Edad y tiempo

(66 años, entrados a 67)[1]

“Cuando cortejas a una bella muchacha

una hora parece un segundo, pero cuando

te sientas sobre carbón al rojo vivo

un segundo parecerá una hora…”.

Albert Einstein.

Es un buen título, ´´eda´´, como dicen las y los tapatíos.

Sí, voy a hablar en futuro y pasado, para poder situar mejor el presente, mi presente y el de México y el del mundo, también (espero).

Mi narración, de eso se trata, no será lineal, sino que saltará de un recuerdo o hecho a otro, para de ese modo poder fijar mejor qué y quién carajos soy (por lo menos lo intentaré).

De lo primero que quiero hablar es de cuando cumpla 67 años, que será el próximo 1 de marzo de 2023; ello si no se me atraviesa algo del orden de la calamidad.

Entraré, mejor dicho, ya he sido entrado, en el transcurrir de la edad y del tiempo, de mi tiempo y de mi edad: los achaques de un cuerpo desgastado son datos duros, reales, más allá de lo imaginario y lo simbólico; por más que uno quisiera tramitarlos imaginaria o simbólicamente; o simplemente ignorarlos.

He sido y sigo siendo, sobre todo, un profesor; cumpliré los 45 años de ejercicio cuando llegue a mis 67. Si lo real del cuerpo no me objeta, en los hechos. La terquedad de lo real y de lo material es más que insistente, consistente. Y… no tengo nada, excepto los buenos recuerdos y los malos también. Y una biblioteca de relativa consideración.

Charla en Los bigotes de Nieztsche, espacio de reflexión filosófica en ITESO, Guadalajara, Jalisco (2019).

Pero para contar esta historia necesitaría mucho tiempo. Créanme que más allá de lo personal, vale la pena. Lo creo y lo pienso.  

Y… es en la Universidad de Guadalajara, particularmente en la Escuela Preparatoria de Jalisco y en la antigua Facultad de Filosofía y Letras, y ahora también en el Departamento de Filosofía del Centro Universitario de Ciencias Sociales y de Humanidades (CUCSH), donde fundamentalmente he sido docente; aunque también ejercí en la Universidad Autónoma Metropolitana (haciendo una suplencia por breve tiempo) y en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, la mítica ENAH.

Fue con una egresada de la ENAH que, curiosamente, me inicié en el trabajo de campo; primero en Milpa Alta y después en la Sierra Juárez de Oaxaca. Hay dos colecciones de libros que dan cuenta de ello. Fue un equipo muy especial el que hicimos ese trabajo, el de Milpa Alta. ¿Qué has sido de cada una y cada uno de ellos? No lo sé.

Después continué, en alguna medida, ese actividad antropológica -aclaro que soy filósofo- en el Pedregal de Santo Domingo; como funcionario del Gobierno de la Ciudad de México; hay un libro (fallido, que da cuenta de ello; toda una historia también). Y quedaron dos más en el tintero, como borradores.

Como me gustaría que…

Pero me vi obligado, por razones “políticas”, a hacer de la enseñanza, de nuevo mi centro, después de haber pasado por el servicio público, al lado de una mujer extraordinaria, que ya mencioné: Carlota Botey y Estapé (1943-2011), antropóloga social.

Carlota Botey y Estapé.

Con quien aprendí muchas cosas, entre ellas la eficiencia de gobernar; algo sumamente difícil, pero posible. Pero sobre todo la radicalidad en cuanto a posicionarse contra los gobiernos neoliberales; el de Carlos Salinas de Gortari, fundamentalmente. Y los sucesivos, no de paso y de lejos; sino muy cercanamente. Hay un libro de sus discursos en la tribuna de la H. Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión. Por cierto, ella fue diputada plurinominal y fue mucho mejor que no pocos diputados de elección. Algo que habría que debatir, en tiempos de reformas electorales, seriamente.

Ahora también soy psicoanalista y…

Aparte de la clínica, he enseñado también teoría en escuelas de psicoanálisis. Muchas y muchos pueden constatarlo. Primero, allá en los tiempos lejanos, en la primera Maestría de Psicoanálisis en Guadalajara (promovida por Fernando M. Gonzáles -mi exanalista- en el Círculo Psicoanalítico Mexicano); después en las Especialidades de la Red Analítica Lacaniana (REAL), a la que pertenecí, como miembro fundador, hasta su disolución, aquí en Guadalajara, en el no tan lejano 2012.

Y después en las Especialidades que, junto con Eunice Michel, sostuvimos -de manera independiente -bajo el auspicio del Colegio Jalisciense de Filosofía-, también por algunos años. Todos tiempos idos, pero, creo, inseminados. A otros les corresponde decirlo.

Y… sucede que también fui candidato independiente a la Rectoría General de la Universidad de Guadalajara, por parte del Colectivo de Reflexión Universitaria (CRU). Hay documentos y entrevistas que dan constancia de ello; esto a pesar de que en la Universidad de Guadalajara -mi Alma Mater- se sigue la política de la antigua Unión de Repúblicas Soviéticas y Socialistas (URSS); no se habla o se borra todo vestigio de la oposición al grupo en el poder (de poder); autodenominado, curiosamente, Grupo Universidad. Que lo que ha hecho es -nada más, pero nada menos- tomar a la Universidad como rehén y como patrimonio grupal; en realidad patrimonio del dizque “líder moral”.

Es así como se sigue protegiendo los intereses (monetarios) del grupo; no pocas veces de manera extrainstitucional.

En cuanto a la pugna entre el gobierno del Estado, con Enrique Alfaro, y el Grupo Universidad, con Raúl Padilla, es un pleito de poderes, ajeno, con mucho a la comunidad universitaria, en el que predomina, a estas alturas, la lógica priísta del acarreo –“eficiente” por parte del grupo Universidad-. Todo como parte de una vieja historia que necesita ser contada, críticamente. ¿Quién asumirá ese reto?

Así las cosas…

Heme aquí, todavía, enseñando, en la medida de mis posibilidades, virtualmente, con una serie de altibajos que para qué les cuento. Aquí cabría también detallar la historia, pero…

Y también escribo, sobre todo en Cuerdas Ígneas, espacio digital que acaba de cumplir sus primeros 7 años. De hecho, este texto será publicado ahí, en este espacio fundado por un servidor y una de mis hijas (Inés); aunque ahora son, cada vez más, las y los colaboradores. Y también en L-a Causa del Psicoanálisis.

Han sido espacios de muchas enseñanzas; los dos, sobre todo para mí.

En esto ando y…

Más allá de los aniversarios, lo que nos interesa en este espacio, cosa que comparto cabalmente, es tender cuerdas (ígneas o no, aunque de preferencia ígneas), que hagan posible defender los espacios de pensamiento y creación artística; ya que, solamente a partir de ellos, podremos combatir la ignorancia, el miedo y el sometimiento. Sí, nuestra apuesta ha sido, todo el tiempo, la libertad de pensamiento, como condición indispensable que garantice la libertad de acción, sin ningún tipo de coartada, que nos haga cada vez más humanos, sin que por ello lo perdamos en el intento.

Este es el significado profundo de Cuerdas Ígneas y… también de L-a Causa del Psicoanálisis.

De ahí que intentemos, todo el tiempo, abarcar los más amplios horizontes culturales, leídos desde el psicoanálisis y la filosofía; por lo menos, así lo intenta un servidor.    

Por ello también la invitación a más colaboradoras y colaboradores, que esperamos se vayan ensanchando cada vez más.

Después de cumplidos los 66 años, he tenido la primera crisis -¿en verdad la primera?- que tiene que ver con la edad, con mi edad y con mi género; sigo con las secuelas de ella; a la espera, si no de una cabal recuperación, por lo menos pronta, para seguir en la brega de vivir y resistir.

Pues resistir es la condición indispensable de la continuidad de la vida, que seguirá, de eso estoy seguro, con o sin nosotras y nosotros; y estoy considerando, incluso, las mutaciones más radicales de la vida misma, como consecuencias de la intromisión humana en la naturaleza. Todo un tema.

Y por supuesto que esta mi reflexión, también motivó el modo y tono de este escrito (l libro de Marc Augé). ¿Podría haber sido de otra manera?

Ni modo. Así son las cosas y así es la vida, no sin la muerte como el horizonte último; mejor dicho, como un momento más de la vida misma.

Pero quiero ir más allá de ello… no de ella, la muerte, claro está.

Y hablar, también, de lo que todavía espero y anhelo, como sujeto vivo y deseante.

De modo que van, pues, algunas cosas más, antes de dar por terminado este texto…

Desde hace rato he tenido el enorme deseo de sostener un Seminario en el que cruce (muy A mi manera, Paul Anka) el psicoanálisis con la filosofía; dicho anhelo no lo he podido concretar por diferentes motivos; primero por la pandemia, ahora el de mi recuperación.

Pero… no cederé en el asunto. Espero pronto poder llevarlo a cabo.

Lo que sí no he abandonado, y es que el asunto se presta, es la escritura; en particular sobre libros, aunque también sobre películas y series; y también de temas políticos, lo que ha sido otra de las pasiones de mi vida, a pesar de las “pérdidas” que he tenido debido a dicha pasión. Todo nos cuesta en esta vida.

Nadie es perfecto, como me dijo un amigo, cuando le comenté que había sido funcionario en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (en la Ciudad de México).

Y aquí sigo…

Vivito y coleando, todavía, hasta que los límites de mi (cuerpo) real, me alcancen; bajo la forma de mi destino.

Viendo la degradación del mundo (balaceras en escuelas de Estados Unidos que secretan odio y racismo), de México y de Jalisco (con miles y miles de desaparecidas y desaparecidos, y feminicidios; y como si no pasara nada); particularmente de Guadalajara, con un gobernador que… para qué les cuento.

Y también sintiendo y padeciendo la degradación de mi cuerpo, aminorada por la intervención médica.

¡Lamentablemente! Pero es parte de la vida.

Pero… más de 100 mil desaparecidas y desaparecidos es una verdadera calamidad. Y Jalisco ocupa un lugar destacado en este horror nacional. Y nuestro gobernador tan… campante, es decir, candidateándose, como si… nada, queriendo ser protagónico.

Glorieta de las y los desaparecidos, Guadalajara, Jalisco, México. (Foto: Zona GDL).

¿Qué hacer?

Pregunta leninista que prefiero dejar abierta…

Aquí más que la retórica, lo que cuenta es la acción.

La de todas y todos, antes de que nos lleve el diablo.

P. D.

Bien, hoy quise hablar de un libro muy particular, de una forma bastante distinta a cómo he venido escribiendo de libros, aquí en este espacio tan querido por mí.

Se trata de El tiempo sin edad. Etnología de sí mismo, de Marc Augé, Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2018, 109 pp. (traducción de Juana Bignozzi). Colección Fuera de serie.

Dicho libro, bastante recomendable, me movió a escribir lo inmediatamente anterior.

Marc Augé tenía 79 años cuando publicó este particular libro, en 2014 (actualmente tiene 86 años); 13 y 20 años (depende de la referencia) más que los que tengo en la actualidad, pero el tiempo de la edad es relativo (como lo es el tiempo en general, cosa que Albert Einstein vino a dejar en claro). De modo que, heme aquí, en mis condiciones actuales, bastante particulares, tomando este texto como pre-texto para hablar de mí, de mi historia y de la historia.

Y, no cabe duda, que el libro es altamente recomendable, es una buena narración etnológica de su historia y sus peripecias (como sujeto, hablo de Marc Augé) alrededor de la edad y del tiempo; de ahí que haya titulado a este texto, mi texto, haciendo con ello un honor a Martin Heidegger, Edad y tiempo.

Pero también quiero destacar este pequeño e interesante texto de Marc Augé, que me proporcionó el sentimiento ideal para hablar un poco de mí mismo y de las condiciones existenciales con las que, ahora, tendré que llevar lo que me reste de vida.

Después de eso, y no sé cuánto tiempo transcurra, es la mayor incertidumbre que nos angustia en la vida (es nuestro ser-para-la-muerte: Heidegger dixit); el resto será silencio.

Pero, es por lo que quise tomar la voz, es decir la escritura, para aplazar ese silencio y contarles, desde mi perspectiva, lo que he hecho, en este constante afán de saber qué y quién carajos soy…

Cosa que no he logrado y ya no sé si podré hacerlo… algún día; tal vez mañana.

En fin, el pequeño libro de Augé está tramado en 11 pequeños capítulos: La sabiduría del gato, Al llegar la edad, ¿Qué edad tiene?, Autobiografía y etnología de sí mismo, La clase, Imágenes de Épinal, Aparentar su edad, La edad de las cosas y la edad de los otros, Envejecer sin edad, Nostalgias y Todo mundo muere joven.

Imagen: Facultad libre.

Es una historia otra, la de Marc Augé, que nos confronta con nuestra propia historia.

No hay vuelta de hoja.

Y… ¡vaya que vale la pena leerlo!

No podemos rehuir al reto.

La vida e historia de Augé, puede servirnos de espejo, como el buen cine (pienso, sobre todo, pero no únicamente, en la película El padre, con Anthony Hopkins y Olivia Colman (Florian Zeller, 2020).

Mucho tenemos que pensar sobre la vida en su etapa final.

Este es el sentido último del libro de Marc Augé y también de mi texto.

La vida sigue hasta que… un día termina, nuestra vida, para que la vida siga, por medio del rodeo de la muerte.

Curioso, sí y no.

Todo es cuestión de perspectiva, como dijera Nietzsche.

Y con esto termino, por esta vez.

J. Ignacio Mancilla.

Guadalajara Jalisco, colonia Morelos, a 15 y 23 de mayo (Día del Maestro y Estudiante, respectivamente) de 2022.


[1] 278 días faltan, aproximadamente; la cuestión es que, como bien lo dice el texto de Albert Einstein (que va como epígrafe), el tiempo es relativo y todo depende de la situación específica. De modo que…

Imagen de portada: The Conversation.

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