A la memoria de mi padre
Ya no hay locos
todo el mundo está cuerdo
terrible, espantosamente cuerdo.
León Felipe
Morirse de cáncer no es nada fácil; pero morirse de Covid-19 es otra cosa.
Del orden de lo imposible, de lo in-humano.
Una muere de cáncer.
Se inicia en el estómago
enloquecen las células
migran después al pulmón
y enseguida al cerebro.
Uno puede morirse torturado.
Y aparecer mucho tiempo después los restos
en una fosa común
tan común como todo el territorio de México
(y aunque no haya guerra).
Una puede desaparecer.
Y aparecer luego
por la constancia y el tesón de las madres buscadoras.
Por sí o por no, como dice la mía,
siempre hay que llevar croquetas en los calzones
para que nos encuentren los perros.
Uno puede morir en una balacera.
fuego cruzado
daño colateral
como gustéis.
Una puede fallecer de tristeza
de soledad
o de compañía.
Existen tantas maneras de morir.
O des-morir-se.
También existen las varias formas de suicidarse.
Ya sea directa o indirectamente
asistido o no asistida por otro u otra.
Rápida o lentamente.
De diabetes o enfisema pulmonar
tuberculoso o tuberculosa por la a-dicción al cigarro
o las consecuentes con cualquier adicción.
Existen también las muertes sociales:
de hambre frío desnutrición
enfermedades ya curables.
Fallecimientos para elegir o no.
Decesos para escoger
y para todos los gustos y disgustos
(h) ¡ay!
Eunice Michel
Guadalajara, Jalisco. Colonia Morelos. 22 de octubre de 2022.