Nota editorial: estas CineCuerdas fueron escritas de manera conjunta por Eunice Michel y J. Ignacio Mancilla, cada quien aportando su visión de la película india La rosa de Bombay. Cada uno de los textos aparece con la respectiva firma.
J. Ignacio Mancilla
Para Víctor Villarreal, con mucho cariño.
La más que famosa novela de Umberto Eco (1932-2016), El nombre de la rosa, llevada al cine por Jean-Jacques Annaud (1986), aunque con cambios drásticos conforme a la novela, termina con el dístico: “Stat rosa pristina nomine, nomina nuda tenemos” (“La rosa prístina está en el nombre, solo tenemos nombres desnudos”). Y es, como obra literaria, todo un reto de lectura e interpretación.
No lo es menos la película La rosa de Bombay (Gitanjali Rao, 2021); he aquí, pues, el gran desafío que tenemos por delante y nuestro gran atrevimiento, al osar una lectura interpretación (la nuestra) de tan bella y nostálgica película que nos fue referida y muy recomendada por Víctor Villarreal.
Comencemos por decir que antes de su película, Gitanjali hizo, en 2006, dos cortos: Printed Rainbow y Orange; extrañamente prohibidos el segundo en su país.
¿Por qué?, nos queda la pregunta.

Bien, La rosa de Bombay es una película de dibujos animados; hecha con un estilo muy peculiar dónde la “sencillez” de las imágenes y el rescate de las tradiciones y la vida cotidiana de la parte pobre de Bombay, son las que llevan la voz cantante en esta singular narrativa cinematográfica.
La autora nos cuenta tres relatos de amor en los que una rosa carmesí atraviesa las historias en una Bombay en la que sobrevivir es una hazaña, ya de por sí.
Todo se conjuga de forma “simple”, para estructurar una ficción en la que la nostalgia del deseo no realizado (¿siempre es así?), se corresponde visual y musicalmente, con la combinación de colores y blanco y negro y una serie de flashazos que, de manera armoniosa y siempre nostálgica, nos ofrecen una historia de conjunto que alcanza su grado más climático en la parte final de la película.
Insistimos en que es la rosa carmesí lo que da unidad a las historias, de amor, finalmente; de amores imposibles. ¿Así son todas las historias de amor?

No cabe duda, la sensibilidad femenina está muy presente; está hecha película. Esto es lo que representa, según nuestra lectura, La rosa de Bombay.
Y, finalmente, el filme de Gitanjali Rao, juega, lúdicamente, con todo lo que representa la industria del cine en un país como la India; en la que se produce el doble de películas de las que realiza anualmente Hollywood.
Es por lo que, regresando a El nombre de la rosa y, en particular, a la enigmática frase con la que cierra la novela, nosotros referimos el párrafo completo de tan magnífica épica, para así cerrar con unas preguntas que dejamos en suspenso.
Es Adso de Melk el que habla:
“Hace frío en el scriptorium, me duele el pulgar. Dejo este texto, no sé para quién, este texto, que ya no sé de qué habla: stat rosa pristina nomine, nomina nuda tenemos” (p. 607).
¿Acaso sabemos lo que transmite con su película Gitanjali Rao? ¿Sabemos lo que (se) juega?
J. Ignacio Mancilla
Guadalajara Jalisco, colonia Morelos, a 28 de septiembre de 2023.
Eunice Michel
Para Víctor Villarreal, con mucho cariño.
La película que ahora reseñamos, de la plataforma Netflix y en dibujos animados, puedo decir que es de los filmes recientes que más me han tocado el alma (hago mías estas expresiones, JIM); sus conmovedoras historias entrecruzadas con temas como el amor, la muerte, la nostalgia, la melancolía y en el plano social la pobreza, las clases sociales y el encono de las diferencias religiosas, todo ello de manera tan humana. Humana, demasiado humana, dijera Nietzsche.
La rosa de Bombay mezcla varias historias; pero en todas están presentes los temas arriba citados, en una narrativa donde lo visual sobresale.
¿Cómo abordar asuntos tan sencillos y a la vez tan complejos como éstos, que forman parte de todas las cotidianeidades y de todas las vidas, que finalmente están transcurriendo todo el tiempo en la existencia de todas y todos los sujetos?
No se necesita tener una enfermedad terminal para saber que la muerte está ahí, como se dice, y como en La rosa de Bombay ocurre, a la vuelta de la esquina.

Tampoco se necesita haber perdido una pareja hace mucho tiempo para sentir nostalgia por nuestra juventud, por el pasado, por los momentos vividos juntos.
Ni ser tan joven para morirse; ni tan anciana para querer vivir y recordar. Y añorar la vida siempre ida; siempre en otra parte.
Los personajes no parecen tener edad y estar viviendo todos los días con el halo de melancolía que rodea toda la cinta, desde la música, hasta los rostros, las miradas, las palabras que justamente por estar en la boca de todos, están también en sus silencios y en las soledades y compañías.
Pero, al mismo tiempo, la película nos enternece porque en cada una de las historias cruzadas, hace presencia, también, el amor. Como si éste fuera el motor que mueve nuestras vidas hasta el último latido, mirada, suspiro, palabra, silencio, angustia y disfrute.
¿Estamos frente a una alegoría de la vida? Sí; pero una que no excluye la muerte, esa realidad inevitable que la sociedad moderna, como dice Alain Badiou, ha cometido el gran error de querer excluir de la vida, siendo que forma parte de ésta y es la otra faceta que está ahí desde que nacemos.

Como dice el mexicano José Gorostiza, no amablemente, por cierto, al final de su gran poema Muerte sin fin:
“Desde mis ojos insomnes mi muerte me está acechando.
Me acecha, sí, me enamora, con su ojo lánguido.
¡Anda, putilla del rubor helado,
anda, vámonos al diablo!”
Y, lo más importante, ¿cómo llegar a nuestro último y definitivo destino, viva o vivo?
Yo solamente conozco un camino: deseando, no cediendo en nuestro deseo hasta el final; no importa que siempre sea desgarrador.
No dejen de ver la película, para que recuerden que el cine no es sólo una obra de arte, como es el caso, sino un sendero también por el que podemos transitar, además de disfrutar, con nuestras más profundas reflexiones y… compartirlas.
Eunice Michel
Referencias:
Umberto Eco, El nombre de la rosa, Representaciones Editoriales, S. A., México, 1985.
Umberto Eco, El nombre de la rosa, edición electrónica. Aparte de la referencia física, dejamos el enlace, para las o los interesados:
La rosa de Bombay. Gitanjali Rao. India/Reino Unido/Francia/Catar. Cinestasvs Film Company.
Badiou, Alain: ¿Qué es vivir? Amorrortu editores. Buenos Aires, 2021.
Gorostiza, José: Muerte sin fin. UNAM. México, 2008.
Imagen de portada:
Promocional de La rosa de Bombay / Netflix.





Replica a La rosa de Bombay: una historia de sueños que florecen en la realidad. – Aprecia Cine Cancelar la respuesta