Inés M. Michel

He hablado unas cuantas veces de la importancia de las decisiones, tomarlas, ser consciente de ellas, de decidir por lo que en verdad queremos.
Hoy me encuentro lejos de casa, estudiando un diplomado en la Universidad Iberoamericana, y el tema que me mueve a escribir es relacionado con esa decisión, la de irme, porque hay algo muy importante que nos espera a la vuelta de cada decisión que tomamos: mantenerse en ello.
 
 
Mudanza
 
Iniciamos proyectos, planes y cada uno conlleva ciertas dificultades, algunas que quizá esperábamos, otras que no, otras que en cierto momento parecen insorteables. Conseguir un departamento para vivir donde queremos, entrar a determinada universidad, encontrar un empleo que nos satisfaga, vivir en pareja… una decisión nos lleva a muchas más, a que se nos planteen hechos e incertidumbres.
En ocasiones dudamos de seguir con el curso de las cosas que se nos plantean, ya sea porque no queremos asumir cierta consecuencia, o porque vemos muchas dificultades, nos preguntamos si lo mejor es regresar, renunciar. Por eso creo que continuar con nuestras decisiones, aún en escenarios complicados, es un reto y es algo para lo que prepararnos cuando las cosas empiezan a marchar hacia la dirección que hemos imaginado.
Un jueves 23 de abril de hace dos años iniciamos este proyecto titulado Cuerdas Ígneas, que surgió con la idea de compartirles textos de mi autoría intercalados con otros de mi papá. En este trayecto transcurrido la continuidad de la escritura ha tenido altibajos, ahora que estoy en Ciudad de México tengo ya dos meses sin publicar algo aquí.
Ahí una prueba de la dificultad que se nos presenta para continuar lo iniciado, pero no por difícil merece ser abandonado.
Este blog está a punto de acumular diez mil visitas, lo cual nos da gusto y nos ha llevado a reafirmar la importancia de la escritura y de compartir con ustedes lo que pensamos. Con esto en mente retomo mis publicaciones para animarles y animarme a continuar con todo aquello que nos propusimos y que nos apasiona, aunque la vida nos presente retos que nos alejen de esas actividades o las dificulten.
Mi sentir al respecto de la escritura es que se trata de una actividad sumamente complicada, ya lo he compartido antes aquí, que requiere de absoluta concentración y honestidad con unx mismx. No siempre puedo soportar enfrentarme a mí misma de esa manera, y en ocasiones postergo el momento de sentarme frente a la pantalla o la hoja. Sin embargo, aquí estoy.
No puedo más que agradecer a todas esas personas que nos han seguido durante este tiempo, leyendo lo que les compartimos y comentando lo que piensan. Con todo y las adversidades nos mantenemos en este espacio que nos ha retribuido con las lecturas que obtiene cada entrada, esperamos que sigan aumentando y que este diálogo sirva para seguir reflexionando.
Mantenerse en ello. Eso es lo más difícil, no siempre se trata de la decisión en sí, sino de la capacidad de seguir adelante.
Seguimos aquí.


Inés M. Michel

Ciudad de México, junio de 2017.
[atea, vegana, feminista,
lectora irredenta,
a la espera del apocalipsis zombi
que dará sentido a mi existencia]
I: inmichel
 





Una respuesta a “Mantenerse en ello”

  1. […]       La semana próxima este proyecto cumple tres años, concretamente el 23 de abril, fecha en que en 2015 se hizo la inauguración de Cuerdas Ígneas con un texto de mi autoría titulado La tercera fue la vencida, donde hago una crónica sobre mi huída de la Universidad de Guadalajara.   Ante el umbral del tercer aniversario de un espacio que se ha ido construyendo con palabras, me veo haciendo una retrospectiva de lo que he vivido, repasando algunas de las inquietudes que compartí aquí; las circunstancias son distintas de cuando inicié este intercambio con mi papá, donde siempre se ha buscado el diálogo, las ideas cruzadas y la exposición de posturas que nos permitan acercarnos entre nosotros y a quienes nos leen. Un cambio importante acontecido durante este periodo de tiempo tiene que ver con mi decisión de vivir en Ciudad de México, un lugar al que le debo mucho sentimentalmente pues, aunque originaria de Guadalajara, desde muy pequeña vine con mi madre y mi padre a esta ciudad, creciendo y siendo parte de ella desde los dos años hasta los catorce cuando decidí volver a mi lugar de origen.   Retornar a radicar en la capital era una decisión postergada por varios años, los planes fueron tomando forma y mutando hasta que finalmente me decanté por inscribirme a un diplomado en Estudios Literarios en la Universidad Iberoamericana, lo que me llevó a mudarme y reiniciar en este ritmo de vida frenético por el que es conocida esta urbe, a la par que marcó mi regreso y reconciliación con los espacios universitarios, la Ibero fue un sitio que me maravilló.   Quizá uno de los retos que se presentaron con mayor fuerza fue la tarea de encontrar dónde vivir. Alojados temporalmente con una amiga de la familia, nos enfrentamos a la búsqueda de departamento y a las terribles inmobiliarias, a la necesidad de contar con un aval, a la realidad relacionada con el encarecimiento de la vivienda, a la incertidumbre que se presenta cuando no encuentras nada acorde a tus gustos/presupuesto.   Toda la experiencia del cambio me llevó a renunciar a ciertas comodidades a cambio de obtener algunas libertades. Pude cursar el diplomado, que finalizó el mes pasado, y nuevamente me enfrento a un panorama en el que tengo que reacomodar mis actividades, planificar otros caminos. Por segunda vez me mudé, y busqué otro espacio aquí en la misma ciudad y estoy en una exploración nuevamente, que a grandes rasgos se afinca en la necesidad de construir un hogar propio junto a la persona con la que estoy compartiendo mi vida.   En este trayecto me he enfrentado sobre todo a mí misma, a mis miedos e inseguridades, a mi carácter y a mi manera de entender el mundo. Lejos de la casa familiar, aunque siempre contando con su apoyo tenaz que me fortalece y me nutre, me he cuestionado a mí misma, teniendo como horizonte aquellos sueños y deseos que se me presentan como imprescindibles. La lejanía de ciertos espacios y también de personas, amigos y familiares con quienes compartí trabajo, ideas y compromisos tanto personales como profesionales tiene su costo, no soy indemne a él. Por otro lado, conocer gente nueva y abrirse un camino propio en una ciudad que presenta tantas ventajas y posibilidades resulta un aliciente. Las dificultades están y han estado a la orden del día, las vamos sorteando conforme aparecen, la promesa para mí misma es hacer aquello que me mueva a levantarme cada día sin remordimientos, haciendo lo que me gusta, formar ese deseado hogar propio, que no tiene qué ver solo con un espacio físico sino sobre todo con dónde se afincan tus anhelos.   Son tres años, seguimos aquí… […]

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