Uno llega a ser grande no por lo que escribe, sino por lo que lee.
Jorge Luis Borges
(O por ambas cosas).
Acordémonos de Menocchio, el molinero italiano de El queso y los gusanos. Un solo libro leyó en su vida; pero lo que pudo hacer con esa sola lectura ya corrió por su cuenta propia.
Cuerdas Ígneas está de fiesta. Inés M. Michel, une de sus fundadores, presentó el sábado pasado, 27 de agosto, su primer libro en la Ciudad de México, en la colonia Condesa. El evento se llevó a cabo en la librería Rosario Castellanos, del Fondo de Cultura Económica.
Secuencias oníricas, texto sobre el que ya escribí en este mismo espacio cuando apareció publicado, contó esta vez con presentadores de lujo, como en cada una de las ocasiones anteriores en que se ha presentado.
Estuvieron en la mesa, por orden de exposición, Renata Vadillo, estudiante de Relaciones Internacionales de la Universidad Iberoamericana; Helí Morales, psicoanalista; Leslie Rondero, gestora cultural, y la autora.
Esta vez tendré que spoilear, ni modo. No se puede de otra.

Renata Vadillo expuso, en el primer turno, sobre todo cuestiones sociales vinculadas al momento histórico actual del país y su doliente situación para los mexicanos. Se refirió a la lucha de la organización en la que colabora con los familiares de los y las que han padecido muertes violentas y que, en algunos, o desgraciadamente muchos casos, los cuerpos no han sido encontrados.
Incluyó, como caso específico, desde luego, por sus características de género, la ola de feminicidios que han sacudido al país, perpetrados desgraciadamente, muchas veces por las parejas de las mujeres asesinadas.
En el segundo lugar, Helí Morales re-significó, para los lectores de este primer título de Inés, los hilos conductores que, a su parecer, recorren lo escrito en esas secuencias: la muerte y el nombre propio. Además, y no lo menos importante, sino al contrario, uno de los asuntos más relacionados al psicoanálisis, pero asimismo a la religión, a la filosofía y a tantos campos del arte, las ciencias sociales/naturales y, en general, para todo el conocimiento humano: la inmortalidad. Acotada; pero inmortalidad, al fin y al cabo. Ello, por supuesto, respetando las creencias de cada uno y una.
Asimismo, Helí incluyó en su comentario, la participación que, desde la clínica, está haciendo la Fundación Social del Psicoanálisis, de la que es fundador e integrante, con las familias de desaparecidos y desaparecidas y con mujeres víctimas de violencia familiar o extrafamiliar, así como el trabajo con el sector LGBTQ+ , y con los familiares de aquellos y aquellas que han sido víctimas de los denominados crímenes de odio por sujetos intolerantes con la diversidad y sus manifestaciones.

En relación con el tema de la inmortalidad, ya mencionado en el párrafo que a éste antecede, quiero retomar otra vez al gran Borges, desde una de mis frases preferidas: “El tiempo es un tigre que me destroza; pero yo soy el tigre (…) el mundo, desgraciadamente es real; yo, desgraciadamente, soy Borges”. Es decir, un nombre propio, ése que me sobrevivirá cuando como sujeto biológico muera y que, como el sujeto de lenguaje que todos somos, estará en una lápida y en la memoria de los y las que me sobrevivan.
Ése, que es, en realidad, el más impropio, en tanto me lo impusieron otros y del que a través de mi vida me fui apropiando hasta lograr, o no (porque esto es como el método del psicoanálisis, caso por caso), un nombre del que me pueda sentir al final, orgullosa. Ése, que puede devenir firma, y que, en el caso específico de la escritura, pero no solo, Céline llamaba estilo: como sería el estilo de Julio Cortázar, de Rosa Montero, de Rosario Castellanos, de Sor Juana, para citar solo algunes.
Cuando tocó el momento de la autora, ésta revivió cuestiones de su contacto con los libros desde niña, de sus influencias familiares y de cómo escribir no es cosa fácil: se escribe con disfrute, sí; pero también muchas veces con dolor, con sufrimiento, con demonios, con fantasmas y obsesiones. Escribir es también, pero no solo, padecer la escritura. La enfermedad de escribir, como dice Maurice Blanchot en uno de sus títulos, que no nos da tregua; pero también que se convierte en el sentido de una vida que, como Cioran decía, su sentido es que no tiene sentido; y es justamente por ello que lo tenemos que encontrar nosotros y nosotras.
Mencionó también cómo, ser escritora, fue su sueño infantil, ahora realizado. (Acoto que Inés escribe desde que estaba en los años de preescolar).
Comentó también sobre los libros que, como dicen las feministas, son como hijos o hijas para las mujeres; desde luego, también para los hombres. Maternidades y paternidades que no excluyen las otras maternidades y paternidades, incluidas las que hacen de la biología algo del orden simbólico.
Expresó que su profesión esencial es escribir y que vienen más hijos de su pluma.

Destacó la presencia entre el público y el acompañamiento en la existencia cotidiana, de su compañero de vida, Víctor Hugo Magallón, profesor e historiador del arte.
Agradeció a quienes la apoyaron en la hechura de sus Secuencias. Y mencionó dos apoyos esenciales: el del excelente diseñador y pintor de Guadalajara, David A. Becerra, compañero de muchas aventuras y proyectos suyos, también algunos de cine, otra de las pasiones de ambos; a David se debe el óleo de la portada. Y, desde luego, al también excelente escritor tapatío Fernando de León, quien revisó y acompañó de esa manera a Inés a concluir un texto, uno que llevó varios años para escribirse.
Agradeció, asimismo, a Jorge Orendáin, director de La Zonámbula, editorial independiente también tapatía, que publicó y distribuyó la primera edición del libro.
Y ya que en el público, una de las integrantes de su familia llevaba la camiseta roja de ipstori, la primera editorial que le abrió sus puertas para publicar su obra, aprovechó la feliz coincidencia para agradecer también ese fundamental y primer apoyo.
Por su parte, Leslie Rondero fue una moderadora, a mi parecer, extraordinaria. Con un estilo muy ágil, no limitándose a la presentación de los participantes en la mesa; aportando también sus propios comentarios muy pertinentes y, algo de no poca importancia, lo hizo con una forma de exposición que empatizaba con el público de manera espontánea. De esa manera dirigió tanto las intervenciones de les que presentaron, como las de los y las asistentes. También en ella se notaron, lo que en mi pueblo se decía, las tablas, al realizar ese rol que parece fácil, pero que a veces es el más difícil, de iniciar el evento con el primer saludo.

El público no se quedó atrás. Hubo varias participaciones, todas desde distintos lugares y que enriquecieron la presentación, desde miradas a partir de la escritura y otros tópicos, hasta miradas personales y familiares de quienes conocieron a Inés desde su nacimiento en la capital de Jalisco.
Hubo incluso intervenciones silenciosas, de los que se consideran un poco inhibidos al hablar en público y que, aunque conocieron a la escritora también desde sus primeros años, ya sea desde niña y/o adolescente, prefirieron expresarle en privado su beneplácito y deseos de mucho éxito en el camino de la escritura.
Pero una cosa sí fue unánime: los aplausos de todes en un recinto lleno. Y la fila que se formó al final de la presentación, para pedir su autógrafo.
Al último, pero no menos importante, hubo un brindis con el exquisito mezcal que llevó para tal efecto Helí Morales, con vino blanco y rojo, que ofrecieron Inés y Víctor, que se acompañó con las deliciosas y muy bien presentadas botanas saludables.
Finalmente, retomo también de la exposición de Inés, que ella ya comenzó su propio camino y empezó a “volar con sus propias alas” (enhorabuena, ya lo celebraremos en algún momento); y que su hijo, Secuencias oníricas, también. Y sí, el equipo que conformamos Cuerdas Ígneas ya perdimos la cuenta de cuántas entrevistas en medios de comunicación, digitales y presenciales e invitaciones a diversos espacios y presentaciones también ha tenido su primer conjunto de cuentos publicados, a los casi 2 años de haber aparecido a la luz pública.


Muchas felicidades a Inés M. Michel, a sus presentadores, a los y las asistentes a ese acontecimiento.
Y, por supuesto, felicitaciones para el equipo de la librería del Fondo de Cultura Económica, por las facilidades para abrir ese espacio a los nuevos y nuevas principiantes en el mundo de la literatura. Por su apertura y apoyo para los y las jóvenes escritoras; un sostén invaluable y absolutamente necesario en tiempos en que la creación, desde el orden de la vida y como Sigmund Freud decía, desde el orden de la paz, se opone contra la guerra, la violencia y la muerte; que sirva para contrarrestar el dolor de nuestro país, un sufrimiento que viene, como sabemos, desde hace mucho.
Como extra, anuncio lo que no se dijo ese sábado, aprovechando mi participación de la semana: el 8 de septiembre próximo, en el marco de la Feria Nacional del Libro de Escritoras Mexicanas, FENALEM 2022 se presentará, en la ciudad de Acámbaro, Guanajuato (también de manera presencial como corresponde ya) Secuencias oníricas, con la presencia de la autora. Están ustedes, queridos lectores, cordialmente invitades.
Salud.

Eunice Michel (enviada especial).
Guadalajara, Jalisco, a 4 de septiembre de 2022.
Wow, mus felicitaciones para Inés y para su orgullosa madre!
Un abrazote a cada una.
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