Guadalajara Jalisco, colonia Morelos, a 15 de mayo de 2020.
A mis colegas maestras y maestros en confinamiento:
“[…] yo odio a los ociosos que leen”.
Friedrich Nietzsche. Así habló Zaratustra. Un libro para todos y para nadie
(del apartado Del leer y escribir).
El día del maestro 2020 estaremos, como ya desde hace no pocos días, en confinamiento. Nuestra enseñanza se ha mutado radicalmente, bajo el asedio de la lógica viral. Y no sabemos, todavía, cuánto tiempo más estaremos en cuarentena y mucho menos podemos vislumbrar los efectos de estos cambios en la vida toda, en especial en la vida de las escuelas y universidades.
Mucho habrá que replantearnos de nuestra práctica y modos de trasmitir; pero, sobre todo, de las formas en cómo han operado, hasta ahora, los sistemas educativos. Al igual que los de la salud y los económicos y también políticos. La sociedad toda, pues, está en cuestión. A pesar de que se hable de la “nueva normalidad”.
Tendremos que aprender, juntos, a cambiarlo todo, poco a poco; ya sin las ansias revolucionarias clásicas hasta aquí perimidas. Pero tampoco sin las lentitudes burocráticas que logran –siempre con éxito– que todo siga igual, para beneficio de las y los que hasta ahora han ganado, siempre.
Se trata de optar por la vida y por los valores –pequeños y grandes– que la soportan y la cuidan. No más por las banales cosas por las que nos desvivíamos hasta antes de la pandemia del Covid-19. Para bien y para mal.
Nos veremos obligados, pues, a vivir de otra forma, bajo otros criterios más propiciadores de la vida buena, como decían los filósofos de antaño sin que nadie les hiciera caso. Habrá un imperativo solamente: cuidar la vida, porque es, porque somos, vulnerables.
Es desde ahí –desde todas estas perplejidades– que me pregunto –por ejemplo– qué temas abordaré una vez que retornemos a la llamada “nueva normalidad” en tanto la normalidad vieja ya se fue: esa que nos veremos obligados a construir entre todas y todos, ahora bajo la lógica del cuidado y protección de la vida y no de las cosas y del dinero, como lo fue hasta ahora.
Esto es lo que he querido escribirles, desde mi casa –que no es mía– a mis colegas; esperando, sinceramente, que el Covid-19 no haya menguado para nada nuestras filas, pues seremos llamados –aún– a aportar, desde nuestra experiencias –lo que entre todas y todos tenemos que replantearnos profunda y seriamente– los barruntos mínimos de lo que tendrán que ser las prácticas educativas del mañana.
Ello en aras de una reforma de la sociedad toda, o la alternativa será un caos mayor del que estamos viviendo y que se propagará todavía más, después del Covid-19.
Es la vida misma, de todas y todos, en México y en el mundo, lo que está en juego y bajo amenaza sino escuchamos y atendemos esta ¿última llamada?
¿Lo hemos comprendido? ¿Nos ha quedado claro?
Espero que sí, francamente, o…
Con mis saludos y respetos, me despido de ustedes, por el momento.
No sin un abrazo fraternal desde el confinamiento –y también extrañamiento– por todo esto que estamos viviendo y que parece del orden de la pesadilla y que… de nosotras y nosotros dependerá que lo convirtamos en un gran y hermoso sueño.
Atentamente,
J. Ignacio Mancilla,
profesor de asignatura del Departamento de Filosofía del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanas (CUCSH) de la Universidad de Guadalajara.
P. D.
Cierto que esta misiva va dirigida a mis colegas maestras y maestros, pero no por ello las alumnas y alumnos no estarían implicados; en tanto ellos son los agentes activos de nuestra trasmisión; todo el tiempo. De modo que su lugar, como el nuestro, también ha sido tocado –esencialmente– por la imposición patológica de la lógica viral del Covid-19 y sus consecuencias.
Imagen de portada: De izquierda a derecha J. Ignacio Mancilla, Armando Correa, Esteban Arellano y Juan Ramón González, Casa ITESO Clavigero (Homenaje al maestro Ignacio Mancilla).
Un comentario sobre “ESPECIAL | Carta con motivo del día del maestro 2020”