes se habla, de la vida, de todas las vidas.
Ello a través de la mediación de Craig Foster y su peculiar relación con una pulpo.
No pueden dejar de verlo.
Y si no lo hacen, que sea bajo su propio riesgo.
Amén y… amen…
Guadalajara Jalisco, colonia Morelos, a 20 de mayo de 2021.
J. Ignacio Mancilla.
FB: Juan Ignacio Mancilla Torres
T: @CuerdasIgneas / FB: Cuerdas Ígneas
cuerdasigneas@gmail.com
Imagen de portada: Fotograma de My Octopus Teacher / Netflix.
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