Inés M. Michel
Mucho dicen de nosotras las heridas y las cicatrices que han mostrado nuestros cuerpos a lo largo de nuestra vida; también las enfermedades que padecemos, las dolencias y los mal-estares que se manifiestan de diferentes formas. ¿Qué nos aqueja en el cuerpo y qué nos dice el dolor acerca de lo que estamos viviendo?
Desde tiempo atrás me ha quedado claro que no enfermamos al azar, ni las enfermedades o los accidentes obedecen solo a factores externos, mucho de lo que somos está presente cuando se trata de sufrir una dolencia u otra, también cuando nos lastimamos una parte del cuerpo. Hoy escribo estas líneas con la mano derecha lesionada, debido a una inflamación en los tendones del dedo índice, que me ha mantenido algunos días con dolor e incapacidad parcial en la mano. Mi tratamiento ha consistido en sesiones de ultrasonido, para bajar la inflamación y tuve que hacerme unos estudios para determinar la causa del padecimiento; todo esto ha sucedido durante otro tratamiento médico que estoy llevando para mi piel.
La piel (lo que me cubre y el órgano más grande del cuerpo) y la mano derecha (la que uso para escribir y donde radica gran parte de mi fuerza). Al enfermar de la piel, aquello que muestro se vio comprometido y al enfermar de la mano, aquello que quiero decir por medio de la escritura se ha visto truncado. No es fácil sumergirnos en quienes somos y buscar respuestas que nos permitan enfrentarnos a nuestras dolencias. Tampoco lo es hacernos cargo de todo lo que se remueve cuando enfermamos o nos lastimamos. Somos vulnerables en estas situaciones de vida donde la salud se ve afectada y, en momentos así, el entorno que tenemos es fundamental para apoyarnos, ya sea la pareja, familiares o personas con las que vivimos y que se convierten en un soporte para sobrellevar lo que se nos va presentando mientras recuperamos la salud.

Es fundamental no dejar de lado el trabajo interno, ese que nos permite entender y entendernos, ahondar más allá de la situación física y hurgar en nuestras emociones, en pocas palabras enfrentarnos a nosotras mismas, lo que no será un proceso indoloro. Si me preguntan si vale la pena hacerlo, diré que sí, que siempre vale la pena conocernos, entender quiénes somos y cuáles son nuestros miedos y angustias, que por supuesto, pasan de la mente al cuerpo y se traducen en malestares.
Por ahora, con problemas para escribir y asuntos pendientes en el horizonte me queda la conversación conmigo misma, el cuestionamiento, el autoanálisis, la incipiente necesidad de destensar la mandíbula, los músculos, la mano, el corazón.
¿Cuáles son sus mal-estares?
Imagen de portada: Horizonte nublado en Guadalajara, Jalisco, 2017 (Foto: Webcams de México).
Inés M. Michel.
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T: @CuerdasIgneas / FB: Cuerdas Ígneas
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Inés, gracias por compartir… Estoy segura, que estás creciendo, y tú por venir será mejor que hoy y que ayer. Me encanta leerte, captó esa hermosa persona que eres…
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Muchas gracias, como siempre Isabel. Crecer duele y reconforta a la vez. Muchos saludos.
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