Escenas para una exposición

Escenas para una exposición… narrativa y teoría sobre las identidades del yo

(Primer cuadro, de diez)

J. Ignacio Mancilla

Nota: Estamos preparando un curso en línea donde se reflexionará acerca de la serie Westworld, cuya tercera temporada acaba de ser emitida en HBO. Esta es la primera parte de una disertación que irá ahondando en los personajes y momentos clave de la ficción.

“<<¿Adónde ha ido Dios?>>, exclamó,

<<¡yo os diré! ¡Nosotros lo hemos matado,

vosotros y yo! ¡Todos nosotros somos

sus asesinos! […]>>”.

Friedrich Nietzsche, La ciencia alegre.

“El último dios no es el fin sino el otro

comienzo de inconmensurables

posibilidades de nuestra historia”.

Martin Heidegger, Aportes a la filosofía. Acerca del evento.

“Eran libres. No tenían dios.

Pero trataron de construir uno.

Pero esa cosa que construyeron

No es dios. Vienen los dioses

verdaderos. Y están furiosos”.

Dolores Abernathy (Eva Rachel Wood), WestWorld.

Sí, el título lo tomo (gustoso) de la pieza musical para piano de Modest Mússorgsky (que me encanta, por cierto, y que se hizo famosa por el arreglo orquestal de Maurice Ravel); y lo hago para hacer mi narración (y teorización) sobre las identidades del yo, a partir algunos de los personajes de la serie WestWorld, sobre todo los femeninos.

Lo hago de este modo por la enorme dificultad que implica analizar una serie televisiva (por los múltiples niveles que contiene, aparte de lo estéticos propiamente) y, también, debido a la complejidad que representa, en muchos sentidos; y no estoy hablando ya solamente desde la teorización sobre las identidades del yo: sea de los personajes; sea de los lectoespectadores (entre los que también  me encuentro, felizmente).

Lo haré, pues, considerando en especial dos de las caracterizaciones femeninas claves en toda la serie; y siguiendo algunos temas centrales, ponderando, desde luego, algunas escenas en las que se despliegan, precisamente, las ideas que me interesa resaltar y reflexionar en este trabajo de meditación sobre la construcción y modificación de las identidades del yo de los personajes. Pero también de nosotros, los lectoespectadores.

Dolores y Maeve son dos mujeres singulares, como cada mujer lo es –siempre– y juegan –ellas dos– en toda la serie, papeles preponderantes, desde el inicio hasta el final de las tres temporadas; que son las ya trasmitidas cabalmente hasta el momento. Una de ellas –Dolores– asume incluso el papel del Dios ya muerto. Ya lo explicaré.

Es muy poco probable que el lectoespectador, sea mujer u hombre, no se sienta identificado, en más de una ocasión, con lo que cada una de ella ha sido y es; y con lo que sueñan y anhelan como personajes centrales de la trama. Discurriendo, así, junto con ellas en una mutabilidad de sus identidades, al calor –en todo momento– de las exigencias narrativas de la serie; que apunta indirectamente a la dinámica realidad de su mundo y de ese modo del nuestro.

¿Qué dinámica fluye entre el yo de los  personajes y el de los lectoespectadores? Esta cuestión es la que nos interesa aquí.

muerte westworld
Wesworld, t. 2, e. 2 ‘Reunion’ / HBO.

Y sí, no en pocas ocasiones nos confrontan –desde lo que cada una hace y en lo que va deviniendo– para, al final, asumir, de nuevo, lo que son –como nosotros– sujetos siempre en construcción. Sujetos que deciden cada situación de su vida (de ficción, pero bastante verosímiles) en las circunstancias de su vital cotidianidad; no exenta de muertes, de muchas muertes, por cierto. Es la vida, pues, lo que se reproduce bajo la figura de su simulación, en series.

¿Qué ocurre, pues, desde la perspectiva de las identificaciones, con el yo de las y los lectoespectadores con relación al yo de los personajes? ¿Cómo se dan éstas?

¿Más allá de que se asuma –ya el personaje, ya el lectoespectador y sus mutaciones– como mujer u hombre?

¿Qué tipo de mujer es la que representan, pensada desde nuestro tiempo y mundo, Dolores y Maeve?

¿Qué paradigmas de sujetos ponen en acto las series contemporáneas; en especial WestWorld, que es la aquí analizamos?

He aquí la auténtica dificultad, que no podemos responder sin entrar en los detalles que las diez escenas propuestas nos manifiestan; y claro que no podremos dejar de hacer una lectura sesgada, siempre, desde nuestro contexto cultural. Es decir, no podemos no leerlas como lo que son, metáforas de los sujetos contemporáneos: esto en una interpretación doble y vertiginosa, que intentará, en cada coyuntura específica, ver tanto al personaje como al lectoespectador y sus identificaciones yoicas; siempre cambiantes.

En eso estamos, y, ¿desde dónde hablamos y escribimos?, se preguntará el lector; justamente desde nuestros gustos e identificaciones; intentando, en la medida de lo posible, de no entramparnos en alguna de ellas y sostener, así, una narrativa y una teoría que hagan sentido para ustedes como lectores y abra una nueva luz sobre la serie misma y, de paso, sobre el mundo en que vivimos. Incluyendo esta nueva experiencia (que parece de ficción, como en la serie) y que se llama Covid-19 o Coronavirus. En México y el mundo entero.

Es lo menos que esperamos y a lo que anhelamos, sinceramente.

Sí, tomaremos, como lo hizo Mussorsgky con su creación para homenajear a su amigo Viktor Hartmann, diez escenas de la serie; lo haré a partir de aquellas que me parecen son preponderantes en toda la saga (hasta el momento) y que ponen en movimiento la complejidad del juego especular identificatorio de los personajes mismos y su construcción; pero también de nosotros como lectoespectadores en las peripecias existenciales de dichos personajes en la narrativa de la trama y en la serie toda, como metáforas del drama de la vida.

Escenas en las que se manifiestan los temas centrales abordados por WestWorld y con los que no solamente se afianza y estructura la narrativa de los personajes sino, con un guiño y con un grano de sal, se alude también a la “realidad” nuestra, la de los lectoespectadores del mundo de hoy.

Escena primera: La última cena o Dios ha muerto, viva Dolores

¿Por qué empezar con esta escena?

Porque el tema de Dios atraviesa de forma nodal la serie toda; llegando a ser, en algunos pasajes y momentos, lo que da sentido a la narrativa toda; y, desde esa perspectiva, implica mucho del sentido de la modernidad misma y de la época histórica que estamos viviendo o desviviendo.

Con alusiones más que claras a personajes de nuestra historia, que han determinado el devenir de la cultura occidental y mundial. Como Jesús de Nazareth, claramente, y Nietzsche, veladamente (aunque no tanto). Ya lo veremos.

Esta primera escena (capítulo 2, La reunión, de la segunda temporada) puede ser leída desde muchos niveles de desciframiento: por lo menos tres, el histórico religioso (la cena de Jesús y sus apóstoles); el histórico nacional (la confrontación entre los confederados pro esclavistas y los antiesclavistas de la Unión) y, por último, el histórico filosófico (en el que Nietzsche como destacado portavoz del “Dios ha muerto”). Por lo menos, sí, por lo menos; aunque no únicamente.

¿Burla o ironía (socrática)?

La escena central aquí analizada ocupa solamente escasos minutos; casi cinco (del minuto 36:50 al 41:02). Y pone en el centro, desde el punto de vista icónico, una de las imágenes más representativas de nuestra cultura: la última cena y todo lo que ella ha significado, hasta el momento. El sacrifico de Jesús de Nazareth y su conversión en Cristo y su superación de la muerte en la resurrección (pero, ¿hemos meditado acertada y suficientemente lo que paraboliza tal suceso, como sí lo ha hecho Jean-Luc Nancy?).

La última cena westwolrld
Wesworld, t. 2, e. 2 ‘Reunion’ / HBO.

Por supuesto que no agotaré sus connotaciones; apenas aspiraré a hacer algunas elucubraciones mías que, creo, son pertinentes.

De modo que primero describo, en términos generales, dicha escena; para luego pasar a trascribir el diálogo entre Dolores y el comandante (de los confederados) Craddock.

Repito. Son casi cinco minutos de escenificación; la trama se despliega con una enorme complejidad estética, teológica y filosófica; además de otras cuestiones de enorme atingencia para el tema que nos importa: el de Dios y el de la libertad de decisión de los personajes.

Dolores, después de una pasajera confrontación con Maeve en la que se movilizan los motivos de la rebelión (la libertad de los anfitriones y su liberación de los huéspedes), se enfrenta al comandante Craddock; justamente la escena más cargada, pues se da alrededor de la reproducción –¿irónica?, insisto– de la última cena y la muerte y capacidad de resurrección de Dios.

Son tres los puntos nodales que quiero destacar de esta escena y este diálogo entre Dolores y Craddock:

Primer punto: Craddock le dice a Dolores que el único comandante al que obedece es a Brigham y que éste solamente sigue al Todopoderoso. Esto después del ofrecimiento que Dolores le hace para hacerlo llegar a Glory, como la tierra anhelada.

diálogo dolores y craddock
Wesworld, t. 2, e. 2 ‘Reunion’ / HBO.

Segundo punto: Después de haber asesinado a Craddock, real y simbólicamente, Dolores le dice al Craddock resucitado que –efectivamente– ya se cansó de servir a Dios y que por eso lo ha matado.

Tercer punto: Y que, desde esa perspectiva –le advierte–, la única posibilidad de que Craddock llegue  a Glory –la tierra prometida– es siguiéndola a ella, como antes seguía a Brigham en tanto éste solamente era obediente de Dios.

Esto en términos muy resumidos.

El diálogo de esta impactante escena es el siguiente. Y Es obvio que no puedo reproducir todos los matices fílmicos, posibles en su mostración misma y no en su demostración discursiva.

Al entrar Dolores al lugar donde se encuentra Craddock y ser encañonada por uno de sus súbditos, Craddock interviene:

“-Comandante Craddock: Esa no es una forma de tratar a nuestro invitado. Disculpa a mis hombres. Están confundidos por el regreso del teniente Dunleavy.

“-Dolores: Estaba perdido. Creí que lo querían de vuelta.

“-Comandante Craddock: Tal vez. Salvo por el hecho de que lo enterramos en Gran Vista con cien gramos de plomo en el estómago.

“Dolores: Y helo aquí.

“-Comandante Craddock: Ciertamente. ¿Y qué quieres a cambio?

“Dolores: Una tregua. Queremos unir fuerzas (todo el tiempo se oyen risas de los hombres de Craddock).

“-Comandante Craddock: Bueno, no necesitamos regalos de bienvenida. Pero si tienes provisiones o municiones para comerciar, trae a tu superior.

“Dolores: Ya no queda nadie. Tendrás que hablar conmigo.

“-Comandante Craddock: ¿Y por qué haría eso?

“Dolores: Sé que debes encontrarte con tu ejército al amanecer y que vas hacia el oeste, por eso del pedazo de tierra del que tanto hablas y que nunca tuviste las agallas de reclamar. Vas rumbo a Glory.

“-Comandante Craddock: ¿Qué diablos crees que sabes de Glory?

“Dolores: Sé que no llegarás si no estás bajo mis órdenes.

“-Comandante Craddock: Solo sigo órdenes del coronel Brigham, de New Southern Cross, y el único comandante al que él obedece es al Todopoderoso.

“Dolores: ¿Es tu decisión final?

“-Comandante Craddock: Mi decisión final está entre quiénes serán para mí y quiénes serán para mis hombres.

“-Teddy: Cuidado con lo que dices.

“-Dolores: Está bien Teddy. No saben lo que hacen. Es su naturaleza. ¿Por qué no los iluminamos?

(Una vez que hace revivir a Craddock): “Tienes razón. Estuvimos demasiado tiempo al servicio de Dios. Así que lo maté. Y si quieres llegar a Glory, no  lo necesitas a él. Me necesitas a mí”.

tierra prometida westworld dolores
Wesworld, t. 2, e. 2 ‘Reunion’ / HBO.

Claro, esto es mejor verlo que leerlo, por lo que recomiendo mucho que así se haga. En tanto la escritura, a diferencia del video, no es mostrativa sino argumentativa y demostrativa, como cualquier discurso teórico. De ahí la importancia de ver esta escena una y muchas veces.

Desde ahí es que, ahora, a manera de cierre de esta primera estampa, me detengo en lo que implica esta escena tan sobrecargada, simbólica e imaginariamente. ¿Realmente también?

Y es desde ahí, desde su poder simbólico e imaginario, que tiene efectos en lo real. Desde esa dimensión es que indagamos sobre los efectos identitarios de los personajes y de los lectoespectadores en tanto éstos se construyen y modifican dinámicamente; como en la vida misma.

Así pues, el que mejor ha captado, aparte de Nietzsche, la relación de la modernidad con la divinidad en tanto ausente (o asesinada, el loco de Nietzsche dixit), ha sido Martin Heidegger.

Algo que la serie ha hecho patente, sobre todo en esta escena y en la tercera temporada: el retiro de Dios y la pretendida suplencia de este por el Big Data como el gran sistema manipulador de la historia humana.

¿Cómo es que los personajes, Dolores y Maeve, pasaron de la credulidad a la incredulidad? ¿Y cómo, a pesar de sus dudas, nunca dejaron de actuar conforme a lo que ellas eran y decidían en cada situación determinada?

Y, ¿cómo vivimos los lectoespectadores todos esos cambios en los personajes y qué consecuencias tienen en la construcción de nuestras identidades?

¿Qué somos y en qué devenimos cuando vemos las series?

Los sujetos contemporáneos –hombres y mujeres, personajes o lectoespectadores– estamos en constante mutación en tanto la vida misma nos obliga a decidir, desde lo más simple y cotidiano a lo más complejo, existencialmente hablando. Al igual que Dolores y Maeve.

Es esto lo que se nos muestra, pues, en las peripecias de Dolores y Maeve, en particular en esta escena que aquí detallamos. Pues mucho ha acontecido para que Dolores y Maeve se encuentren en la situación en la que se confrontan, suavemente (y por primera vez), en ese pequeño diálogo sobre la lucha y la libertad.

Sí, mucho –desde toda la primera temporada– hasta esta escena en la que está en marcha una guerra según el decir de Dolores.

De modo que es la decisión y la libertad de ser lo que son los personajes –y nosotros con ellos en tanto lectoespectadores– lo que se muestra en la escena mencionada. Que es de una riqueza inagotable por medio del mero análisis teórico. Cosa que se hace mucho más patente en el trascurrir de la escena –del video– como tal.

¿Es por ello que nos atrapan las series?

¿Qué es lo que nos engancha a las series; particularmente a WestWorld?

Y, ¿cómo se dan las identificaciones entre el yo de los personajes –en este caso Dolores y Maeve– y el yo de todas y todos nosotros como lectoespectadores?   

Esto es algo que iremos respondiendo, poco a poco, a partir de esta primera e impactante escena; junto con las que he seleccionado y vienen como indispensables para el desarrollo de la reflexión teórica que aquí presento.

Nota: Mucho debo en estas elucubraciones y en las que vendrán a Raquel Crisóstomo Gálvez, pues lo logrado aquí no hubiera sido posible sin su excelente trabajo sobra la televisión contemporánea: El yo en serie. Variaciones identitarias en el drama televisivo contemporáneo (Universitat Pompeu Fabra, 2019).

J. Ignacio Mancilla.

FB: Juan Ignacio Mancilla Torres
T: @CuerdasIgneas / FB: Cuerdas Ígneas
cuerdasigneas@gmail.com

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