y… la filosofía y…
J. Ignacio Mancilla
El próximo 16 de agosto, la ya mítica librería Gandhi (la vieja, la que dio origen a la cadena nacional que hoy existe) cerrará sus puertas definitivamente, según nota de El Universal, firmada por Yanet Aguilar Sosa (01/08/2020).
Voy a tomar esa noticia, dolorosa en sí, esto según el decir del propio gerente Alberto Achar, y hacerme la siguiente pregunta:
¿Cuántos libros compré y cuántos no, en esa ya vetusta y mitológica librería que abrió sus puertas en 1971, hace 49 años (tengo 64)?
A partir de esta interrogante quisiera narrar, un poco, mis peripecias como amante de los libros y de la filosofía y…

Hablaré, pues, de mi migración de librería en librería en las que fui adquiriendo, poco a poco, la biblioteca que hoy uso; hecho que, debidamente contextuado, nos dará muchos indicios sobre el cambio de la sociedad toda y particularmente de las librerías y lo que ofertaban.
¡Cómo no recordar, antes que nada, las librerías ya desparecidas de Guadalajara! Font, Casarrubias e Iztaccihuatl, principalmente; en las que también adquirí más de alguno de los ejemplares de los que hoy se compone esta mi biblioteca.
La única que sobrevivió a la debacle de librerías en Guadalajara fue Gonvill. Cosa interesante para investigar y hasta novelar.
Bien. Mis visitas a Gandhi empezaron hace años, pero muchos años; recuerdo que iba y solía regresar con las maletas llenas de libros, pues Gandhi introdujo una forma radical de venta: los descuentos, que hacía que salieran muy baratos, comparados con el precio del mercado. Recuerdo que los descuentos oscilaban entre treinta, cuarenta y hasta cincuenta por ciento, ofertas que para uno como consumidor no eran cualquier cosa.

Y les cuento, a los años esto me parece increíble para mí mismo, que esto lo podía hacer con mi sueldo de profesor, ¡de asignatura! ¡Y que sigo… por capricho de los ídolos udegeístas, con las asignaturas, terco que soy; ello a pesar de la Universidad de Guadalajara! Pero… esa es otra historia que ya contaré.
Gandhi, la meca de los amantes de los libros
No puedo alargar esta nota demasiado, de modo que seré lo más sintético que pueda.
Mucho tiempo compré mis libros en Gandhi, fundamentalmente. Y de vez en cuando iba a El Sótano, de Coyoacán, de fama y presencia indiscutible, también, en el negocio de los libros.
Luego vinieron… otras
Posteriormente compré en El Parnaso de Coyoacán, también ya desaparecida, después en El Péndulo y al final terminé siendo consumidor, por buen tiempo, del Fondo de Cultura Económica.
La razón, todo el tiempo, fue la calidad de los libros de acuerdo a mis necesidades; que giran, todavía, alrededor de cuatro ejes: la filosofía, el psicoanálisis, el marxismo y la historia de México. Aunque siempre he estado abierto a libros de interés y actualidad de otras materias. De modo que mi biblioteca es variopinta.

Así, después de haber dejado mucho tiempo de ir a Gandhi (ya habiéndose construido su nuevo edificio), viví alrededor de 20 años en la Ciudad de México, y ya habiéndome regresado a Guadalajara, casi lloro cuando –un buen día– veo cómo Gandhi había cambiado radicalmente. Así fue como, esa vez me topé, de repente, con una Gandhi llena de puro libro de superación personal y de la literatura más banal. La verdad fue muy impactante para mi sensibilidad.
Así fue como llegué a comprar, también, en una librería llamada Coyoacán y… de repente me hice cliente asiduo del Fondo de Cultura Económica de nuevo, que llegó a ser una buena alternativa en tanto ofertaba los libros de mi interés, hasta que de nuevo Gandhi empezó a ser una opción; otra vez.
Ahora, con la crisis del Covid-19 o Coronavirus, todas las librerías se han venido un tanto abajo, y sabemos que la crisis económica –de larga duración– fue demeritando la calidad de la oferta en libros (sobre todo de importación) de prácticamente todas las librerías. Y el Fondo de Cultura Económica dejó de ser, lamentablemente, una fuente para la adquisición de buenos libros.
Algo muy penoso y triste.

Pues bien. Es en este contexto que leo la noticia del cierre de la Gandhi original, cosa que me apena y duele: ¡cuánto ha significado esa librería para muchas y muchos de los amantes de los libros!
Para mí fue de enorme relevancia y… lo sigue siendo, de alguna forma, pues todavía he conseguido más de algún libro y he descubierto a más de algún autor, como Byung-Chul Han o Peter Sloterdijk, para poner un ejemplo reciente y relevante y otro añejo, no menos importante que el primero.
Así pues, Gandhi ocupará un lugar muy particular en la historia de las librerías en México y en la historia de la difusión de la cultura.
Y ocupará un lugar preponderante en mi corazón de amante de los buenos libros.
Hasta nuevo aviso…
P. D.
Dedico este texto a Juan Flores, el librero del Centro Universitario de Ciencias Sociales y de Humanidades (CUCSH) de la Universidad de Guadalajara, que la debe estar pasando muy mal, porque su fuente de ingresos prácticamente fue cerrada. Un saludo afectuoso y solidario donde quiera que esté.
(Dicho entre paréntesis, de alguna manera fui el pionero del lugar que hoy ocupa Juan –y espero que pronto vuelva– cuando, trabajando para la también importante librería, en Guadalajara, Ediciones de Cultura Popular –enla famosa esquina de López Cotilla y Corona–, hice una feria y exposición de libros en la antigua Facultad de Filosofía y Letras, el edificio que hoy ocupa Lenguas Modernas)
Esta es parte de mi historia como amante de los libros.
Va, como corolario de todo esto, el link de la nota en la que se anuncia la desaparición de Gandhi:
https://www.eluniversal.com.mx/cultura/letras/doloroso-pero-necesario-cierre-de-la-vieja-gandhi