“[Como] Si el ser padre fuera tan fácil…”
Con este texto despedimos nuestro año de publicaciones 2023. Regresaremos a este espacio el 11 de enero. ¡Gracias por su compañía!
“Al cortar la cabeza del
Rey, la Revolución hizo
caer la cabeza de todos
los padres de familia”.
Honorato de Balzac.
Al final del capítulo 8 (El gemelo maldito) de la temporada 5 de Lucifer, Dios (Dennis Haysbert) irrumpe en la escena de la vida terrenal, para poner en paz a los hijos (Amenadiel, Lucifer y Miguel), que se están peleando; así, en el capítulo 9 (Cena en familia), en una charla con Amenadiel, relativa al hijo de éste (Charlie), Dios enuncia la siguiente frase: “Si el ser padre fuera tan fácil…”.
Esto después de haber fracasado en la cena, pues las dificultades y desavenencias, sobre todo entre Lucifer y Miguel, aunque no sólo, lejos de resolverse se han agravado; por lo que Lucifer abandona la es-cena familiar.
Ahí, en la cena, en pleno clímax dramático-filial, Lucifer le hace una pregunta a su padre:
“Papá… ¿nos amas?
Y Dios contesta:
“Si debo aclararlo… entonces sí he fallado”.
Pero… ¿qué padre no falla?
Hasta Dios padre, como lo vemos, atinadamente, en la serie.

Bien, volveré sobre esto, pero antes haré un pequeño rodeo teórico e histórico.
El 20 de noviembre de 1963, hace exactamente 60 años, en la lección fallida ―en tanto dicho seminario no fue desarrollado sino suspendido, por lo que en 1964 daría otro tema radicalmente distinto― Jacques Lacan asevera que:
“En lo que respecta al padre, desde su Padre hasta los Padres de la Iglesia, déjenme que les diga que no los encontré suficientes”.
La suficiencia, pues, no es un atributo de la función paterna.
Regreso a la serie, para después hacer otra mediación histórica y teórica.
En la cena, ante la disculpa de Amanadiel a Linda Martin por “ser la familia más disfuncional del mundo”, su compañera Linda (Rachael Harris) les dice:
“No. En realidad es… Maravillosamente normal […] Solo son… tres hijos que buscan el amor de su padre. Y sienten que no lo tienen”.
Cabe recordar que ella es psicoterapeuta y que es, también, la terapeuta de Lucifer.

El hijo rebelde, Lucero de la Mañana, es el único que se atreve a decirle las cosas más duras a Dios, su padre; y quiere que éste reconozca que es un “mal padre”.
A manera de defensa, ante los señalamientos de Lucifer, Dios responde:
“Lo que siempre quise fue darles el poder a todos mis hijos de decidir por sí mismos”.
¡Ay, el libre albedrío!
Pero… ¿Dios es incapaz de amar a sus hijos?, como le reprocha Lucifer.
Buena cuestión que nos lleva al centro de la problemática familiar, no solamente de la sagrada familia, sino de todas las familias.
En este capítulo, de manera paralela a las peripecias de la familia de Lucifer, éste y Chloe Decker llevan a cabo una investigación sobre un asesinato; que revela, también, el carácter disfuncional de la familia del asesinado ―no más disfuncional que la sagrada familia, pero tampoco menos―.
¿Es normal la disfuncionalidad de la familia?
Aquí es donde se impone otro excurso histórico y teórico.
Elisabeth Roudinesco, en su excelente libro La familia en desorden, deja en claro cómo la familia siempre está mutando.

Destruyéndose y reconstruyéndose, todo el tiempo.
De dicho libro podemos extraer que la disfuncionalidad de la familia es históricamente estructural.
Así ha sido a través de toda la historia humana.
Y… ¿cómo no iba a serlo?; pues el desempeño de los padres ―en cuanto a la función paterna― siempre ha sido “insuficiente”, según el decir de Lacan.
Es un lugar en el que no se puede dar el ancho.
El capítulo termina con la dolorosa confesión de Lucifer ante Chloe, muy imaginaria, por cierto, de que él, como su padre, es incapaz de amar; y que por ello no le será posible que le diga a Decker que la ama.
Pues, de hacerlo, le estaría mintiendo, dada su supuesta incapacidad; carácter que comparte con su padre, Dios. Eso es lo que cree, Lucifer, en ese momento.

Lo que será un error más de Lucifer en su compleja historia, que consiste en querer encontrar una identidad, pues también él está escindido entre lo que es y lo que anhela ser.
Entre su Fatum (destino) y lo que va construyendo con sus actos.
Como todas y todos nosotros.
Cuestión que hace, de este personaje, alguien muy humano.
Y quizás en esto consiste una de las mayores virtudes de la serie; en mostrarnos a un diablo humano, demasiado humano, para decirlo con Nietzsche.
Como corolario de todo esto, vale la pena decir que, en el capítulo siguiente, Karaoke celestial, Chloe Decker, cuando conoce a Dios, lo confronta y le dice que ha sido muy mal padre.
¿Y la madre de Lucifer?
Creo que, con ella, nos confrontamos con el personaje más complejo de la serie; por lo que será en otro momento que me detenga en todo lo que, según mi lectura, se juega con ella.
J. Ignacio Mancilla
Guadalajara Jalisco, colonia Morelos, a 21 de diciembre de 2023.
Imagen de portada: Padre eterno, Giovanni Bellini (1505), El Palacio Ca’ Pesaro, Venezia.





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