Inés M. Michel
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¿Qué es una persona sino una colección de decisiones?
Man in Black (Ed Harris), WestWorld (T. 1)
Vivir va acompañado irremediablemente de decidir. Continuamente tropezamos con decisiones, las hay simples y cotidianas como ¿qué voy a comer hoy? o, ¿qué vestido uso: el blanco o el azul?; las hay determinantes para el curso de nuestra vida como ¿con quién quiero compartir mi vida? o, ¿quiero tener hijos/as? Y aún en situaciones donde asumimos que no vamos a decidir, estamos decidiendo, pues la inactividad también es una elección que lleva a que otras personas decidan por nosotros o a que simplemente las situaciones se presenten o resuelvan de una manera u otra.
Decidir no solo implica actuar e involucrarse en actividades específicas, también decidimos cómo pensamos y cómo percibimos el mundo; ante una misma situación o hecho infortunado, una persona puede sentirse deprimida y paralizada, mientras que otra puede sentirse triste, pero motivada para hacer cambios importantes. Las elecciones están presentes en nuestras emociones, ideas y maneras de entender lo que somos y todo lo que nos rodea.

En la coyuntura actual por la que pasa el mundo hay muchas preguntas en el aire, algunas tienen que ver con el rumbo que tomará el planeta pasados los estragos de la pandemia, lo que engloba cuestiones económicas, sanitarias, alimenticias y sociales. Ya hemos abordado algunos cuestionamientos, haciendo hincapié en que la anhelada normalidad, no es tan recomendable, pues justo en todo aquello que consideramos normal por tanto tiempo, está el origen de las desigualdades y problemas que nos aquejan. ¿Cómo pensar el mundo después de una pandemia como la del Covid-19? La interrogante está sobre la mesa y ya se han lanzado importantes disertaciones al respecto.
Esta vez quiero reflexionar sobre las perspectivas personales acerca de nuestro sentir en el mundo y cómo es que pensamos lo que somos en el presente, con toda la problemática que nos rodea. No es solo discernir cómo actuamos, sino pensar en lo que vemos a nuestro alrededor y entender cómo nos afecta. Creo que, así como el Covid-19 ha cambiado la manera en que trabajamos y nos relacionamos con las personas, conocidas y desconocidas, también ha influido en cómo percibimos el mundo, nuestro entorno y todo lo que tenemos cerca. Las casas se han convertido en refugios, personales y familiares, donde nos hemos encerrado involuntariamente; el paso del tiempo ya no se percibe igual que hace unos meses, tampoco las prioridades, pues uno de los grandes cambios tiene que ver con que nos vimos obligados a volcarnos hacia el interior, de nosotros y de nuestros hogares, mientras que el exterior se convirtió en una amenaza.
Dolores Abernathy (Evan Rachel Wood) dice en un diálogo repetido en diversas ocasiones a lo largo de tres temporadas de WestWorld: “Algunas personas eligen ver la fealdad en este mundo, el desorden. Yo escojo ver la belleza.” (Some people choose to see the ugliness in this world, the disarray. I choose to see beauty). Me pregunto si en la situación que se vive la elección de ver y encontrar la belleza del mundo resulta posible.

¿Cómo sería esa búsqueda? Es claro, por lo menos en mi manera de pensar, que no puede ser desde una posición simplista de positividad facilona. No es “sonreír porque al final todo se va solucionar”, no es decidir cegarse ante la turbulencia y ante los dilemas éticos que nos plantea el futuro inmediato, no es ignorar que hay personas que la están pasando realmente mal, aquellas que no pueden quedarse en casa, pues se ven obligadas a seguir trabajando para conseguir sustento, aquellas que simplemente no tienen casa, o quienes se ven atrapadas en sus hogares con sus agresores y familiares que las violentan.
Lo que me gustaría es no dejar de pensar en la vida misma como algo bello y algo único, que debemos cuidar y que vale la pena, aún con todo y lo que tenemos en contra. Quisiera que encontráramos un camino colectivo donde la desesperanza no sea lo que impere, por el contrario, que seamos capaces de vernos con respeto, con empatía y de reconocernos, aun en las diferencias que podamos tener, políticas o ideológicas.
Debo confesar con tristeza que he podido observar una permanente agresividad en los espacios virtuales que frecuento, las oleadas de comentarios irrespetuosos y confrontativos no solo no han parado, más bien parecen ir en aumento. Considero que tenemos que encontrar mejores maneras de convivir, en todos los aspectos, maneras solidarias y empáticas de hacer comunidad en cada espacio donde nos desenvolvemos, maneras donde prevalezca la escucha y el interés por entender al otro o la otra con quien estamos interactuando, y desterrar la necesidad de tener siempre la razón, de imponer un punto de vista como si fuera único y total.

Quizá lo que más nos hace falta (y no nada más en esta cuarentena) es el diálogo, trabajar en la capacidad de dialogar, no solo con quienes piensan igual a nosotros, sino justamente con quienes piensan distinto. Así como podemos escoger ver la belleza del mundo y esto conlleva una serie de implicaciones, también podemos escoger el diálogo por encima de la confrontación, elegir ser la diferencia con las palabras que usamos para dirigirnos a los demás.
Desde este bello espacio que tanto me ha dado, escojo resaltar la belleza que la vida tiene, escojo verme con ojos comprensivos, aún en la dificultad por la que atravieso/atravesamos, y escojo contribuir al diálogo, conversando siempre que sea posible, comprendiendo a quienes me rodean sin juzgarlos y sumándome al esfuerzo colectivo de imaginar un mundo distinto donde se respete la vida, en todas sus versiones, por sobre los intereses económicos.
¿A ustedes cómo les ha cambiado el presente?
Imagen de portada: La cara de la guerra, 1940 (Salvador Dalí).
Inés M. Michel.
T: @inesmmichel / I: @inmichel
T: @CuerdasIgneas / FB: Cuerdas Ígneas
cuerdasigneas@gmail.com

Gracias Inés, magnífica reflexión.
Me gusta esta manera de ver la vida, soy un coleccionista de sueños y trato de vivir en los castillos que pongo en el aire, pero tampoco quiero llegar a ser un tonto optimista, sé que los buenos momentos trabajan y preparamos su llegada, no un ciego de la realidad pero si un agricultor de causas perdidas.
Saludos y abrazos.
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Muchas gracias, Misael. Me gusta lo de coleccionista de sueños. ¡Abrazo!
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Felicidades muy buen texto, y creo que también se sugiere encontrar la armonía sobre todo en redes sociales y con los que piensan distinto, reconociendo que no se trata de discutir u oponerse para vencer, sino para enriquecer y reflexionar, saludos.
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Buen día, Homero. Te agradezco mucho el comentario. Sí, justo eso me gustaría que se dejara de lado, la idea de siempre alegar para conVENCER y no dialogar de verdad. Saludos.
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Tu reflexión es hermosa y sin duda deja un mensaje positivo para estos tiempos de crisis. Ver la vida como el regalo que es y agradecería todos los días, favorecer el diálogo respetuoso entre los seres humanos, y mira que es cierto, las redes sociales son el ejemplo claro de la expresión agresiva hacia las opiniones diversas de los demás. A mí en lo personal, la pandemia me ha afectado desde luego, y sobre todo, en la parte emocional. Me cuesta entender que todo lo que concebía en mi cabeza de alguna forma se tambalea… A veces pienso que también mis sueños se tambalean, es como si quisiera cerrar los ojos y abrirlos para despertar en el momento exacto en que todo esto haya pasado y entonces terminar con esta incertidumbre desquiciante… Pero quizás esa es mi propia prueba personal, desarrollar la paciencia y la tolerancia. Pienso que este virus vino a probarnos a todos, a cada cual desde su propia manera. Un abrazo grande desde México!
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Hola, agradezco mucho tus palabras. Coincido en lo que dices, especialmente en que la pandemia nos puso a prueba, en todos sentidos, tanto en lo personal como en lo colectivo. Toca repensar el mundo a partir de ahora. ¡Saludos y abrazo de vuelta!
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