Una realidad onírica

Inés M. Michel

Nota introductoria: Hoy, jueves 2 de septiembre de 2021, se presenta por segunda ocasión el libro Secuencias oníricas (Inés M. Michel, La Zonámbula Editorial, 2021); en el primer evento (17 de junio), fue compartido el texto que ahora publicamos, a manera de invitación y también como preludio para la presesentación que se llevará a cabo esta noche en el Fondo de Cultura Económica – José Luis Martínez (Guadalajara, Jalisco).

Les invitamos a asistir a la librería, o a presenciar virtualmente el evento en las redes del FCE (Facebook / YouTube).

Estas Secuencias surgieron del sueño, de la pesadilla, de la neblina que viene de noche a tratar de convencernos de que todo es inútil, y de que no vale la pena seguir.

¿Estamos despiertas o dormidas?

¿Y si la vigilia es solo otra faceta de la realidad onírica?

Sueños dentro de sueños; capas de realidades adversas, diversas, que se superponen y nos hacen temblar, porque no hay escapatoria ni salida.

Si en el abismo estamos, si a un paso está la infinita Nada, que extiende seductora sus garras, ¿qué nos queda, a las mortales, a las soñadoras, a las que hemos querido brincar de universo porque este nos parece tan siniestro?

Yo tuve la fortuna de poder refugiarme en las letras, con las letras, entre las letras; y me han salvado, no solo de los hombres grises, esos ladrones de tiempo, cuyas nubes de humo no nos permiten distinguir claramente sus rostros, también me han salvado de mí misma.

Tengo que agradecer al maestro Ende, autor alemán a quien leí de niña y releí de adulta; gracias a mamá y a papá que me lo presentaron tan pronto, en el comienzo de mi vida como pequeña lectora. Debo dar gracias también a mi maestra Elena, de primero de secundaria, quien me presentó a Poe, y a sus narraciones extraordinarias, ficciones que todavía alteran mi sueño y que me impulsaron a imaginar desenlaces fatales en cada una de mis historias.

Soy hija de una filósofa y de un filósofo. Ella y él, aparte de invertir lo más que pudieron en mi educación, pusieron en mis manos lo que hasta hoy valoro por encima de cualquier bien material: los libros, objetos de páginas amarillentas, coleccionados en la biblioteca familiar que acumula títulos desde hace más de 4 décadas, ejemplares que me transportaron a otros mundos y en los que me sumergí siempre ávida de historias, de aprendizajes. Puedo decir que me formé en las letras, no por carrera universitaria, sino por la vida en la que me tocó aterrizar desde niña. Parafraseando a Tarantino: no fui a la escuela de literatura, estuve leyendo literatura.

Una vez ya adulta, eché mano de todo lo que tenía al alcance; escribí a partir del caos que me habitaba, de la desesperación nocturna, del mundo salvaje que está allá afuera y que tantas veces viví como peligroso y hostil. Leía y luego escribía en soledad, prefiriendo a las páginas que a las personas; porque las personas hieren con sus palabras y acciones, y mis libros, los de la biblioteca de papá y mamá, eran bálsamos sanadores, reconstructores.

Así pude convertir mis angustias en escritura continua, y por eso puedo decirles que las letras salvaron mi vida. Si algo quisiera transmitir hoy es que vale la pena no soltar su pasión, sus ilusiones, sus motores. Escribir es difícil, a veces en México pareciera una tarea imposible. Y la recompensa suele dibujarse lejana o insuficiente. Lo que quiero decirles, ya con este hijolibro recién parido, es que renunciar a lo que somos cuesta más; caminar el sendero que alguien más construye para nosotras, por quedar bien con la familia, la pareja o el entorno, cobra más alta factura.

Estoy en deuda permanente, con mis maestras, con mis ancestras, con las mujeres que me han empujado y alentado. Con los pilares de mi vida y mis amistades, familiares, compañeras, que me han brindado herramientas y me han tomado de la mano; su ejemplo me arrastró a seguirlas, admirarlas, y me inspiró para poder hacer lo que hago.

Ni la pandemia pudo detener la publicación de este libro, que duró más de 8 años en ver la luz; así que, pensando en la gran Rosario Castellanos, que no daba por vivido sino lo redactado, hoy celebro con ustedes que viví, amé y soñé. Aquí la prueba, una que les presento conmovida y llena de orgullo, junto a Elena, Darío y Carlos, a quienes les agradezco, al igual que a ustedes y a la bella Casa Teodora, por su compañía y apoyo.

Inés M. Michel

Guadalajara, Jalisco a 17 de junio de 2021.


Imagen de portada: Getty Images.

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