Los y las psicoanalistas ante el desastre (Parte II de Pandemónium)
Eunice Michel
Lo primero que habría que señalar es que la pandemia, además de sus consecuencias sociales, políticas, económicas e históricas, entre otras, tendrá consecuencias y de hecho tiene ya, en la subjetividad de hoy y sus malestares.
En primer lugar, la cuestión del encierro en las casas, que, si bien es necesario en tiempos como los actuales y responde a medidas sanitarias de prevención, así también como el uso del cubrebocas, la sana distancia en la calle y los establecimientos comerciales, de entretenimiento y hospitales, y todos los espacios a los que es indispensable o necesario acudir, ya está teniendo secuelas en los sujetos a más de un año de su implementación en México.
Por ejemplo, en los niños, adolescentes y jóvenes se advierten señales preocupantes de angustia, ansiedad y sobre todo, depresión que ha llevado hasta intentos de suicidio o suicidios logrados, en el peor de los casos, ante el contexto mortífero de la pandemia de Covid-19.
La ausencia física de las aulas y el aprendizaje por medios virtuales, así como el aislamiento de sus compañeros de estudios, son factores que han contribuido a aumentar el malestar de estos sectores de la población. Ello a pesar de que, en la situación actual en México, ya se han dictado por las autoridades correspondientes medidas como el regreso voluntario a clases presenciales en los niveles de Primaria y Secundaria y se avizora también el retorno presencial para los estudiantes de Educación Superior. Esto sobre todo, después de empezada la vacunación en el país.

(Tomados de: unicef.org).
Ello no significa, desde luego, que no se haya visto afectada la subjetividad de los adultos de todas las edades también; pero, de alguna manera, el estar ante un recorrido mayor en la vida, puede quizá posibilitar también mayores recursos en la adversidad y menor desesperación ante la imposibilidad de salir a lugares de diversión, que para los jóvenes, que están iniciando su vida adulta, son espacios fundamentales para su estabilidad y relaciones sociales.
Se ha comprobado también una mayor violencia intrafamiliar al verse obligados todos y todas a convivir todo el día en un mismo espacio, cuando antes el trabajo fuera de casa u otras actividades hacían más llevaderos los conflictos de pareja y entre padres e hijos/hijas.
Por otra parte, en el tiempo anterior, me refiero a lo que podemos llamar el periodo pre-vacunación, y lo que en este momento se ha llamado “la tercera ola” de la pandemia, los y las psicoanalistas nos hemos visto obligadas a modificar nuestro dispositivo clínico ante la nueva situación.
La atención psicoanalítica, que requiere como algo esencial la presencia real del o la psicoanalista para su intervención es un método que viene desde el principio del psicoanálisis, desde Freud y sus primeros discípulos. En este momento, el dispositivo clínico psicoanalítico se ha tenido que convertir en atención por la voz (vía telefónica) o por la virtualidad (videollamada por celular o plataforma en la computadora).
Estas formas de intervención se hacían desde antes de la pandemia, pero eventualmente; en la mayoría de los casos, la atención psicoanalítica era en un consultorio.

Actualmente, la flexibilidad necesaria del método psicoanalítico lleva a cuestionar qué entendemos por presencia real del o la psicoanalista y, asimismo, qué entenderíamos por dispositivo psicoanalítico en un espacio en el que la intervención tiene que ser como en las entrevistas preliminares (frente a frente) y no puede usarse un instrumento esencial del psicoanálisis: el diván.
Cierto, hay quien se las arregla con estrategias como pedir al paciente que no vea a la cámara, algo similar a la posición del analizante, cuando en el diván está de espaldas al o la psicoanalista, y así se cumple la norma de no colocarse cara a cara, lo que favorece el registro simbólico y reduce el imaginario en el análisis.
Otros y otras psicoanalistas, sobre todo los y las jóvenes (y otros/otras no tan jóvenes) empiezan ya a animarse con la atención presencial después de que se iniciara la vacunación.
No obstante, los interrogantes continúan. ¿Volveremos a la “normalidad”? Y ¿qué es eso después de la secuela de muerte y desolación que la pandemia ha dejado y sigue dejando a la fecha en nuestra subjetividad?
Vacunación incluida, sigue gente muriendo todos los días. ¿Ésa es la “nueva normalidad”?
Personalmente, pienso que puedo pecar de pesimismo; pero me pregunto también cuánta dosis de realismo hay en los y las que pensamos así.
¿Algún día volveremos a la “normalidad”?
¿O a lo que vamos a enfrentarnos, en una época que ya cambió con la emergencia del Covid-19 en nuestras vidas y muertes, será a una subjetividad y una sociedad que nunca volverán a ser las mismas después de esta calamidad?
Guadalajara, Jalisco, Colonia Morelos, 26 de agosto de 2021.
Eunice Michel.
Imagen de portada: Centro Eleia.