¿Quién se atreve a afirmar que lo que nos gusta no nos consume, no nos da muerte placenteramente? Huyendo del trabajo no deseado, de esa oficina donde creíamos morir a cuentagotas, mientras el mundo y la vida sucedían allá afuera, planeamos renunciar y escapamos a esa otra realidad; ahora somos libres [¿existe la libertad?], pero, ¡oh, sorpresa!, hay que enfrentar también que las pasiones son llama que quema, ¿quién quisiera que las pasiones duraran eternamente?, si es esa pequeña muerte la que hace chispas, crepitando en la hoguera que somos, a veces más mansa, a veces más furiosa, otras tantas como un velo sutil que se apaga, se autocontiene, hasta que un viento, un crepitar ardiente revuelve el rescoldo y reanima aquello que casi se convertía en materia inerte, volvemos, aquí a la tierra, tierra que somos, que es nuestra, propia, finita, los fogones se apagarán algún día, mas no ahora, no en este momento, el fuego ahora es alto y alimenta nuestro sueño, nuestro llanto, el alma que no puede quemarse porque no es materia, resiste y sale avante, su esencia es ajena a esta corporalidad que nos contiene.
No solo es hacer para no morir (en ese hacer coloco aquello que más nos gusta, que mueve las montañas de nuestra fe y nuestra existencia), sino hacer para morir bien, para que los tres minutos que dura la vida den cuenta de lo que fuimos, lo que creímos, lo que escribimos y nos escribe.
![]() |
Foto: Víctor D. Magallón. |
En ese tipo de escritura me encuentro y por ello el texto que hablará sobre la violencia y las mujeres, un texto que además ha sido pedido por algunas lectoras nuestras, deberá esperar un poco más para ser publicado. Porque tema tan transcendental debe ser tratado con cuidado. Puedo asegurarles que saldaré la deuda de esa escritura pendiente y que el texto que he titulado Apuntes sobre la violencia saldrá a la luz muy pronto, en este espacio ígneo que arde, consumiéndonos, que arde, con luz que alimenta nuestras vidas, y que al día de hoy no ha dejado que nos apaguemos.
Agradezco infinitamente su paciencia y sí puedo adelantarles que en mí también hay mucha rabia, y que algo habremos de hacer (y se está haciendo) para resistir en este país de muerte.
Ciudad de México, agosto, 2019.
[Atea, vegana, feminista,
lectora irredenta,
a la espera del apocalipsis zombi
Hace muchos años que leo y ya debería haberme acostumbrado, pero cuando una historia me sabe a rabia y a tristeza y además está escrita con un impecable estilo que conmueve profundamente, me puede sumergir en una total desolación. Todo mi cuerpo es recorrido por un gran escalofrío. Un temblor de siglos en unos minutos de lectura, en unos minutos de reflexión amarga.
Me gustaMe gusta
Agradezco mucho tu comentario, Pablo. Es una maravilla todo lo que puede llegar a provocarnos la escritura y la lectura.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Pero no soy un pesimista radical, Inés. Seguramente cuando sepa encontrar el camino correcto dejaré de lado los temores al vuelo… Feliz resto de domingo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Quizá los temores nunca se vayan del todo. Con todo y ellos, o justo por ellos, se hace y se piensa. Y en el camino se tropieza con varios encuentros afortunados. Así lo pienso, al menos. Feliz domingo también para ti.
Me gustaMe gusta