“La vida es como un accidente de la muerte…”.
Jacques Derrida, La vida la muerte. Seminario
(1975-1976).
Con esta disyuntiva, radical, pero que va más allá de la ficción para apuntar hacia nuestro mundo real, termina la temporada 4 de West World (8 capítulos); sí, de ese modo extremo, es que una serie de ficción se implica en nuestro propio tiempo y sociedad, la actual.
La que seguimos denominando, todavía, moderna: líquida o no.
Y si quieren hasta gaseosa, por eso de que, posiblemente, termine evaporándose en los humos de la guerra.
Sí, durante una narrativa que se mantiene en los ocho capítulos de toda la temporada, la confrontación es entre “anfitriones” y seres humanos; épica que también versa sobre quiénes controlan y dominan.
O, ya de plano, quiénes pueden eliminar a los otros, en el último de los casos.
Pero ¿dónde está la inteligencia de unos y otros?
Es la reflexión de uno de los personajes.
Sí, dónde está, nos preguntamos también nosotros.
Dicha confrontación los ha puesto, a unos y otros, en la disyuntiva de supervivencia o extinción.
¿Acaso no es ésta, precisamente, la rotunda alternativa en la que nos encontramos en el mundo actual?
¿Seremos lo suficientemente inteligentes, como para sortear el escollo que se nos presenta y que es el más grande reto de nuestro tiempo?
¿O será que la fuerza e inercia de las cosas y sus negocios, terminarán imponiéndose, como hasta ahora?
¿Culminaremos haciéndonos la guerra unos a los otros, como en la ficción, obedeciendo mensajes subliminales trasmitidos por una gran torre de… comunicación?
Va esta pequeña meditación como intento, casi desesperado, de salida del vértigo que me causó la serie y como preámbulo, al mismo tiempo, de los videos y textos prometidos en los que diré más sobre la serie en cuestión y lo que nos plantea bajo el modo de la ficción; pero siempre apuntando a nuestro tiempo.
Ya vendrán.
Solamente téngame un poco de paciencia, por favor.
P. D.
¿Es viable, todavía, la opción de Dolores?
La de decidir quedarnos con lo bello, incluso en medio del caos y la nada de la destrucción.
Veremos…
Es de esto que me ocuparé más adelante.
J. Ignacio Mancilla
Guadalajara Jalisco, colonia Morelos y Acámbaro, Guanajuato, a 8 de septiembre de 2022.