Inés M. Michel
A casi 8 meses del 5 de junio de 2020, fatídico día en que ocurrió la desaparición forzada de un centenar de personas, el colectivo al que pertenecí desde principios de julio, Somos 4, 5 y 6, se ha disuelto lanzando un último comunicado donde explicamos las razones de la decisión.
Me es indispensable realizar en este espacio algunas reflexiones sobre el trabajo que estuve haciendo junto a otras y otros sobrevivientes de esos hechos que nos marcaron y que, desafortunadamente, no son aislados en Jalisco, ni en México. Nuestra entidad cuenta con 11 mil 448 personas desaparecidas, cifra que aumenta escabrosamente sin que el gobierno estatal concrete acciones contundentes para atender el tema.
Una vez que el caso alcanzó notoriedad e incluso la ONU se pronunciara, algunas de las personas afectadas por el actuar de la Fiscalía estatal pensamos que la vía del diálogo sería lo mejor para no apostar por una estrategia confrontativa, donde podíamos ponernos aún más en riesgo. El habernos sumado a la propuesta de colaborar con el gobierno estatal para organizar el Foro Construcción de paz, Seguridad ciudadana y Reforma policial, fue un intento de que nuestras voces y propuestas se escucharan en un encuentro entre ciudadanía y funcionarios, teniendo como meta principal que lo que nos ocurrió no se repitiera.
Durante meses nos dedicamos a sacar adelante los compromisos adquiridos, sin otro aliciente más que ser parte de un ejercicio democrático y plural que pudiera generar cambios para la vida de todos los jaliscienses. Sin embargo, nuestro esfuerzo se diluyó entre la poca participación ciudadana derivada de la baja difusión del foro y las estrategias de manipulación por parte de los actores gubernamentales, que fuimos detectando y que nos llevaron a tomar la decisión de no continuar apoyando las mesas técnicas, derivadas de esa actividad.
Una vez publicado el comunicado, los comentarios llenaron las redes, bastantes de ellos en tono de reproche, argumentando que se nos había advertido de no cooperar con el gobierno, y otros tantos demeritando todo lo hecho por el colectivo. Me gustaría mucho que tuviéramos la capacidad de encontrar los matices en esta situación en particular y en general en la vida, porque no creo que se trate de tener una óptica de blanco o negro. A pesar de lo desgastante de todo el proceso que vivimos como colectivo me parece que hay algunas cosas rescatables y también aprendizaje que obtuvimos con todo y las circunstancias tan adversas.
Por otro lado, vuelvo al posicionamiento que presentamos en la rueda de prensa del 5 de agosto, donde cuestionamos a todas aquellas personas que nos acusaron de ser inexpertos: ¿por qué alguien tendría que estar preparada/o para desaparecer? He encontrado cierta insensibilidad en tanta gente, que escudados en sus propias redes sociales y sin haber padecido algo como lo que nos ocurrió, juzgó duramente la necesidad de no confrontarnos más con el gobierno estatal, aún sabiendo que nuestras vidas corrieron peligro y que seguíamos siendo hostigadas y hostigados.

Yo sigo creyendo que solo colectivamente podremos encontrar salida a las situaciones de violencia que nos aquejan cada día en México. El colectivo Somos 4, 5 y 6 estuvo conformado por tan diversos perfiles e intereses que en un momento fue imposible seguir con el trabajo en común, porque dejamos de identificarnos con las estrategias escogidas por algunos miembros del grupo. Eso no significa que no valoramos el tiempo que pudimos luchar por un objetivo en común. Ni tampoco que el caso del 5 de junio se cierra. Por el contrario, los miembros que promovimos la disolución y que hemos estado dando la cara estos días anteriores en diversos medios que nos han solicitado entrevistas, seguiremos buscando la verdad, la justicia y la reparación integral del daño para todas las víctimas directas e indirectas.
Cerrar capítulos significa también avanzar a otro camino y esta no es la excepción. Agrupados como Somos 4, 5 y 6 hicimos todo lo que pudimos para dar visibilidad a las víctimas de desaparición forzada, además de expresar todo lo que nuestro caso implicaba a nivel personal y social, tanto en el foro que coorganizamos como en otros espacios en los que participamos. Quizá no fue suficiente para abrir el parteaguas que soñamos, mas de eso no podemos responsabilizarnos, ya que, con el dolor, las heridas y el miedo a cuestas, nos alentamos unas a otros, pasando por todas las puertas que se fueron abriendo en nuestro camino, aunque en muchas de ellas hayamos encontrado palabras vacías y discursos sin acción. Más trabajo tiene que hacerse, pero también más actores sociales tienen que asumir su propia responsabilidad en ello, pedir a las víctimas que sean ellas quienes tengan la claridad y la mejor estrategia es demasiado, dado que no elegimos pasar por lo que pasamos y fuimos lidiando con lo ocurrido a nuestra propia manera, no siempre con el mejor ánimo.
Que nuestros testimonios queden en la memoria colectiva es algo por lo que seguiremos manteniendo el dedo en el renglón, más allá del colectivo que hoy se disuelve. Agradezco a quienes se mantuvieron hasta el final acordes a sus ideales y a todas las afinidades encontradas con esas personas de las que aprendí y que resultan una valiosa compañía que permanecerá. Somos sobrevivientes y eso nadie podrá quitárnoslo.
Inés M. Michel.
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