3 fragmentos 3 y una breve reflexión (anticipada)
Nota (im)personal (29 de septiembre de 2022): la pandemia, seguramente como en la mayoría, sino es que en todas y todos, ha dejado sus marcas (indelebles) en mi familia; pero más allá o más acá de ello, pienso que es indispensable confrontarnos con la vida la muerte (vidamuerte escribe Derrida en otro momento, sin nada que separe los términos), desde otros lugares a los que estábamos habituados antes de la pandemia y antes de nuestra tragedia nacional, en México, de desaparecidos y enterrados clandestina e inhumanamente. También hacia allá apunta esta primera y breve reflexión (anticipada).
“Tanto cirio te he prendido, que no tengo
punta de los dedos en mi lenguaje sino lágrimas”.
Mal de aire, Bruno Darío (1993-2022).
Recientemente terminé la lectura del Seminario que impartió el otro Jacques: Derrida, La vida la muerte (1975-1976).
Es formidable desde muchos puntos de vista, en particular desde la problematización totalmente radical que hace, de forma transdisciplinaria de un tema tan concreto y abstracto a la vez.
En cuanto al psicoanálisis, toca nada más y nada menos que Más allá del principio de placer y lo hace desde Nietzsche, pero también desde Heidegger; no sin haber acudido a textos de biólogos de mucha autoridad, en particular el de François Jacob, La lógica de lo viviente (texto que conozco desde hace mucho tiempo, pues es ya un clásico de las ciencias biológicas).
Bien, en tanto este pequeño texto y reflexión es antes que otra cosa una invitación, no quiero alargarme demasiado; de modo que solamente partiré, esta ocasión, de tres pequeños aforismos que tomo de las lecciones finales del Seminario (tan significativo, por demás), para así apuntar al psicoanálisis y particularmente a lo que seguimos teniendo pendiente: un replanteo profundo y general de la vida la muerte; sobre todo después de la pandemia de la Covid-19 y sus secuelas, en todos los sentidos de la palabra.
Dicho lo anterior, van, pues, tres apretados y problemáticos textos; los que no obstante estar fuera del contexto de la discusión, demasiado prolija y que viene sosteniendo Derrida desde prácticamente la primera sesión del Seminario, tienen mucho sentido, leídos por sí mismos (como ya lo verán ustedes, lectoras y lectores).

Primer texto: “El organismo se conserva, se resguarda, etc., se cuida, no para cuidarse de la muerte, sino de una muerte que no sería la suya propia. Se cuida (de ahí el rodeo o el paso de rodeo o rodeo del paso {pas de détour o détour du pas}) contra aquello que pudiera robarle su muerte, hacerle llegar una muerte desde fuera” (p. 411).
Segundo texto: “Aquello que cuida la vida está en la órbita de lo que cuida la muerte, porque se trata tanto de cuidar la muerte como de exponer a la muerte. Se trata de cuidar la muerte en cuanto se debe aquí salvar la propia muerte, a la muerte del viviente a su manera, a su ritmo. Hay que cuidar siempre algo de la muerte o cuidar algo de la vida, tal es la sintaxis o la lógica de esta extraña vigilancia” (p. 413).
Estos dos primeros textos pertenecen a la Décimo tercera sesión, que tiene como título Paso de rodeo. Tesis, hipótesis, prótesis.
Va ahora el tercero, que ya pertenece a la Décimo cuarta sesión, que tiene como título Ajustes.
Tercero y último texto: “Ahora bien, ¿podemos decir aquí erotizados o hedonizados, desde el momento en que la estructura en cuestión ya no es directamente ni solamente del orden del placer sexual ni de la sexualidad? Lo que Freud invita aquí a pensar es el más allá de la sexualidad que trabaja silenciosamente en la sexualidad. El principio de placer trabaja al servicio de la sexualidad, pero también al servicio de la no sexualidad. Su dominio no es más sexual que no sexual” (p. 441).
Como podrán constatar por ustedes mismos, estimadas lectoras y lectores, si se deciden ir al Seminario (muy recomendable, por demás), hay demasiadas cuestiones para ser problematizadas: el placer, el displacer, la sexualidad y la muerte; tanto desde la óptica del psicoanálisis, como desde la perspectiva de la filosofía, pero también de la biología; en fin, de todo el pensamiento contemporáneo, que por demás se encuentran ante una profunda crisis de sus paradigmas.
Bien, es considerando lo que estos textos ponen en juego, que próximamente haré una reflexión más detenida del Seminario mismo y de su temática, la vida la muerte, no sin relacionarlos con otras lecturas (también recientes) que tienen como centro también la vida la muerte, como es el caso de Capitalismo y pulsión de muerte, de Byung-Chul Han; en la medida en que, precisamente, dichas lecturas cruzan la filosofía, el psicoanálisis y la biología, por lo menos.

P. D.
Va la ficha completa del Seminario de Jacques Derrida: La vida la muerte. Seminario (1975-1976), Eterna Cadencia Editora, Buenos Aires, 2021 (447 pp.).
De verdad vale mucho la pena su lectura y su estudio.
P. D. 2
El epígrafe lo tomé del poema Mal de aire, poema con el que cierra el libro que lleva el mismo título (Vaso roto, Madrid, 2020; la impresión fue hecha en México, en la Alcaldía de Iztapalapa).
Pero uso otro texto, del mismo Bruno Darío, Amistad, de la misma referencia, para, desde el otro lado, el de la vida, destacar su: “¡Vida, aquí estoy y soy tuya!”.
Y terminar de acotar: ¡Ay, la vida la muerte!; como dijera el otro Jacques (Derrida).
En otro momento me ocuparé de la poética de Bruno Darío, pues por toda su resonancia actual, merece un análisis más concienzudo y detenido.
Pero no quise dejar de rendirle, aquí, un homenaje y tributo a su memoria, como una forma de hacer mío el duelo que ocupa a su padre, Helí Morales, mi amigo.
J. Ignacio Mancilla
Guadalajara Jalisco, colonia Morelos, a 20/23 de septiembre de 2022.