Isabel Mancilla Lara
El texto que publicamos hoy es especial pues es autoría de mi hermana, Isabel, quien ha iniciado un nuevo camino en Guadalajara, estudiando Derecho. Es en ese contexto que escribió esta reflexión acerca de la hipocresía y sus matices, que podrán leer a continuación.
Inés M. Michel
La hipocresía… ¿podemos establecer si es buena o mala?, me parece muy complicado encasillar el término en un solo bando, ya sea el bueno o el malo; ya que la sociedad misma en la que vivimos es hipócrita, pero no en pocas ocasiones como una estrategia de defensa.
Antes de continuar con esta idea, que considero un tanto absurda, por la misma naturaleza de la pregunta, primero voy a explicar el origen etimológico de la palabra hipocresía.
Según Diana Rosario (Hipocresía. Apología paradójica de un mal menor, Signos filosóficos, vol. XIV, núm. 28, julio-diciembre, 2012, pp. 9-29, Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Iztapalapa), la raíz de la palabra viene del verbo griego hypokrinesthai que hace alusión a lo que está por debajo de una cualidad; en otras palabras, nos confrontamos ante una conducta que finge o simula algo por sobre lo que es en realidad.
Así las cosas, se entiende que las personas aparentan ser lo que no son frente a terceros, moralmente hablando. Y, para la mayoría de las personas, este tipo de actos están mal, por lo que se suele desestimar a las personas cuando se sabe que son hipócritas.
Pero, me pregunto, ¿y si esta persona está aparentando (lo que sea) con el fin de no ser lastimada, rechazada, juzgada? ¿si lo hace con el fin de no sufrir? ¿sería esto una justificación de la hipocresía, quedando entonces dicha acción como algo bueno?

Es aquí, en este contexto, cuando vuelvo a lo que planteé inicialmente; en ocasiones, cuando nos enfrentamos a temas que nos son sensibles o complicados, ante la sociedad (como el aborto, o la política, por ejemplo), echamos mano de la hipocresía como una estrategia de defensa.
Desde mi muy particular punto de vista, la hipocresía nunca es buena, porque más allá de engañar a los demás, te estás mintiendo a ti mismo; aunque, por otro lado, también entiendo esta otra parte donde en determinados contextos, fingir que estás o no de acuerdo con algún tema en particular, simplemente es más fácil para, así, no salir malparado ante determinadas situaciones.
Sobre todo, en una sociedad donde pareciera que tenemos que ser perfectas: ¿es lo ideal tener un trabajo o una relación basada en algo fingido? Considero que no, puesto que al final siempre nos resulta contraproducente.
Desde esta perspectiva, creo que lo que deberíamos replantearnos, realmente, es el hecho de juzgar a las personas; sea cual sea su opinión sobre un tema controversial. O no considerar sus razones para ser o actuar de cierta manera, frente a determinadas cosas; claro está siempre y cuando no haya terceras personas que sean afectadas, ya sea de manera directa o indirecta, por dichas acciones u opiniones.

De modo que, bien vistas las cosas, la hipocresía suele presentársenos de una forma contradictoria. Tan es así, que no pocas veces nos vemos envueltas en situaciones que no queremos y, sin embargo, expresamos opiniones con las que no necesariamente estamos de acuerdo.
Así es como funciona la hipocresía socialmente; envolviéndonos, sin que lo queramos, en las situaciones más sorprendentes, al grado que no pocas veces caemos en lo que tanto criticamos: la hipocresía.
He aquí su estructura paradójica, socialmente hablando.
¡Qué le vamos a hacer!
Quizás por ello la pregunta fundamental sea, ¿cómo sortear, personalmente, una coacción social de esta naturaleza?
O, ¿cómo lo ves tú, amable lectora o lector?
Isabel Mancilla Lara
Te felicito Isabel.
Muy puntual e inteligente reflexión.
Te felicito. Tienes mucho talento para escribir
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Gracias por tus comentarios, María Cristina. ¡Saludos!
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