Ayer, 17 de enero de 2024, dejó este mundo mi abuela materna, Josefina Díaz viuda de Michel. Tenía 97 años y fue, en muchos sentidos, un ejemplo de fortaleza y resistencia.

Mi relación con ella no fue fácil y tuvimos múltiples roces, así como desacuerdos y diferencias que me llevaron a distanciarme de ella. Lo que quiero destacar hoy es que, a pesar de la distancia que a veces se genera con los familiares más cercanos, siempre hay enseñanzas que se pueden reconocer en nuestra ascendencia.

Mi abuela quedó huérfana de padre desde temprana edad y una tragedia le quitó a su hermanita, por lo que creció con su madre, la bisabuela Pita, y con ella pasó múltiples penurias económicas que marcaron su infancia y adolescencia.

Su vida no fue nada fácil y cuando conoció a mi abuelo ya tenía una hija. Una vez casada se mostró muy firme en su deseo de seguir trabajando, algo que hizo toda su vida. Fue maestra en diversos grados y más tarde fue supervisora e inspectora de la zona escolar número 12.

maestra josefina diaz de michel
Josefina Díaz viuda de Michel (1926-2024)

La última parte de su trayectoria profesional la dedicó a defender con uñas y dientes al Centro Escolar Basilio Vadillo, situado frente al Parque Morelos (Guadalajara, Jalisco), que fue fundado en 1938, y que estuvo amenazado por proyectos que buscaban construir una Ciudad Creativa Digital, sin tomar en cuenta la opinión de la comunidad estudiantil ni de los docentes.

El inmueble de Basilio Vadillo es patrimonio cultural, pues se trata de un edificio art-déco, autoría de Alfredo Navarro Branca, quien también construyó la Escuela de Música de la Universidad de Guadalajara.

Mi abuela no cedió en su defensa del centro escolar y sorteó múltiples adversidades. Cuando tuvo que jubilarse, lo hizo obligada por circunstancias particulares de salud, sin embargo, años antes de su retiro, sus colegas la reconocían por su compromiso, mencionando que ella decía «primero muerta antes que abandonar la escuela», como consigna una nota del periódico El Informador, publicada en 2014.

Fragmento de una nota de ‘El Informador’ (02/04/14). Se puede consultar en: https://www.informador.mx/Jalisco/Una-escuela-reprobada-en-materia-de-instalaciones-20140402-0006.html.

Siempre admiré esa tenacidad de la abuela, su defensa de las causas en las que creía, su firmeza y su capacidad para abrirse paso en un mundo machista. Entre anécdotas recuperadas de sus años en el Magisterio, he escuchado cómo la sala se quedaba completamente callada en el momento en que ella se paraba a hablar, y de cómo muchas figuras le tuvieron miedo, por lo dura que fue para denunciar a las autoridades que no cumplían con su función y cualquier injusticia.

En pláticas que tuve con ella, me llegó a decir que una mujer siempre debe tener su propio dinero, me contaba de algunas de sus amigas que vivieron maltrato en sus matrimonios y que nunca pudieron separarse de sus maridos por no contar con recursos económicos para independizarse.

En una época en que las mujeres casadas no trabajaban fuera de casa, ella desarrolló su carrera profesional a la par que mi abuelo. Ambos brillaron en sus respectivas trayectorias y se ganaron el respeto de la gente. Como maestra, fue sumamente exigente, creo que como abuela y como madre también. No le gustaba que le dijeran «abuela» y pedía en su lugar el diminutivo «abuelita». En su casa las cosas se hacían como ella decía y la etiqueta en la mesa era imprescindible si no querías recibir un regaño.

Nota de ‘La Jornada Jalisco’ (18/10/13). Se puede consultar en: https://issuu.com/lajornadajalisco/docs/jal18102013.

Fue una activa militante de izquierda, comprometida con muchas causas sociales. Durante el tiempo de los campamentos instalados justo después del alzamiento en armas del Ejército Zapatista de Liberación Nacional viajó a Chiapas y se instaló para acampar, ya siendo una señora grande.

Viajó por todo el mundo, coleccionando recuerdos traídos desde lugares remotos, algunos de ellos estaban expuestos en una vitrina que tenía en la planta baja de su casa, la cual siempre estaba con llave. Siendo niña, me gustaba sentarme a mirarla, fascinada por sus figuritas de porcelana.

Muchas discusiones políticas se suscitaron en su casa y fue una férrea defensora del subcomandante Marcos. Hasta el último día que le fue posible compró La Jornada y se mantuvo al tanto de las noticias locales e internacionales.

Fue, en muchos sentidos, una mujer atípica, acostumbrada a alzar la voz y a hablar fuerte en una época en la que la mayoría de las mujeres adoptaban un papel más bien sumiso. Su carácter también era muy fuerte y reconozco que me parezco mucho a ella, más de lo que tiempo atrás hubiera aceptado.

Hoy se ha ido, tras padecer un largo deterioro que la mantuvo encerrada en su propia mente los últimos años. Pude hablar con ella una última vez hace unos días, cuando mi mamá le puso el teléfono al oído para que la saludara.

Hoy me despido de ella, reconociendo la gran figura que fue y las enseñanzas tan valiosas que nos dejó. Una luchadora incansable que, sin reconocerlo explícitamente, adoptó muchas posturas feministas. Adiós, abuela. Que esta despedida sirva también como un homenaje.

Una respuesta a “Adiós, abuela”

  1. […] mi más temprana edad se dedicó a prepararme para que pudiera defenderme en esta vida. Siendo una gran maestra siempre estuvo pendiente de mi educación formal, pero sobre todo de la otra, la que no se adquiere […]

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